Ciertamente no por ningún estatus terrenal
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La corona de laurel es un símbolo común empleado en el arte clásico cristiano. En el mundo antiguo la corona significaba muchas cosas y el cristianismo la adoptó para representar a hombres y mujeres santos.
En el mundo grecorromano, la corona se consideraba un signo de nobleza o rango social. Estaba reservada para aquellos con un estatus importante en la sociedad. Además, era costumbre entregarla a los victoriosos de los Juegos Olímpicos, además de a los líderes triunfadores de campañas militares.
En este contexto, la corona era un símbolo de estatus elevado y de victoria.
El cristianismo adaptó rápidamente esta imagen para sus propios propósitos y su significado simbólico puede encontrarse en varias partes del Nuevo Testamento.
Por ejemplo, san Pablo escribe: “El atleta no recibe el premio si no lucha de acuerdo con las reglas” (2 Timoteo 2,5). Más adelante, en la misma carta, continúa con la analogía: “He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su Manifestación” (2 Timoteo, 4,7-8).
En el libro de Santiago, vemos cómo destaca aún más este símbolo: “Feliz el hombre que soporta la prueba, porque después de haberla superado, recibirá la corona de Vida que el Señor prometió a los que lo aman” (Santiago 1,12).
La imagen se repite en otros cuantos pasajes del Nuevo Testamento y se retoma en el libro del Apocalipsis, donde se lee: “Y alrededor de [el trono], había otros veinticuatro tronos, donde estaban sentados veinticuatro Ancianos, con túnicas blancas y coronas de oro en la cabeza” (Apocalipsis 4:4).
Basándonos en estos pasajes, los santos son quienes justamente merecen una corona en el arte, representando su estatus privilegiado como residentes del paraíso y simbolizando su premio por “pelear el buen combate” y “concluir la carrera”. Este es especialmente el caso de los mártires, quienes soportaron semejante sufrimiento en la tierra.
Los santos han superado pruebas, soportado increíbles sufrimientos, aprobando así su examen para estar con Aquel a quien desean sus corazones. Han intercambiado la corona de espinas por una hermosa corona de gloria.