Respira en mí,
oh, Espíritu Santo,
para que mis pensamientos
puedan ser todos santos.
Actúa en mí,
oh, Espíritu Santo,
para que mi trabajo, también
pueda ser santo.
Atrae mi corazón,
oh, Espíritu Santo,
para que sólo ame
lo que es santo.
Fortaléceme,
oh, Espíritu Santo,
para que defienda
todo lo que es santo.
Guárdame pues,
oh, Espíritu Santo,
para que yo siempre
pueda ser santo.
Oración atribuida a san Agustín de Hipona