Un trastorno neurológico sobre el que muchos profesionales no se ponen de acuerdoEs un niño demasiado activo, no para quieto, es imposible que se concentre en lo que está haciendo. Es impulsivo, no mide sus palabras e incluso tiene comportamientos arriesgados. ¿Es simplemente un niño “inquieto” o hay algo más?
Para algunos, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es la “enfermedad de moda” inventada cuando no se quiere afrontar un problema educativo. Para otros, se trata de una manera de “catalogar” a los niños que “se salen del canon” que la sociedad impone, y de tratar como “enfermedad” lo que no es más que un problema de carácter o comportamiento. Para quienes viven con el trastorno – incluso sin diagnosticar – puede ser una fuente de rechazo, frustraciones e incluso depresión y fracaso personal y social.
¿Qué dicen los expertos? Pues a pesar de que hay voces discordantes que interpretan que no se trata de un trastorno médico sino de una construcción social, gran parte de la comunidad científica coincide en que sí existe una base biológica y psicológica para hablar de TDAH.
Según varios estudios, se ha detectado que dos sustancias químicas que utilizan las neuronas para comunicarse entre sí, dopamina y noradrenalina, están alteradas en los niños con TDAH, pero no en sujetos sanos. Así, mientras tales compuestos abundan en los ganglios basales y en el lóbulo frontal de personas normales, no están disponibles en suficiente cantidad en las personas hiperactivas.
¿Qué es – y qué no es – el TDAH?
Tal y como lo define la literatura médica, el TDAH es un trastorno que se caracteriza por la dificultad en concentrarse, la impulsividad e hiperactividad motoria, de tal manera que dificulta e impidiendo a veces el desarrollo normal, la integración y la adaptación social de los niños y adolescentes e incluso, pasando los años, de los adultos que lo padecen.
Además, el TDAH, sobre todo cuando no es tratado convenientemente, puede ser la base de otro tipo de trastornos como consecuencia de la mala integración personal y social de esta persona: depresiones, inadaptación social, fracaso personal, baja autoestima, etc.
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¿Cuál es el problema a la hora de detectar el TDAH? Pues que hace falta una formación específica y, sobre todo, mucha experiencia clínica para poder diagnosticar el trastorno, sin confundirlo con un problema de comportamiento o con el carácter o con un retraso madurativo del niño.
Por ejemplo, un niño que esté “distraído” en clase, o que muestre problemas de comportamiento no es necesariamente un TDAH. Podría ser un niño con altas capacidades intelectuales que simplemente se aburre, o enmascarar otros problemas como malos tratos o separación de sus padres.
Otro enfoque importante: el TDAH tiene un componente hereditario en un 80%. Son varios los estudios que muestran que la forma de educar no es la causante del trastorno.
Algunas de las manifestaciones del TDAH son, según los manuales de psiquiatría:
- Dificultades para organizarse con la sensacion de no alcanzar los objetivos.
- Realización simultánea de diversas tareas, sin haber finalizado las anteriores.
- Tendencia a decir lo primero que pasa por la cabeza sin reflexionar.
- Una búsqueda habitual de estímulos nuevos con facilidad para distraerse.
- A menudo es una persona creativa, con gran iniciativa y muestras de impaciencia.
- Problemas para desenvolverse a través de los cauces establecidos, siguiendo el procedimiento “adecuado”.
- Impulsividad verbal o en acción y sensacion de inseguridad.
- Tendencia a preocuparse innecesariamente de forma interminable.
- Cambios en el estado de ánimo y en las actitudes con manifestaciones de inquietud.
- Problemas crónicos de autoestima, relacionados con el rechazo del entorno.
- Historial familiar de TDAH, enfermedad maníacodepresiva, depresión, abuso de sustancias u otros trastornos de control de los impulsos o del estado de ánimo.
- Insomnio
Para poder diagnosticar correctamente el TDAH (y no llamar hiperactividad a lo que no es), es fundamental que haya una colaboración e integración entre pediatras, educadores, psicólogos y psiquiatras, y sobre todo con los padres de familia.
Precisamente porque los síntomas del TDAH pueden confundirse con etapas madurativas normales de la infancia, es muy importante hacer un seguimiento multidisciplinar, para comprobar que esos comportamientos adquieren una cierta gravedad e incontrolabilidad, y que las terapias conductuales y las pautas educativas no funcionan, porque hay “algo más”.
Artículo realizado en colaboración con Javier Fiz Pérez, Psicologo, Profesor de Psicología en la Universidad Europea de Roma, delegado para el Desarrollo Cientifico Internacional y responsable del Área de Desarrollo Científico del Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP).