Obispo local autoriza la publicación de las conversaciones de Alicja Lenczewska con Jesús
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Alicja Lenczewska recibió un regalo poco usual de Jesús: hablaba con él no en la forma habitual de la oración, sino en conversaciones místicas. Ahora, el obispo de Szczecin, Polonia, ha dado su permiso para la publicación de las notas de estas conversaciones.
Un relato así, y desde Polonia, podría traernos a la memoria a la gran santa de la Divina Misericordia, santa Faustina. Pero Lenczewska nació el 5 de diciembre de 1934, en Varsovia, y falleció hace poco menos de 15 años.
Criada en el sufrimiento
El padre de Alicja murió en 1939 así que Alicja, junto a su hermano mayor, fue criada por su madre. Cuando los nazis invadieron Polonia y tomaron el control de Varsovia, la familia se mudó con unos familiares a la cercana ciudad de Rzeszów.
Con el final de la guerra en 1946, se mudaron a Szczecin, donde Alicja completó la educación primaria y la secundaria. A pesar de las dificultades, su madre garantizó la educación religiosa de los hijos, asegurándose de que siempre iban a misa los domingos y rezando juntos diariamente.
Cuando Alicja se graduó del instituto, empezó a trabajar como profesora en el pueblo de Bana. Poco después, fue ascendida al puesto de inspectora escolar en Gryfino. Por entonces se había inscrito en el partido comunista. Como admitiría más tarde, en aquella época su vida iba en desacuerdo con la doctrina de la Iglesia.
Lenczewska se sacó un máster en Pedagogía en Gdansk y entre 1966 y 1975 trabajó como profesora de instituto de Economía doméstica y Mecánica en Szczecin.
Cuando la madre de Alicja cayó enferma, ella se convirtió en su cuidadora, ayudándola hasta el día de su muerte en 1984. Perder a su madre fue algo traumático para Alicja, pero su dolor la condujo, a ella y a su hermano, a involucrarse con la Renovación en el Espíritu Santo. Empezó a descubrir a Jesús y pronto se percató de que quería consagrarse a Él.
Un retiro en Gostyń en 1985 marcó el comienzo de una increíble serie de gracias: durante una comunión, le fue concedido el don de las conversaciones y los encuentros místicos con Jesús. Este don continuó desde 1985 a 2012, hasta su muerte.
Alicja registró los consejos espirituales recibidos y el contenido de sus conversaciones con Jesús en dos textos Świadectwo [Testimonio] y Słowo pouczenia [Una palabra de instrucción].
Escribió sobre la “magnitud del magnífico y único amor” de Dios, que solamente podía causar que uno “llorara por la ingratitud propia”. Habló con Jesús del papel de un confesor en el sacramento; Jesús contestó que Él es “mis labios, mis manos y mi corazón latiendo entre vosotros”.
“Todo lo que tenéis y todo lo que sois es mi regalo de Amor”, dijo Jesús a Alicja. Él enfatizó la importancia de la Eucaristía, recordándole que Él quiere ser invitado a la vida de todas las personas. Además, Él advirtió sobre la recepción abusiva de la Sagrada Comunión y su desacralización.
La relación de Alicja con Nuestro Señor llegó a definir toda su vida. Nada le importaba más que Su presencia y amor; dedicaba su tiempo y su dinero a su servicio. Un director espiritual la apoyó y guió durante estos años.
Las anotaciones de su diario recogen palabras de Jesús pidiendo a la gente que rece y que confíe. Él le enseñó a trabajar con paciencia y compasión, así como a reaccionar con amor a los demás. Según escribió en su cuaderno: “El amor más grande es aceptar parte de Mi sufrimiento participando en él”.
Las conversaciones con Jesús, según se cuenta en los escritos, se caracterizan por la simplicidad del mensaje y por su amor.
Alicja se dedicó completamente a Jesús y a ayudar a otras personas. Hacía trabajos voluntarios en la oficina de la parroquia del Corpus Christi y era miembro de la Familia del Corazón del Amor Crucificado, donde en 2005 pronunció sus votos perpetuos.
Gradualmente, sus “encuentros” con Jesús se hicieron cada vez menos frecuentes y, finalmente, cesaron por completo. El 7 de diciembre de 2011, diagnosticaron cáncer a Alicja y fue internada en un hospicio. Falleció el 5 de enero de 2012 en Szczecin.
En sus notas, Lenczewska insta constantemente a la conversión. Cada persona está llamada a la santidad, explica, a relatar las enseñanzas de Cristo, aunque todos necesitamos amor y confianza para poder caminar en santidad. “Deberíamos amar a Jesús en las demás personas, ya que Él quiere ser amado así. No deberíamos buscar el amor en abstracciones (…) La plenitud del mal vendrá, como Me sucedió hace dos milenios (…). Vendrá seguida del milagro de la resurrección de la fe y el amor (…)”.
[Este artículo fue publicado originalmente en la edición polaca de Aleteia]