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Esto es lo que viví al alquilar mi útero 5 veces

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Alfa y Omega - publicado el 28/03/17
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Kelly gestó cinco hijos para otros y ahora cuenta las mentiras y abusos que le han hecho arrepentirse

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Firmó siete páginas sin saber su contenido para que una pareja francesa pudiera saltarse la ley en su país, dio a luz a una niña que ahora está en medio de una batalla legal por la custodia, y por último estuvo en grave peligro mientras a los padres comitentes, españoles, solo les preocupaba que los hijos no fueran del sexo por el que “habían pagado más”.

La estadounidense Kelly Martínez estaba casada y ya tenía dos hijos cuando, con 20 años, firmó su primer contrato de subrogación. Había dejado los estudios para ayudar a su madre durante un tratamiento de quimioterapia. “Me motivaba que me pagaran por hacer algo que me gustaba y se me daba bien”, recordó durante la jornada “Comerciar con el cuerpo femenino”, organizado por la plataforma Stop Surrogacy Now el 14 de marzo en Nueva York. Al día siguiente, ofreció su testimonio durante un encuentro sobre trata en la sede del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas (ECOSOC).

Su primer embarazo subrogado fue de gemelos, para una pareja de hombres franceses. Todo fue bien hasta después de nacer los niños. Poco después de dar a luz, la agencia le pidió que viajara hasta Chicago para ayudar a la pareja a tramitar el pasaporte de los bebés, ya que ella figuraba en la partida de nacimiento como la madre.

“La noche anterior a ir al consulado de Francia, la pareja me llamó por teléfono para ponerme sobre aviso sobre lo que iban a contar: que había tenido relaciones con uno de ellos después de conocerle en un bar, y que me había quedado embarazada. Para salvar mi matrimonio, cedía la custodia al padre y les visitaría con frecuencia”.

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Ni abogado ni traductor

Era tarde, y no logró contactar ni con la agencia ni con los abogados. Pero los padres comitentes “me dijeron que si no decía eso” para evitar la prohibición de los vientres de alquiler en Francia, “los niños se tendrían que quedar en Estados Unidos. Y yo no estaba preparada para llevarme a casa a dos gemelos con los que había intentado no crear un vínculo”.

Así que aceptó y al día siguiente, sin ningún tipo de asesoramiento legal y sin traductor, firmó siete páginas escritas en francés, en las que no sabía lo que ponía. Ni siquiera recibió una copia. «En la agencia nos dijeron que nunca les había pasado eso, pero estoy convencida de que sabían exactamente» lo que iba a ocurrir.

Ya después de esa primera vez decidió no repetir. De hecho, comenzó a recibir tratamiento psicológico. Fue su misma terapeuta la que le habló de otra paciente que estaba intentando quedarse embarazada sin éxito, y buscaba una mujer que gestara a su hijo.

“Siempre caigo con las historias tristes”, y por eso accedió a hacerlo una vez más. “Tuve una niña muy bonita para ellos. Hace poco, esa pareja se ha divorciado, y la niña está en el centro de una batalla por la custodia”.

Pagar más por niño y niña

Fue su tercer embarazo por subrogación para un matrimonio español, el sexto en total, el que ha empujado definitivamente a Kelly a no volver a hacerlo. En este embarazo, volvía a esperar mellizos. Los problemas empezaron cuando le tocaba hacerse la ecografía para determinar el sexo de los bebés. Se lo dijo a los padres, sabiendo que para ellos sería un momento importante.

No se esperaba su reacción. “Me dijeron: “¿Qué quieres decir?” Pensé que como no había estado embarazada no lo sabía, y se lo expliqué. La madre me respondió que ya sabían que iban a tener niño y niña, porque habían pagado más” para seleccionar el sexo de los embriones. “Yo no sabía que se podía hacer eso”, reconoce Kelly.

“Temía que no se presentaran”

Sin embargo, la ecografía reveló algo distinto: eran dos niños. Al parecer, el embrión niña no se implantó, y el embrión niño se dividió de forma natural. “Se enfadaron mucho, y me mandaron a repetir la ecografía muchas veces. Hasta entonces, la madre me preguntaba cada día qué tal estaba”, y dejó de hacerlo. “Empecé a vincularme a los niños porque me daba miedo que no se presentaran a recogerlos. Estaba muy estresada”.

En la semana 35, “ingresé en el hospital porque tenía pre-eclampsia grave”, una complicación que es más probable en los embarazos múltiples, como muchos de los que ocurren por subrogación. Fue cuando conoció a la pareja. “Me estaban fallando los riñones y el hígado. Pero al pasar por la puerta lo primero que preguntaron fue: “¿De verdad son dos niños?””.

Hoy en día, “no sabemos nada de los niños”, ni siquiera si la pareja se quedó a los dos. “Y la agencia no ha hecho mucho” por asegurarse de que están bien. Además, los comitentes han dejado sin pagar facturas médicas por valor de 5.500 euros, que el hospital reclama a Kelly. El CBC le ha conseguido asesoramiento legal gratuito, porque los abogados que llevaron el caso trabajaban para la agencia de subrogación.

Artículo de María Martín López publicado originalmente en Alfa y Omega

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