El “vaulting” se ha transformado en una disciplina ecuestre con gran proyección en el país sudamericano
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Alzar el vuelo sobre el lomo de un caballo es un reto que se impone una familia peruana. Con tan solo siete años, Thiago se mantiene de pie con las manos extendidas, sobre el lomo de “Secuoya”, un hermoso equino de lomo ancho y mirada serena. Melissa, de once, ejecuta un príncipe en el cuello con sorprendente solvencia. Mientras que Leonora, logra una impresionante media bandera.
Contagiados por esta pasión de sus padres, los niños practican entusiastas esta disciplina llamada “vaulting” (danza al galope). Adán Maldonado y Virginie Quiroga juntaron sus vidas para iniciar un proyecto inédito entre las disciplinas ecuestres en el país. El equipo peruano se convirtió en bicampeón luego de participar en el primer campeonato internacional en Argentina.
Virginie practica equitación desde los seis años. Sin embargo, cuando viajó a Francia para estudiar sociología conoció esta nueva disciplina ecuestre, que consiste en realizar una serie de figuras armoniosas – una combinación de gimnasia, acrobacia y danza sobre el lomo de un caballo. El “vaulting”.
Escuela pionera en Perú
Especialista en equilibrismo sobre ruedas. Adán es hijo de una reconocida figura del circo peruano. Como su padre se hizo acróbata. De regreso a Lima, Virginie anduvo buscando un maestro en este arte. Desde que lo conoció quedó prendida de sus habilidades para lanzar su cuerpo por los aires. Maestro y alumna se volvieron grandes amigos.
Ella siempre le hablaba de caballos, él de acrobacias y circos. Si había alguna actividad que pudiera unir sus dos respectivas pasiones, esa era esta disciplina ecuestre. Se enamoraron y mantuvieron viva esta pasión. Juntos decidieron establecer en el Perú la primera escuela de “vaulting”, que funciona en el Club Ecuestre de Huachipa.
En 2012 después de llevar cursos en Uruguay, y de recibir una intensa capacitación directamente de una importante jueza de esta disciplina de Estados Unidos Valery Carter, esta pareja de emprendedores peruanos se lanzaron en esta aventura que se práctica en Europa.
Vaulting une a familia peruana
“Necesitábamos un caballo fuerte, ancho y sobre todo noble”, comentó esta pareja para un diario local . “Secuoya” era perfecto. Había nacido para el “vaulting”. Con mucho esfuerzo la pareja logró brindarle una mejor educación a esta bestia. Ellos le enseñaron que a las personas no se les pasa por encima, le enseñaron a tolerar la presencia de extraños, el ruido y el contacto súbito. Aprendió a galopar, lo adiestraron en círculos, saltos, caminatas, trotes de varias intensidades. Lo convirtieron en todo un atleta.
El equino que antes había formado parte de la Policía Montada estaba siempre a la salida de partidos de fútbol y en manifestaciones. Sufría golpes y cortes. Vivía intensamente. Ahora se había convertido en parte de esta hermosa familia de siete integrantes.
Thiago, el hijo mayor de éste matrimonio peruano, dibuja una pirueta montado en los hombros de su padre, mientras su madre conduce al buen “Secuoya”. Tomás el pequeño de año y medio estira sus manitas hacia el animal, él sólo desea dar un paseo, sobre el lomo de éste tierno caballo.
Proyecciones de esta disciplina en Perú
Enfrentaron a representantes de Francia, Suiza y Brasil, durante el primer campeonato internacional de “vaulting” en Argentina. El como volteador y ella como la conductora, “la que monta el caballo desde el piso” al competir con especialistas en esta disciplina, participaron sin ninguna otra ambición que la de ganar experiencia. Durante el campeonato ellos no lo hicieron solos los acompañó Thiago, el mayor de sus hijos, quien esta vez obtuvo la medalla de plata. Adan fue coronado como campeón por segunda vez.
Ahora se han propuesto seguir desarrollando el “vaulting” en el país. Hacer crecer la escuela y así compartir esta pasión con más gente. Esta familia acaba de inaugurar una nueva sede en el centro ecuestre “Luz de Luna” en el distrito de Chorrillos, en la ciudad de Lima. Adán y Vriginie están dispuestos a hacer crecer esta disciplina en otras ciudades.
El percherón va por una zanahoria, es momento de descansar. Mientras Thomas espera el anhelado paseo Adán y Virginie agradecen a la vida el haberlos juntado y ver florecer sus sueños al lado de sus hijos.