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"Cada hombre es una historia de amor que Dios escribe en esta tierra, cada uno de nosotros es una historia de amor de Dios. A cada uno de nosotros, Dios llama […], nos conoce por nombre, nos mira, nos espera, nos perdona, tiene paciencia con nosotros", dijo el papa Francisco el 17 de mayo de 2017 en la audiencia general en la Plaza de San Pedro.
Ante 15.000 fieles congregados en el Vaticano, el Obispo de Roma volvió a presentar a María Magdalena como "apóstol de la esperanza". (Jn 20, 15-18ª).
"Jesús la llama: ¡María!". Y este llamado por el nombre es una revolución "destinada a trasformar la existencia de cada hombre y mujer" más allá de la muerte, signo de la esperanza y la resurrección.
Los "lazos más auténticos no se rompen ni con la muerte": "hay quien sigue amando incluso si su ser querido se ha ido para siempre", explicó el Papa.
Además, remarcó la fidelidad de las mujeres que en los cementerios, "devotas por años" mantienen vivo el recuerdo de alguien que ya ha muerto.
María Magdalena y perder un ser querido
Francisco invitó a mirar a María Magdalena, la primera persona en encontrarse con Jesús resucitado. Ella representa a las personas que han perdido algo muy querido.
"Se acercó al sepulcro con el corazón colmado de la tristeza y la soledad de quien ha perdido un ser querido. Y al llegar allí, el dolor y la desilusión de no encontrar el cuerpo de Jesús le impedían verlo y reconocerlo vivo".
"Nuestra vida, tantas veces cargada de esas mismas experiencias de soledad, de vacío y de dolor, se ve transformada por la presencia de Dios, que mucho antes de que nosotros lo busquemos, sale a nuestro encuentro, nos llama por nuestro nombre, y nos dice: Levántate, no llores más, porque he venido a liberarte".
Un Dios soñador
El Papa insistió en su catequesis:
"Jesús no es uno que se ajuste al mundo, tolerando que en este persista la muerte, el sufrimiento, la tristeza, el odio, la destrucción moral de la gente ... Nuestro Dios no es inerte. Pero, nuestro Dios, permítanme la palabra, es un soñador. Sueña la transformación del mundo, y la ha realizado en el misterio de la resurrección".
"A María le gustaría abrazar a su Señor [...] Y así, la mujer, que antes de conocer a Jesús estaba a merced del maligno (cf. Lc 8,2), ahora se ha convertido en un apóstol de la nueva y mayor esperanza".
"En la hora del llanto y el abandono, al oír el Jesús resucitado, que nos llama por nombre. Y con el corazón lleno de alegría ir a anunciarlo: "He visto al Señor" (vs. . 18), ahora soy otro, diverso, soy otra persona, he cambiado porque he visto el Señor, esta es nuestra fuerza, esta es nuestra esperanza", concluyó.
Perseverar en la oración
Por último, saludó a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica.
"Les animo a perseverar en la oración y en la escucha de la Palabra de Dios, para que en los momentos de dolor y abandono, sientan cómo Jesús resucitado los llama por su nombre, y salgan con el corazón lleno de alegría a anunciar a todos la Buena Noticia de la Resurrección. Que Dios los bendiga".
El 10 de junio de 2016, por decreto, el papa Francisco estableció la fiesta de María Magdalena en el calendario romano.
Desde entonces, cada 22 de julio, la Iglesia festeja a la mujer que fue primer testimonio de la resurrección de Jesús de Nazaret.