Una religiosa alemana maneja igual de bien el rosario que la manguera de incendios. ¡Su historia causa sensación en Alemania!
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La sonrisa de sor Andrea Stardermann rebosa amabilidad y honestidad. Pero detrás de esa bondad que emana su figura se esconde un carácter robusto. Y es que esta religiosa de la abadía de Santa Hildegarda de Eibingen, situada no legos de Rüdesheim, en Hesse, es bombera voluntaria desde hace tres años. Regularmente, cambia su velo por el casco, el escapulario benedictino por el uniforme ignífugo y las sandalias por las botas.
Junto a sus compañeros del cuartel de Rüdesheim, unas cuarenta veces al año participa en ejercicios o interviene sobre el terreno para ayudar a las víctimas. ¿Su especialidad? Asumir la responsabilidad de la provisión del agua durante los incendios. Pero en caso de urgencia, sor Andrea sabe también manejar la amoladora de ángulo con destreza para liberar a personas atrapadas. Con 52 primaveras, solo debió renunciar al manejo de los aparatos respiratorios, demasiado pesados, que los hombres usan con más facilidad.
Aplicada al cuidado tanto de su alma como de su cuerpo, sor Andrea encuentra en este ejercicio sorprendente un equilibrio perfecto, compatible con su carácter generoso y con las reglas impuestas por la madre superiora. Resta saber a cuál de sus dos vocaciones le será más fiel cuando venga Jesús “a traer fuego sobre la tierra”, como prometió en Lucas 12,49.