Aún hoy mucha gente se para a rezar a esta imagen muy especial en el viale Trastevere de Roma
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Hay un muro, en el viale Trastevere, frente al que no es difícil ver a alguien orando, de espaldas a los autobuses, tranvías y coches. Del otro lado del Ministerio de la Educación, en la pared limítrofe con un campo deportivo, aparece un nicho semicircular, en el que está custodiada una virgencita en actitud de oración.
La edicola o nicho fue realizada a principios de 1944 por el escultor Arrigo Minerbi y fue dedicada a la “Virgen protectora de los huérfanos” de Don Orione, instituto que el año anterior (1943) ocupaba el edificio que se ocupaba, valga la redundancia, de acoger a los huérfanos. Todavía hoy una grieta en la pared invita a dejar ofertas: “pan para los huérfanos”.
La imagen, protegida por un vidrio, está hecha de barro colorado (sobresale el azul del vestido y el fondo ocre), y el gablete en caliza da un toque de monumentalidad a la obra.
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La Virgencita fue objeto de gran devoción desde su construcción y todavía hoy está siempre rodeada de flores frescas y velas votivas. Son cientos los votivos que han ido dejando los fieles en todo el muro y casi sepultan la edicola. Placas y objetos de todas las formas y dimensiones. Las más viejas se remontan a los años 50 y están casi borradas.
Muchas tienen simplemente la inscripción P.R.G (“por gracia recibida”), otras dejan entrever historias de curaciones, conversiones, hijos que llegaron tras una larga espera y muchas oraciones. En una placa de 1954 se lee: “Muchas veces pedí… muchas veces recibí”, en otra de 1961: “Tuve fe y recibí”. Otra dice: “Bajo tu manto busco ayuda y encuentro protección y auxilio”.
Un devoto reinterpretó un lema y escribió: “Vine, vi, oré, vencí”. Hay una placa significativa del 31 de diciembre de 1964 que dice: “Virgen, los huérfanos te agradecen”. Algunas placas son recomendaciones para quien pasa. En una gran lápida de mármol (1971) se lee: “Desempleados y afligidos por cualquier motivo: dejen de sufrir, ¡encomiéndense a la Virgen!”
Sigue el testimonio de las gracias obtenidas “con el sistema de rezarle, agradecerle, darla a conocer”. Es decir, “no te preocupes, si te has confesado bien, lo esencial es: pedirle a la Virgen con humildad, confianza e insistencia”.
Una placa firmada por Tatiana Lazzari, dice: “Abran sus corazones porque nada es imposible, denle la oportunidad y Ella y los conducirá más allá de la puerta de la esperanza”. Rodolfo pone en boca de la Virgen un llamamiento a los transeúntes: “Querido hijo, te acompañaré por esta calle, si de corazón me dices: ¡Ave María!”.