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Ethan Hawke se convierte en Chet Baker

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José Ángel Barrueco - publicado el 08/04/17
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‘Born to Be Blue’ aún permanece inédita en España

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En 2015 se rodaron dos filmes sobre sendas figuras míticas del jazz: Miles Ahead (dirigida e interpretada por Don Cheadle, que versaba en torno a Miles Davis, y cuyo estreno en España pasó un poco desapercibido) y la que nos ocupa hoy, Born to Be Blue (dirigida por Robert Budreau con Ethan Hawke, quien resucita a Chet Baker). La segunda aún no ha llegado a las salas de cine de España. Tal vez porque el jazz suele ser garantía de fracaso de taquilla.

Y es una pena porque, sin ser extraordinaria o fuera de serie, la de Budreau es una interesante película, que sigue la tendencia de retratar a una celebridad sin contarnos toda su vida, obra y milagros, lo que a menudo se agradece porque no siempre es necesario conocer cada momento importante de un personaje real para saber cómo era.

En este sentido, son ejemplares algunos biopics diferentes a lo habitual: Love & Mercy, Steve Jobs o El lobo de Wall Street, que puntualizan las circunstancias esenciales y renuncian a contarnos dónde nacieron sus padres, qué hechos marcaron sus infancias o cuánta gente les pegaba en el colegio.

Born to Be Blue arranca en 1966, cuando Chet Baker (1929 – 1988) va a interpretarse a sí mismo en una película que no llega a terminarse, y donde conoce a Jane Azuka (con el rostro de Carmen Ejogo, se trata de un personaje ficticio según desvelaron sus responsables: un compendio de varias de las mujeres con las que Baker se relacionó).

Cuenta varios de sus episodios dramáticos, como la pérdida de sus dientes frontales durante una paliza, su ingreso en una cárcel en Italia o los momentos más bajos y sórdidos de su adicción… hasta llegar a su actuación en 1973 en Birdland, delante de Miles Davis y de Dizzie Gillespie, lo que significaba una nueva oportunidad para tocar en público tras su intento de abandonar la heroína tomando metadona.

Es en este concierto, donde debe probarse a sí mismo si puede cantar y tocar la trompeta sin inyectarse antes, en el que ofrece la canción del título, “Born to Be Blue” (Nacido para estar triste).

Sin duda, lo más explosivo y destacable de la película es el trabajo de Ethan Hawke, quien, sin haberse mimetizado por completo con el músico, ha logrado recrearlo gracias a la voz, el modo de moverse y esa mirada triste, como de pájaro herido, que habíamos visto en el propio Chet Baker en las numerosas escenas del magnífico documental Let’s Get Lost, de 1988.

Born to Be Blue, siendo un biopic diferente como apuntábamos al principio, queda como un reflejo de los tormentos de un artista inconmensurable, sometido al yugo de las drogas, cayendo y levantándose por etapas, empeñado en que no quiere una carrera, que sólo quiere tocar, y asumiendo finalmente que no puede tocar de otra manera: que necesita meterse un pico para lograrlo.

El canadiense Robert Budreau ya había rodado un cortometraje sobre Chet Baker en 2009. La suya es una interesante película, aunque no la grandiosa obra que podría haber sido en manos de, por ejemplo, Clint Eastwood, quien en Bird construyó uno de los mejores biopics de un músico que se han rodado jamás.

Ficha Técnica

Título original: Born to Be Blue
País: Canadá / Reino Unido
Director: Robert Budreau
Guión: Robert Budreau
Música: David Braid, Todor Kobakov, Steve London
Género: Biografía / Drama / Musical
Duración: 97 min.
Reparto: Ethan Hawke, Carmen Ejogo, Callum Keith Rennie, Stephen McHattie, Janet-Laine Green.

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