Los niños de la localidad peruana de Huancavelica son los nuevos beneficiarios
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Enamorado del arte y la música. Descubrió en la sierra del Perú la magia para convertir los sonidos en una armoniosa tonada musical. A más de 5.000 metros de altura, un sacerdote diocesano se permitió soñar.
Huancavelica, su ciudad natal, al sur del Perú, fue el escenario perfecto para descubrir la sensibilidad por la música en los niños de esa región. Y es que en lo alto de los Andes peruanos, Carlos López Bonifacio, quiere hacer valer el canto gregoriano (canto en quechua, lengua madre de Huancavelica) de un selecto grupo de niños.
“Tenía 150 niños a mi cargo. Todos ellos estudiaban en el Seminario menor de Huancavelica, bajo el régimen de internado”. Carlos trabajaba como formador en uno de los seminarios menores que aún existen en el mundo, narra para Aleteia el joven presbítero quien descubrió su vocación, al asistir como monaguillo, al misionero irlandés Demetrio Molloy, fundador del seminario, entonces obispo de una de las regiones más pobres del país.
Tiernas, vivaces, dulces y motivadoras así resonaban las voces de los pequeños en las aulas de “San Juan María Vianney”, era el nombre que llevaba el seminario menor fundado desde hace más de 25 años en la región.
“Hasta el momento son 36 los sacerdotes que hemos descubierto nuestra vocación aquí”, confiesa el recién nombrado párroco de la catedral de Huancavelica.
Herederos de una ancestral tradición musical
“Me aventuré a soñar. Quise darles a estos niños la posibilidad de seguir perfeccionando el arte por la música sacra que estaba comenzando a nacer en la sierra sur del Perú”. “Así que me decidí y fui tras de él”. Se trataba de un órgano tubular. El sueño que parecía inalcanzable se pudo conseguir luego de cinco años de espera. La obra del misionero irlandés no podía parar.
“Escribí sendas cartas a Italia, Francia, Irlanda, Canadá, Alemania, Estados Unidos, España Australia. Nadie podía financiar la compra de tan preciado instrumento”. Se necesitaban 100 mil euros para adquirir uno de los más baratos. No desistió.
Siempre consideró importante la labor iniciada por el obispo irlandés, a través del canto y la música andina buscaba devolverle a los andes la revaloración de su idiosincrasia en medio de la violencia subversiva que se había asentado en la década de los 80 y principios de los 90 en el país.
La música se había convertido en la región en el mejor camino que los niños y jóvenes encuentran para su desarrollo. “Partimos del principio que todos los niños tienen talento musical tan solo necesitan una orientación”, es lo que siempre decía el obispo Molloy. El órgano tubular complementaría su formación en el arte de la música. Luego de tanto batallar el sacerdote consiguió dos órganos tubulares para tan ambiciosa obra.
“El Gregoriano de los Andes” está en Huancavelica
Permanecieron en cajas por más de cuatro años hasta que el organero Rubén Pérez llegó a Perú para ensamblar uno de ellos en el Seminario Menor de Huancavelica. Se trataba de dos instrumentos de la casa Austín que datan de 1920 y 1960 respectivamente. El sorprendido presbítero no puede creer que este sueño se está cristalizando. El proyecto busca implementar una escuela de música en los Andes.
En 2013 llegó una carta de Estados Unidos con una buena noticia nos donarían dos órganos tubulares, tres órganos electrónicos, y un piano. Llegaron todos en buque a Huancavelica cuando celebrábamos el primer aniversario de la muerte del Obispo Molloy.
“Me convencí cada vez más que era él quien nos enviaba éste regalo desde el cielo”, una de estas joyas musicales nos llegaba de San Patricio, el Santo Irlandés de especial devoción del misionero Demetrio.
Aún está pendiente la instalación de uno de ellos, el padre Carlos continuará con esta misión. Desde los tiempos de la colonia en el país existen diferentes tipos de órganos tubulares que se han abandonado hasta convertirse en inservibles. Huancahuanca es un pueblo en Huancavelica hasta donde llegó el padre Carlos con la intención de rescatarlo. En estas mismas condiciones existen otras piezas históricas coloniales en total abandono.
Mientras los niños en Huancavelica aprenden a tocar flauta, violín, y piano ahora harán lo mismo con los órganos tubulares. En el Seminario Menor tenemos también un órgano electrónico instalado para los ensayos de los alumnos, donación del Arzobispado de Colonia (Alemania). De esta forma el sacerdote pide se revalore estas piezas musicales para el desarrollo de los pueblos.