Dicen que la comunicación resuelve problemas pero muchas veces no es así
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Generalmente escuchamos que los problemas de pareja se resuelven con la comunicación y aunque esta es importantísima en mi experiencia me dado cuenta que no, sobre todo en las parejas donde ya casi no hay amor que comunicar.
Tan sólo piensa si de verdad has podido resolver de manera definitiva tus problemas de pareja con sólo el diálogo. Casi estoy segura que me dirás que no y quizá hasta me digas que tus problemas se están haciendo cíclicos, repetitivos e interminables.
Viven en una dinámica parecida a ésta: se pelean, luego un poco de diálogo y se reconcilian, hasta pueden pasar una noche hermosa, pero esta luna de miel dura pocos días porque al tiempo vuelven a lo mismo. Y así se les puede ir la vida, en un círculo vicioso siguiendo los mismos patrones de conducta.
Para empezar, el hablar y hablar y hablar no nos garantiza que nuestra pareja nos escuche, mucho menos nos comprenda; tampoco que por medio del diálogo se van a modificar esas conductas que hacen daño a la relación.
La verdad es que es muy frustrante tener que guardar lo queremos decir, tener que callar simplemente por miedo, por no saber comunicar.
El miedo abre puertas a la separación y aparte, donde hay miedo no puede habitar el amor. Aguantar porque ya me casé y las cosas tienen que ser así. Esa no es una actitud tan acertada y desdice la dignidad del matrimonio.
Sí, se trata de que hablemos pero que no se quede solamente en un diálogo, sino que se recorra el camino del compromiso, del actuar y del cambio.
El matrimonio es embellecernos uno al otro, dignificarnos, por lo tanto, aquí no cabe esa frase de que hay que “aguantarnos” en nombre del amor -eso no es amor- y someternos porque es nuestra obligación.
Al contrario, es “soportar” nuestros mutuos defectos, es decir, nos sostenemos y ayudarnos mutuamente hasta convertir estas áreas de oportunidad en puntos de encuentro, en amor verdadero.
Cuando la comunicación no está siendo la solución y lo que está haciendo es generar mayores conflictos lo primero que hay que hacer es no insistir en comunicarnos.
Por favor, evitemos el acoso a la pareja, estar detrás de ella a ver a qué hora se le ocurre atenderme o mandando mensajitos; presionando con ideas como que me tiene que escuchar o tiene que hablar conmigo. Este tipo de comportamiento puede terminar por lo menos en un pleito.
Aparte, aquí sucede otra cosa: Si tu pareja es controladora o manipuladora y tiene mucha labia para hablar te va a convencer de que la persona problemática eres tú porque no paras de acosarle, porque te quejas por todo. Te dirá que quien necesita ir al psicólogo eres tú porque en la relación tú eres la conflictiva. Entonces, aparte de frustrada, de verdad creerás que tú eres la persona problemática. Ahora no sólo te sientes frustrada sino culpable.
Es importante que quitemos el foco en querer reeducar al otro, dirigirle y señalarle cómo debe de actuar, pensar y en pocas palabras, vivir. También, necesitamos quitarnos esa sensación de que el otro es un juez siempre apuntándonos con el dedo, juzgándonos y señalándonos nuestros defectos.
Éste sentir y actuar separa a la pareja y no genera amor, todo lo contrario, genera vacío, miedo, muchísima frustración y desilusión.
Un punto básico en la relación es sentirnos amados y aceptados por nuestra pareja tal y como somos y lo mismo yo hacerle sentir, que le amo y le acepto a pesar de…
Te comparto estos puntos que quizá te puedan ayudar para mejorar tu relación. Entendiendo mejor a tu pareja, su sentir y de dónde procede su actuar encontrarán puntos de unión entre sus diferencias y se podrán comprender, complementar y compenetrar de tal manera que cada vez habrá un mayor entendimiento y aceptación entre ambos y, por lo tanto, crecerán en el amor generando una verdadera comunión de almas.
- Sé realista. Evita las expectativas fantasiosas. Recuerda que tu pareja es sólo eso, pareja, compañero de vida. Mujercita, tu esposo no es tu papá, ni tu psiquiatra, ni el príncipe azul del cuento de Cenicienta con el que siempre soñaste. Es un hombre imperfecto más “perfectible”, de carne y hueso y no tiene la capacidad de llenar las “carencias afectivas” -que no es lo mismo que necesidades emocionales- que traes arrastrando desde la infancia. Él mismo tiene su historia -carencias y heridas- que también trae arrastrando como tú. Tiene ciertas tendencias y formas de ser, y por más que te empeñes no serás tú -su mujer- quien lo va a cambiar. Nadie tenemos el poder de cambiar a nadie, sólo Dios y eso si se los permitimos. Podrás ir por la vida haciéndole chantajes, lloriqueos, súplicas, manipulaciones, pero nada te va a funcionar y lo que sí lograrás es fastidiarlo y acabar por arruinar tu relación. Cada cambio, el tuyo como el de él es personal. Un ejemplo muy claro son las adicciones al alcohol, a la pornografía etc. ¿Tú crees que está en tus manos quitarle esa adicción o que por hablar continuamente del tema él dejará de ser adicto, es decir, con la simple comunicación? Al contrario, lo que lograrás es fastidiarlo y la cosa se puede poner peor. Por favor, eviten el desgaste y no intenten por medio de la comunicación resolver problemas como éste que tienen otro origen. Hay que entender el problema desde su raíz, a profundidad.
- Analiza cuál es problema real y el problema aparente. Pocas parejas saben diferenciar entre estos dos y se dedican únicamente a resolver el problema aparente. Te lo voy a explicar con un ejemplo: tú estás constantemente con dolor de estómago y como no te gusta sentir ese malestar cada vez que lo sientes corres a tomar medicina para que se te quite. No es que sea malo tomar medicina y no querer sentir más el dolor, pero si ese dolor de estómago se vuelve algo recurrente y crónico, ¿no sería más inteligente recurrir al médico para que te practiquen los estudios pertinentes porque quizá ese dolor se deba a que tienes gastritis, estrés, o algo más serio? Entonces, si tú quieres resolver tu problema estomacal nada más eliminando los síntomas no estás atacando el problema real, el de raíz. Y así te la podrás pasar años hasta que esto te haga una verdadera crisis en tu salud. Este ejemplo también lo podemos aplicar a nivel emocional. Cuando estamos embroncados no nos detenemos a pensar en qué es lo que realmente está sucediendo y sólo reaccionamos de manera iracunda o dramática ante eso que nos detona como bomba. Como te digo, lo importante es encontrar el problema real y si bien muchas veces para encontrarlo hay que acudir a especialistas para que nos ayuden, por lo pronto te comparto este pequeño ejercicio que lo puedes utilizar cuando te enfrentes a alguna pequeña problemática, no sólo de pareja.
Problema: “Estás teniendo problemas con tu esposo porque aparte de todo lo que ya traen encima, tú le llamas y le llamas y él no te contesta el teléfono. El problema es que no te contesta las llamadas y eso te hace reventar, estallas como caldera porque no toleras que te haga esas groserías”.
Problema real o aparente, veamos. Si él siempre te contestara las llamadas, ¿realmente terminarían los conflictos entre ustedes? Generalmente la respuesta será no. Entonces, este es el problema aparente. Para ayudarte un poco a averiguar la raíz, el problema real y evites el desgaste queriendo resolver este “aparente problema real” hazte la siguiente pregunta después de mencionar el problema: “¿Y eso qué significa?”
Problema:
-Mi problema es que mi esposo no me contesta las llamadas.
– ¿Y eso qué significa?
-Que seguramente lo tengo harto y se está escondiendo de mí. No quiere hablar conmigo. Ya no quiere saber de mí.
– ¿Y eso qué significa?
-Pues que si se esconde de mí es porque seguro me está engañando. Ya encontró a alguien mejor que yo, menos gritona y reclamona, más delgada y bonita.
– ¿Y eso qué significa?
-Que si me está engañando no puedo confiar en él.
– ¿Y eso qué significa?
–Que bien decía mi mamá que todos los hombres son iguales y seguro va a largarse como todos.
– ¿Y eso qué significa?
-Que tengo mucho miedo a que me abandone y a no ser suficiente para él.
Entonces, ¿cuál fue el problema real? Que el esposo no le tomara las llamadas o que ella sintiera miedo al abandono y su baja autoestima.
Aparente el problema está en los defectos del otro, en sus debilidades y conflictos. Con ese dedo acusador siempre apuntando al otro perdemos en cuenta que vivimos en una dinámica de pareja, es decir, que lo que hace uno retroalimenta al otro.
No te puedes poner totalmente en el papel de víctima ni en el de juez porque para resolver problemas hay que ponernos en el papel de responsables y tomar la parte que a cada uno nos corresponde. Hay que reconocer a fondo cuáles son los conflictos que están haciendo que tu relación de pareja no crezca.
- Busca apoyo. Sal de tu ignorancia respecto a las relaciones de pareja. Conoce de qué se trata ser cónyuge, cómo afectan las heridas emocionales en el matrimonio, etc. Sólo con conocimientos sólidos podrás tener bases firmes para actuar de manera consciente y no impulsiva. Saca adelante ese maravilloso regalo que es tu relación, siempre desde una perspectiva realista y no desde la ilusión o la fantasía. Observen y acepten sus capacidades y limitaciones. Realcen sus virtudes y abracen sus defectos.
Generalmente cuando estamos metidos en ese círculo vicioso nos cegamos, creemos que es el fin de la relación y que esta ya no tiene solución. Mientras haya voluntad, hay soluciones.
Es cuando hay que salir a buscar apoyo con gente capacitada, personas que no les den el divorcio como solución y que lo que les brinden sean herramientas -humanas, espirituales, emocionales- para sanar lo que tengan que sanar, tanto de manera individual como de pareja y así rescatar lo que parecía irrescatable.
Hay muchos lugares y personas siempre dispuestos a auxiliar a las parejas en crisis porque siguen creyendo en el matrimonio como base de la familia y de la sociedad.
En estas cosas de pedir ayuda los hombres son más renuentes porque para ellos casi nunca hay problemas. Les cuesta más trabajo reconocer que hay áreas de oportunidad dentro la pareja, sobre todo si es él quien necesita hacer más cambios.
Las mujeres necesitamos ser más astutas que bonitas. Usemos frases ingeniosas para convencer a nuestro esposo a la hora de pedir su apoyo. Hay que ser inteligentes y lo más importante, siempre muy cariñosas por mucho que le queramos dar con la sartén.
Evitemos frases como: “tenemos que hablar” porque el cerebro del hombre inmediato lo relaciona con “¿ahora qué hice?”. Esta frase en lugar de poner a la persona abierta, receptiva a escuchar, es todo lo contrario, la pone a la defensiva y se cierra a la comunicación.