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Cubanos: El éxodo que no cesa

CUBA, HAVANA : A yellow ribbon is seen in a Cuban flag in Havana as part of a campaign for the freedom of the Cuban 5, on September 12, 2013. Cuba has waged a long campaign to win the release of the so-called "Cuban Five," who were arrested in 1998 on charges of spying on US military installations in south Florida. AFP PHOTO/ADALBERTO ROQUE

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Macky Arenas - publicado el 25/06/17
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Cuantos pudieron, dejaron la isla, no sin antes pelear duro contra un régimen frente al cual no tenían la menor posibilidad de victoria

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Todos conocemos la masiva partida de cubanos hacia el exterior, en varias oleadas, durante los primeros años de la revolución fidelista. La sangría se mantuvo durante todo el siglo XX.

Contrariamente a lo ocurrido en Venezuela con el gobierno chavista, Castro decidió cortar cabezas y expropiar hasta el oxígeno apenas llegó al poder, amparado por la Guerra Fría de los sesenta.

Cuantos pudieron, dejaron la isla, no sin antes pelear duro contra un régimen frente al cual no tenían la menor posibilidad de victoria. Gozaba de la protección rusa, de la mirada de reojo de muchos y de la incomprensión de un planeta que se rendía ante el carisma de un Fidel que anunciaba una revolución “verde como las palmas” con un escapulario al cuello.

Los intentos como la invasión de Bahía de Cochinos, fueron traicionados por el propio gobierno norteamericano. La URSS estaba muy lejos y no había experiencia previa de semejante opresión. Tampoco internet ni redes sociales que hoy dejan desnudos a los reyes. Las dictaduras “bananeras” que poblaban el continente eran conchitas de ajo comparadas con los procederes de Stalin y Kruschev.

Pedro Pérez Castro, cubano de origen, expreso político en las cárceles de la isla, miembro del buró del movimiento “Solidaridad de Trabajadores Cubanos” y residente en Venezuela por décadas, aclaraba en un reciente escrito: “En Cuba hubo una insurrección armada y después vino la imposición de una revolución también armada. En todo este largo proceso, ha habido casi 15 mil muertos, entre fusilados y desaparecidos; más de 200 mil presos políticos, en este infinito camino de confrontación que aún no termina.

Tuvimos una guerra contra un régimen depredador y totalitario comunista al que nos enfrentamos miles de hombres y mujeres a todo lo largo y ancho de nuestro Archipiélago. En Cuba, desde la Sierra Maestra, El Escambray, la montañas de Matanzas, y la Cordillera de los Órganos se abonó la tierra con la sangre de los alzados en armas contra el comunismo y que fuimos miles los que en las ciudades nos enfrentamos al monstruo en desigual batalla”.

Todo es rigurosamente cierto aunque para muchos, deficientemente informados, sea fácil creer que el cubano simplemente huyó.

El régimen de Venezuela, tutelado desde La Habana, lo ha hecho diferente. Ha ido poco a poco en la supresión de libertades. Como en la fábula de la rana y el agua caliente, ha caminado lento la ruta de la sujeción hasta copar por completo los poderes públicos, confiscar propiedades e imponer el terror.

Buscando el acostumbramiento que debilite las conciencias. “En cómodas cuotas”, como presagió al comienzo del drama un analista visionario. Los fusilamientos no hacen falta: han armado al malandraje, organizado colectivos delincuenciales y tratado con mano floja a los pranes quienes, aún desde las cárceles, ordenan crímenes y amasan fortunas. Una combinación letal de asesinatos en las calles, producto de la represión y la propia delincuencia, hace inútiles los paredones a donde Fidel llevaba opositores y clase media ilustrada. Así anuló la capacidad de respuesta de la sociedad.

Hoy, esa cobertura de totalitarismo comunista apodada “Socialismo del Siglo XXI”, que enmascara un auténtico programa contra el pueblo venezolano, ya pasa de largo ante el pedestal político para derivar en el más acabado y feroz terrorismo de Estado. Con el fin de servir de soporte a los programas sociales, engañosas dádivas que no se sostienen porque se las engulle la corrupción, llegaron a Venezuela cubanos por montones enviados por el gobierno de Castro.

Grandes grupos presentados como médicos y entrenadores deportivos que encubrían a otro tipo de enviados, gestores de una asesoría que atornillara las intenciones de Cuba en Venezuela: conquistar el terreno que la democracia betancourista siempre les negó pisar. Bochornosamente, 40 años más tarde, tomaron el control de sectores clave del gobierno venezolano, justamente los que comprometen la soberanía de una nación, con la venia del chavismo. La invasión que no pudieron concretar antaño por las armas hoy es una realidad por la vía de la incursión tolerada.

Pero así como llegan se van. Se las arreglan para no volver a la isla, escapando, contrayendo matrimonio con venezolanas, logrando refugio y posterior asilo en países vecinos o en el propio Estados Unidos. Un nuevo éxodo.

Es el éxodo del siglo XXI: cubanos producto de medio siglo de régimen comunista, nacidos y formados en la ideologización roja, no resisten la idea de volver y, aún a riesgo de represalias contra sus familias, asumen a Venezuela como trampolín para alcanzar la libertad.

Con razón Gorbachov, según testimonio del desaparecido cardenal venezolano Rosalio Castillo Lara –exgobernador de la Ciudad del Vaticano- le dijo al Papa Juan Pablo II en una visita: “Santidad, le confieso que durante 70 años intentamos sacar a Dios del corazón de la gente…y fracasamos”. Fue el propio pontífice quien lo confió al cardenal venezolano. Ya sabemos la fuerza con que renació la Iglesia y el sentimiento religioso en Rusia luego de la experiencia soviética.

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