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Cómo amar el cuerpo que Dios te dio, incluso en traje de baño

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Caryn Rivadeneira - publicado el 15/05/17
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Al cambiar nuestra perspectiva interior, podemos cambiar la forma en que nos sentimos con nosotras mismas

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Las mujeres estamos acostumbradas a que nos digan qué pensar sobre nuestros cuerpos. Allá donde miremos, siempre hay algún “experto” que nos dice cómo podemos ser más delgadas, fuertes, hermosas o sanas. Y no hay motivación mayor para sentarnos y prestar atención a esos expertos que la llegada del verano y la temporada de los vestidos veraniegos y los trajes de baño.

Pero aunque el querer tener buen aspecto y estar sanas y fuertes son cosas buenas, sabemos muy bien que estas ideas pueden llevarnos demasiado lejos y dejarnos en la ruina física o mental e incluso desarrollar una aversión hacia nuestros propios cuerpos imperfectos.

Esta perspectiva, según Christine Valters Paintner, doctorada en Espiritualidad Cristiana, abadesa virtual de AbbeyoftheArts.com y autora del libro The Wisdom of the Body: A Contemplative Journey to Wholeness for Women [La sabiduría del cuerpo: un viaje contemplativo a la plenitud como mujer], no es la visión que deberíamos tener sobre nuestros cuerpos ni nuestras vidas.

Paintner empezó a explorar sus propios problemas corporales cuando le diagnosticaron una enfermedad autoinmune justo después de terminar la universidad, a los 21 años.

“Esta misma enfermedad había causado estragos en el cuerpo de mi madre”, afirma Paintner. “Me hizo iniciar una travesía, que todavía continúo, para aprender a amar mi cuerpo con todas sus alegrías y dificultades”.

Su descubrimiento ha contribuido en el trabajo con mujeres a través de ayuda y dirección espiritual para descubrir la “plenitud” que ella misma siente.

“Nuestra cultura también fomenta mensajes omnipresentes que establecen el valor de nuestros cuerpos y nos ofrecen miles de maneras de gastar dinero para mejorarnos”, critica Paintner. “Esta crítica, por supuesto, se interioriza, de modo que tenemos en nuestra mente un flujo constante de pensamientos críticos sobre nuestro cuerpo. Esto nos consume en muchos niveles, en el cuerpo, en el corazón y en el espíritu”.

Y este es el problema al que nos enfrentamos muchas de nosotras. Incluso cuando buscamos “mejorarnos” en el exterior, nos estamos destruyendo en el interior. Nuestras almas sufren por el bien de nuestros cuerpos. Y eso es un error evidente, según Paintner.

“Hemos externalizado demasiado la perspectiva de nuestros cuerpos”, explica. “Para la mayoría de nosotras, nuestra perspectiva está completamente filtrada por cómo imaginamos que los demás ven nuestros cuerpos y nos preocupamos por cómo nos juzgarán”.

Pero podemos aspirar a más, propone Paintner: “Se produce un cambio enorme simplemente cuando asumimos una perspectiva interna y nos preguntamos ‘¿cómo se siente ahora mi cuerpo? ¿Qué le aportaría rejuvenecimiento, placer, descanso o alimento?’. Cuando reclamamos nuestra propia autoridad y nos abrimos a una conversación con nuestros cuerpos, podemos descubrir un inmenso pozo de sabiduría sobre cómo movernos por la vida de una forma más amable y cariñosa hacia nosotras mismas”.

Este proceso hacia el descubrimiento no es fácil. Se empieza, según explica Paintner, por ser consciente de las veces que somos demasiado rígidas con nuestros cuerpos, tanto física como mentalmente.

“Es una travesía y un proceso lentos”, añade Paintner. “Empezamos por dar la bienvenida a nuestras experiencias corporales de una forma consciente, entablando amistad con la diversidad de sentimientos que encontramos”.

“Es muy parecido a la práctica de la meditación: aprendemos a ser más conscientes de nuestros pensamientos. Cuando surgen las autocríticas, podemos aprender a recibirlas con compasión en vez de aumentar los juicios”.

“Podemos aprender a reducir nuestro ritmo y comprobar regularmente el estado de nuestros cuerpos simplemente con tres respiraciones lentas y profundas y dirigiendo nuestra atención hacia nuestro interior durante un minuto y preguntándonos cómo nos sentimos en ese momento. Estas sencillas acciones ayudan de verdad a revertir ese ciclo vicioso y a ofrecer formas contemplativas de llegar a estar más presentes en nuestra sabiduría corporal”.

Aprender a rechazar los mensajes culturales sobre nuestros cuerpos y nuestros propios pensamientos negativos puede “tardar toda una vida”, dice Paintner; pero “sin duda merece la pena”.

A medida que nos aproximamos a la temporada de baño, quizás deberíamos tener en mente algunos de los ejercicios de Paintner “orientados al proceso en vez de al producto”, que lleva años enseñando a mujeres:

Aceptar la invitación

“Estas invitaciones a la meditación, al movimiento y a la expresión creativa son formas de entrar en un encuentro con nuestros cuerpos, más allá de nuestras mentes verbales y lineales, y dentro de los aspectos intuitivos y receptivos de la sabiduría corporal”, explica Paintner. “El objetivo aquí no es el fitness ni perder peso, sino más parecido a una oración, que es una forma de cultivar las relaciones. El foco está en el mismo proceso de descubrimiento”.

Ablandar la armadura

Según propone Paintner, “empezad simplemente por bajar el ritmo lo suficiente como para escuchar los mensajes de vuestro cuerpo. Permitíos el tiempo de tres respiraciones largas y profundas. Considero que el primer paso es recuperar la suavidad, reblandecer la armadura física que se ha ido construyendo durante los años. Pero los ejercicios que trabajan con la respiración y los movimientos suaves pueden hacernos más conscientes de todos esos lugares de tensión y represión. Cuando trabajamos de forma suave el cuerpo físico, encontramos también alivio emocional y espiritual. Todo está conectado”.

Haced preguntas y ampliad la gracia

A Paintner le gusta presentar a la gente a la santa Hildegarda de Bingen, la abadesa benedictina del siglo XII especialista en hierbas curativas, y su idea sobre viriditas, es decir, “el poder reverdecedor de Dios”. Con esta idea, Paintner invita a la gente a “cuestionar todo lo que hacen y valorar si nos revitaliza o nos consume”. Esto supone preguntarnos si una actividad o un producto o un proceso “aportará un sentimiento de abundante plenitud” en nuestra vida.

“Uso frecuentemente esto como herramienta de discernimiento”, asegura Paintner. “El otro elemento fundamental es no caer otra vez en los juicios cuando tomo elecciones erróneas, sino aceptarme con bondad y amor”.

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