Además de vivir su fe en la tierra de los Padres de la Iglesia, ¿qué pudo haber impulsado a los dominicos del siglo XVIII a instalarse en el corazón de la llanura de Nínive?
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Hasta el 7 de julio, esta exposición en el convento dominicano de Santa María sopra Minerva presenta un conjunto inédito de manuscritos iraquíes –fechados entre el siglo XIII y el XIX–, así como fotografías excepcionales del antiguo fondo fotográfico del convento de los dominicos de Mosul (Irak).
Fueron estos tesoros los que empujaron a los hermanos predicadores a instalarse en Mosul a partir de 1750. A lo largo de los siglos y hasta nuestros días, se han ido sucediendo para conservar y analizar estos manuscritos, a veces asumiendo grandes riesgos. El padre Najeeb Michaeel logró salvar arriesgando su propia vida un buen número de estos manuscritos de valor incalculable, cuya destrucción estaba prevista por las tropas del grupo Estado Islámico en 2014.
También es posible admirar durante algunos días obras como un libro litúrgico de 1723, llamado “ciclo”. Contiene las lecturas evangélicas de los domingos y festivos según el ordo de Mosul. Ha sido copiado en siríaco para la iglesia de San Jorge de Shiez, anotado y encuadernado en la iglesia de la aldea vecina de Mar-Ya qub (o Yaqo), donde se habían instalado los dominicos.
Este manuscrito siro-oriental tiene la particularidad de estar fechado según la era conocida como “de la Ascensión de Nuestro Señor” (que comienza en el 30-31 d. C.). El copista-pintor firma con su nombre, Elías, y la mención: hijo del padre Daniel. Contiene pinturas con cruces y escenas evangélicas, como la entrada de Jesús en Jerusalén sobre un asno.
Entre las fotos que acompañan a los otros documentos, una de ellas con fecha de 1956, muestra a unos dominicos sentados ante la estatua colosal de uno de los dos toros alados androcéfalos de Nimrud, que fechan del siglo VII antes de Cristo. La estatua fue destruida en 2015 por Daesh.
En el origen de este evento inédito figura la embajada de Francia ante la Santa Sede. La embajada ha contribuido a traer a Roma una gran parte de la exposición Mesopotamia, cruce de culturas, organizada en los Archivos Nacionales de Francia en junio de 2016 en París.
Presente en la inauguración, en compañía de numerosos prelados, estaba el embajador de Francia ante la Santa Sede, Philippe Zeller, que manifestó su deseo de que la exposición permita “sencillamente que estos cristianos sean más conocidos y más cercanos a nuestras preocupaciones”. Presente también estaba el cardenal Leonardo Sandri, que ha recordado que se encuentran ante “documentos de la fe que han hecho posible la celebración de liturgias, el estudio de la Biblia y la profundización en otras materias a nuestros hermanos y hermanas de antaño”.