Es casi como si pudiéramos viajar en la historia reviviendo momentos registrados por fotografías
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Ya te debes haber topado con algún cajón o caja en casa que contenía reliquias de lo más inusitado: broches antiguos de una bisabuela, fotos del matrimonio de tus papás, dibujos y actividades que hacías en la escuela cuando eras chico, objetos y pertenencias estimadas, etc.
Más allá de los recuerdos agradables ofrecidos por esos objetos, vale la pena poner nuestra mirada en dirección a esos elementos, entendiendo el porqué puede ser extremamente rico mantenerlos a lo largo del tiempo.
Cada uno siente el paso de los días, meses y años de una manera muy particular. El reloj, el calendario y la rutina nos ayudan a organizar de manera bastante objetiva este curso de eventos que recorren nuestra existencia.
Existen, sin embargo, registros aún más significativos que nos estructuran internamente dentro de ese orden cronológico, trayendo el afecto a la memoria como elemento que nos conecta con esas épocas.
Es casi como si pudiéramos viajar por la historia reviviendo momentos registrados por fotografías, reconociendo antiguas amistades, cosas que nos gustaba hacer, lo que vestíamos, a quién nos parecíamos, cómo nos divertíamos…
Esas imágenes pueden venir acompañadas de historias individuales o compartidas, que ayudan a revivir esos recuerdos con las personas que estuvieron presentes en esos momentos.
Todo este conjunto de ingredientes va configurando narrativas que producen lecturas y entendimientos de la historia de cada uno, de manera que se puedan conocer y valorar las trayectorias que atraviesan ese mundo.
Cuestiones como quiénes somos, de dónde venimos, quiénes fueron las personas que formaron parte de nuestro crecimiento se destapan cuando descubrimos esos recuerdos, que nos ayudan a construir una identidad, reuniendo información, experiencia, fantasía y elaboración del “yo” a investigar.
Así como muchos adultos se dedican a preservar nuestra biografía, ayudar a nuestros hijos a conservar objetos, pertenencias, fotografías y memorias es un movimiento preciso que contribuirá de manera bastante potente para que, de vez en cuando, puedan acompañar su desarrollo, viendo esos recuerdos de acuerdo con lo que son capaces de asimilar en cada una de sus etapas.
Siempre se crearán cosas nuevas, ofreciendo reveladoras percepciones de sus propias historias y que sustentarán y tejerán los hilos de encuentro en esa búsqueda constante de lo que son y pueden ser.
Y eso puede hacerse de varias maneras: coleccionando objetos e imágenes en una caja, en un cajón o en un álbum; organizando diarios de vacaciones o de viajes especiales, que pueden contar con dibujos o pie de fotos, pequeños objetos pegados (una etiqueta de un jugo que se tomó en una ocasión especial, un boleto de cine o teatro, una hoja recogida en un paseo o parque, etc.), fotografías, y así sucesivamente.
Las posibilidades distintas ayudan también a los niños a construir un recorrido de recuerdos que son una delicia a rescatar.