La directiva del presidente Trump congela el deshielo
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Lo que había logrado en 2014 el Papa Francisco, con la ayuda del gobierno de Canadá y la anuencia de los presidentes de Estados Unidos y Cuba, Barack Obama y Raúl Castro, respectivamente, lo acaba de sepultar las nuevas disposiciones del presidente Donald Trump
Congelar el deshielo
Con la reinstalación de las restricciones a los viajes de estadounidenses a Cuba y a las transacciones que ciudadanos de este país pueden tener con empresas controladas por el gobierno cubano, sobre todo en lo que se refiere a la industria turística, concretamente a las empresas gestionadas por el conglomerado militar Grupo de Administración Empresarial (GAESA), presente en negocios de hoteles y restaurantes, Trump da marcha atrás a la apertura que comenzaba a consolidarse entre los dos países.
Se trata –aunque parezca una total paradoja—del congelamiento del deshielo producido en los últimos años entre dos países emblemáticos de América: Estados Unidos, con su potencial financiero, económico y su peso político, y Cuba, régimen comunista que exportó gran cantidad de movimientos anti estadounidenses desde que Fidel Castro derrocó a Fulgencio Batista allá por los últimos años de la década de 1950 del siglo pasado.
Las ilusiones de los isleños han terminado. Por lo pronto, el presidente Trump ha dicho el pasado viernes en Miami (Florida) que “el levantamiento de restricciones a los viajes y al comercio por parte del gobierno anterior no ayudan a los cubanos; solo enriquecen al régimen de Cuba”.
Más de medio millón de turistas
Desde luego, el tema pega directamente a los recursos que el gobierno cubano obtiene del control de restaurantes y hoteles para turistas, sobre todo para turistas estadounidenses, pero también golpeará a la reciente creación de pequeños empresarios cubanos que estaban guiando a los turistas o proponiendo negocios alternativos a los visitantes del país del norte.
En total, 614,443 estadounidenses visitaron Cuba en 2016, incluidos 329,496 cubano-estadounidenses, según el gobierno de La Habana. Pero todo esto quedó atrás este viernes 16 de junio: de nueva cuenta volverán las restricciones a los viajes (permiso especial para ir a Cuba) y las inversiones (continuidad del bloqueo comercial iniciado desde que John F. Kennedy era presidente de Estados Unidos).
En el discurso de la firma de la directiva que revierte los acuerdos logrados en 2014, en la sede del Teatro Manuel Artime de Miami, el presidente Trump (quien fue ayudado en la redacción de dicha directiva por el senador de origen cubano Marco Rubio) apuntó que estaba cancelando “un acuerdo completamente unilateral con Cuba de la administración anterior”.
Un acuerdo mejor
Como sucedió con el “Obamacare”, el mandatario estadounidense ha dicho que buscará “un acuerdo mejor” con Cuba y esto pasará si ocurren tres acciones en la isla: que se convoque a elecciones supervisadas por observadores internacionales; que se libere a los presos políticos y se legalice el sistema de partidos políticos.
Mientras Trump decía que “no seguiremos callados ante la opresión comunista”, el exilio cubano, casi todo concentrado en Miami, celebraba con júbilo las medidas adoptadas por la reciente administración mientras que los cubanos en la isla volvieron a encogerse de hombros, pues para ellos estas restricciones no son ninguna novedad, según consigna en un amplio reportaje The New York Times en español.
Por su parte, el gobierno de Raúl Castro, que se prepara para la elecciones el próximo 2018, ya sin la presencia del propio Raúl en la boleta electoral, calificaba la directiva de Trump de “retórica hostil” y de “retroceso” en las relaciones entre los dos países, según el editorial del periódico oficial de Partido Comunista Cubano, Granma.
¿Será ésta la reedición de la Guerra Fría?