Ho’oponopono, una pseudoterapia que pretende sanar desde las emociones
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“Sanar a través del perdón”. Suena bien, desde luego. Y expresa una gran verdad: el poder sanador del ejercicio del perdón, tan importante para las personas, tanto para las que perdonan como para las que son perdonadas.
Y en torno a esto se ha puesto de moda en los últimos años algo difícil de leer y escribir, pero cada vez más fácil de encontrar en librerías y espacios de desarrollo personal: el Ho’oponopono
De la cultura hawaiana al consumo personal
Ho’oponopono es un término hawaiano que sus impulsores traducen como “rectificar un error”, “armonizar” u “ordenar las cosas”.
Tiene lo exótico de una cultura lejana y ajena a la tradición judeocristiana, como sucede con todo lo que viene de Oriente. En este caso, sin embargo, la atención se pone en las islas Hawái, en el océano Pacífico.
Se basa en una tradición ancestral de los habitantes del archipiélago. Al llegar los conflictos en las relaciones interpersonales en las comunidades, la gente se reunía para un acto de reconciliación y perdón, en presencia de un sacerdote o chamán.
¿Qué ha sucedido para que este elemento tradicional de una cultura determinada se haya occidentalizado y popularizado con tintes de autoayuda y espiritualidad?
Pues el proceso típico de la Nueva Era (New Age), protagonizado esta vez por la chamana y curandera Morrnah Nalamaku Simeona en los años 70.
La clave estuvo en la “privatización” del proceso espiritual que supone el Ho’oponopono, que ahora puede practicarlo una persona a solas, perdonándose a sí misma, otorgándose la paz del corazón.
“Ya no es necesario estar en presencia de otras personas, ni siquiera de un chamán; para conseguir el perdón es esencial, por encima de todo, perdonarse a sí mismo”, se explica en un libro.
Pero… ¿en qué consiste exactamente?
El resumen es muy concreto: “Lo siento, perdóname, gracias, te quiero”. Estas cuatro expresiones, repetidas y difundidas hasta la saciedad por las redes sociales, son las que fundamentan esta práctica.
Consiste exactamente en repetir esta “fórmula” cuando la persona se encuentra ante un conflicto, un problema o una situación negativa. Puede exteriorizarse (en voz alta o en voz baja) o no (diciéndola en el interior).
Es muy interesante lo que leemos en un manual cuando se pregunta a quién se dirige esta fórmula mágica: “a ti mismo, a tu Divinidad interior, a tus protectores, al universo, a Dios”. Un reflejo claro del relativismo y del panteísmo difuso (todo es Dios, todo es divino) de la Nueva Era.
En realidad, el objetivo último de esta técnica no es otro que liberarnos de la memoria personal “para desembarazarnos de ese velo que nos impide descubrir la ‘Divinidad’ que vive en nosotros. Así, podremos descubrir quiénes somos realmente, lo que es esencial”.
Una vez más, reconocer la propia divinidad es el fin de todo ejercicio psicológico o espiritual de la New Age. Con un tinte totalmente gnóstico, la salvación y la plenitud de la persona vienen a través del conocimiento.
Una clara propuesta espiritual
Una mirada a los libros que explican el Ho’oponopono basta para darse cuenta de que va más allá de una simple propuesta de autoayuda contemporánea. Se trata de una completa cosmovisión que cambia la forma de ver la vida.
En una obra leemos que “Ho’oponopono es una filosofía, un estado anímico, y adherirse a este proceso requiere integrar ciertas ideas, ciertas nociones diferentes a las que nuestra tradición judeo-cristiana nos tiene acostumbrados”.
Por ello, se señala, “cada uno tiene que hacer un cambio interior a nivel de creencias y valores”. Eso conlleva una conversión, la asunción de una nueva religión.
Una cosmovisión de tintes mágicos, ya que se piensa que la mera aplicación de unos principios traerá como consecuencia la solución automática de los problemas.
Y trae consigo rechazar las ideas tradicionales sobre Dios. En algunos libros podemos encontrar una llamada a desechar la idea de un Dios castigador, pero también la de un Dios amoroso, ya que éste “sólo se requiere como compensación a un mundo de dolor y miseria”.
Y junto a sus propuestas de teología sincretista, los defensores del Ho’oponopono plantean una ética determinada. Todo esto, unido a los rituales, nos plantea una nueva religión, en el sentido amplio de la palabra.
En el fondo, magia
En un libro introductorio a esta pseudoterapia podemos leer que “entrar en el proceso Ho’oponopono es muy sencillo. Si hay algo que te desgarra por dentro o si tienes una molestia cotidiana, tanto si se trata de un acontecimiento grave o de algo sin demasiada importancia, bastará con que repitas las cuatro frasecitas que, de hecho, son palabras. La fórmula es ‘Lo siento, perdóname, gracias, te quiero’. A partir de esas cuatro frases repetidas varias veces durante cierto tiempo, acaba por pasar algo, es como un milagro”.
Y sólo en esta magia puede fundamentarse la promesa de falsa curación planteada por el Ho’oponopono.
Porque cuando uno se libera de la memoria personal, tal como hemos visto, “se transmuta en energía pura a través de la ‘Divinidad’. Es una especie de auténtico proceso alquímico, una transmutación de nuestras memorias y de nuestros miedos en amor puro”.
El lado “médico” de la cuestión
Algo muy delicado en este tema, como sucede en muchas corrientes de la Nueva Era, es su vertiente terapéutica.
Y más cuando se ensalza, como uno de los principales personajes en torno a esta técnica, al “doctor” Ihaleakala Hew Len.
Según cuentan, cuando llegó como psicólogo clínico a un psiquiátrico penal de Hawái, logró mejorar las relaciones entre los internos simplemente aplicando el Ho’oponopono, encerrado en su despacho y repitiendo la fórmula mágica al leer los informes de los pacientes.
En los libros que difunden esta pseudoterapia se explica que el doctor Len “les curaba la parte de ellos mismos que había creado sus problemas”.
Y como “todo en la vida, todo lo que nos pasa, es responsabilidad nuestra”, lo que hay que hacer ante lo negativo es “curar las memorias que han causado dicha situación”.
En los tratados encontramos mezcla de elementos como la Programación Neurolingüística (PNL), la epigenética, el chamanismo, las energías… y hasta la física cuántica.
En el fondo hay algo común o semejante a otras propuestas como Un Curso de Milagros, la Nueva Medicina Germánica o la Bioneuroemoción: “lo que está en tu exterior no es sino una proyección de alguna cosa que procede de ti, que podríamos llamar creencias, pensamientos o memorias”.
Algo que procede, ante todo, de “la presión de la tradición judeo-cristiana”, cómo no.
Entonces, la solución a los problemas es muy sencilla: como somos los creadores de nuestra propia realidad, todo se debe a nosotros mismos, y “un pensamiento erróneo creará una realidad errónea”.
Por el contrario, “si tengo un pensamiento acertado, entonces crearé una realidad armoniosa y pacífica. Y, en ese punto, hay que darse cuenta de que todo está en nuestro interior. Nada está en el exterior”.
Por eso, lo físico no existe, ni el cuerpo… pues son creaciones de nuestro pensamiento. Y lo mismo sucede con las enfermedades. Si uno logra liberarse de sus memorias o limpiarlas, todo se soluciona.
Para ello, “la petición se dirige al Yo superior o alma que, a su vez, le pasa el testigo a la Divinidad interior, cuyo papel consiste en limpiar y purificar la causa o causas del problema. También podemos dirigirnos directamente a la Divinidad interior”.
¿Es peligroso?
Según el Grupo de Investigación en Comunicación Científica (GRECC) de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, el Ho’oponopono, al que cataloga entre las pseudociencias de la familia terapéutica y de la subfamilia de curación, tiene un alto grado de peligrosidad.
Como suele suceder en este campo de las pseudoterapias de carácter espiritual, sus practicantes y defensores juegan con la ambigüedad de un lenguaje en el que, por un lado, hablan de milagros y de sanación, como hemos visto antes, pero, por otro lado, afirman que con la práctica del Ho’oponopono “llega la calma… sirve, fundamentalmente, para obtener paz interior”.
Con estas palabras se defienden de las acusaciones de postularse como una terapia alternativa, asegurando que jamás dirán a un enfermo que abandone su tratamiento médico, o que jamás le dirán a una persona que sus problemas pueden solucionarse por arte de magia.
Pero, de hecho, alimentan una conciencia mágica cuyas consecuencias en las vidas de las personas, sobre todo en las que vivan un momento de especial debilidad o vulnerabilidad, pueden ser imprevisibles y letales.
Porque al final, la solución de los conflictos o la cura de las enfermedades se pueden lograr con el hecho de “perdonarte, darte las gracias y enviarte amor”.
Sin olvidar que se trata de una propuesta teórica y práctica que es terreno abonado para la manipulación sectaria en grupos o actividades formativas cuyos líderes, maestros o “facilitadores” pueden hacer que la persona viva una alternativa fantasiosa a su realidad que acabe haciéndola víctima del abuso psicológico.
Conceptos como el “vacío”, el desapego o el desembarazo y el dejar correr las cosas, que se usan mucho en el Ho’oponopono, son herramientas ideales para generar dependencia de un líder y procesos de manipulación.