Cómo no caer (y volver a caer) en equivocaciones que son propias de adolescentes
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Zapatos incómodos
¿Quién no ha sucumbido ante la tentación de comprar unos zapatos tan espectaculares como molestos? Si no puedes ni caminar en esos tacones, es un no (olvídate de la excusa de que los usarás únicamente para ir a eventos donde estarás el mayor tiempo sentada, porque basta con que lo digas para que ocurra algo que te haga caminar más que cartero en Navidad).
Si son duros, también es un no (primero destruyes tus pies antes de ablandarlos). Y si te pegan en alguna parte de tu pie, definitivamente no, así estén en oferta. Y es que no importa el atuendo que lleves, no hay nada peor que te duelan los pies, porque es imposible pasarla bien porque sólo puedes pensar en eso. Con esto no quiero decir que te olvides de los tacones (hay ballerinas que también son durísimas e incomodísimas), pero sí invierte en un buen calzado y sincérate con el modelo. Después de todo, son la base que te sostiene.
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No invertir en ropa interior
A veces le ponemos demasiada atención al vestido o pantalón que nos vamos a comprar y nos olvidamos de la parte fundamental de todo look: la lencería. Un sostén de la talla o diseño incorrecto o una panty que se marca toda, puede arruinar el mejor de los atuendos.
Es importante tener ropa interior pensada según lo que tenemos en nuestro clóset, variar los materiales, los tipos de corte y no temer a gastar un poco extra si las piezas lo ameritan (después de todo, protegen nuestras partes más delicadas).
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Idealizar las ofertas
A veces vemos una pieza fantástica y decimos: “Me voy a esperar a las ofertas”. ¿Y qué sucede? Cuando éstas llegan, no está o, peor, sí está pero ya no en nuestra talla. Con esto no quiero decir que te vuelvas compulsiva con las compras, pero si encuentras una prenda clásica que te queda bien y sabes que le darás un buen uso, no te detengas.
Por otro lado, también ocurre que caemos en comprar algo sólo porque está muy económico pero realmente no lo necesitamos, es de poca calidad o, peor, ¡ambas!
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Ignorar las telas
Cuando una era adolescente, sólo nos fijábamos en dos cosas: que fuera bonito y barato. Pero a medida que crecemos y experimentamos nuevas cosas, aprendemos que hay que fijarnos también en el tipo de tela.
¿De qué sirve un vestido de verano, por ejemplo, si es de poliéster? (sí, yo tampoco nunca entenderé por qué si quiera los hacen). Además, el tipo de tela también determinará el método de lavado y, seamos honestas, cada vez parece que tenemos menos tiempo, así que hay que evitar las sorpresas del lavado en seco o a mano.
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Casarse con una marca o tienda
A todas nos encantan las cadenas fast fashion tipo Zara o H&M, pero la verdad es que entonces tendemos a lucir como uniformadas. Es momento de invertir también en piezas de diseño o un poquito más costosas para ir construyendo un guardarropa que quizá sea más pequeño pero también de mejor calidad y versátil. Tu estilo será más interesante si te animas a probar distintas marcas.