Una jornada ejemplar y cívica que movilizó a millones de venezolanos
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La geografía física venezolana vivió este domingo una jornada decisiva. En todo el país la movilización fue sin precedentes para rechazar la Constituyente arbitraria que impulsa Nicolás Maduro. Pero la más importante fue la que protagonizó la geografía humana. En un país donde la mayor parte de su historia ha estado protagonizada por militares, ayer se demostró que no hacen falta en las jornadas cívicas.
Por primera vez en décadas los militares estuvieron ausentes del evento electoral. Este domingo, el paso crucial de la sociedad venezolana fue haber rescatado la civilidad, haber devuelto lo cívico a los civiles. De 200 años que contamos como nación, sólo poco más de 40 hemos vivido en democracia y ella acabó cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999.
Pero el músculo democrático ejercitado durante esa experiencia ha resistido heroicamente todo este tiempo al “socialismo del siglo XXI” y no ha permitido que se fortalezca y se instale para siempre. Ayer, eso quedó más claro que nunca. Y ha sido una lección al mundo entero que hoy, en vilo, sigue la historia que escribe este país.
En medio de tanto dolor y enfrentamientos de calle, más de 7 millones de venezolanos fuimos capaces de pasar una página más de lucha democrática en sana paz, exhibiendo impecable comportamiento, sin fallas ni faltas, mostrando un espíritu solidario y cooperativo entre la ciudadanía que fue una bocanada de aire fresco para un país atribulado que necesitaba de forma desesperada, como decimos coloquialmente, “ganar una”.
Cuando Venezuela era acosada por la guerrilla castro-comunista en la década de los sesenta, los gobiernos democráticos se vieron en la necesidad de organizar a los militares –por aquellos tiempos defensores de la democracia y guardianes del orden público- para preservar la integridad de los ciudadanos votantes que acudieran a las urnas, a fin de protegerlos de los ataques de irregulares que veían en los actos electorales la consolidación de la democracia que combatían.
Aquél contingente militar se bautizó como “Plan República” y es bajo esa nominación que los militares vienen involucrándose en las jornadas electorales desde ese entonces. Paulatinamente, a la par del crecimiento de la conciencia democrática, se mantenía como una costumbre más que como una necesidad.
Hoy, a decir verdad, no se requieren en lo más mínimo. La sociedad civil venezolana demostró este domingo que no solo es perfectamente capaz de organizar sus escrutinios sin la participación de las Fuerzas Armadas, sino que no se precisa de ellos en lo absoluto y menos requerimos de efectivos que han desviado su función y compromiso vigilando votos soberanos. Este domingo, el día parecía proclamar: ¡militar al cuartel!
Otra de las ventajas del plebiscito de este domingo consistió en probar que el organismo electoral, igualmente plegado al gobierno, tampoco es imprescindible. Al contrario, resulta un obstáculo para la expresión de la voluntad ciudadana. Ninguno de los retrasos, inconvenientes o conflictos a que estamos habituados en elecciones pasadas se hizo presente ayer.
Todo fluyó con normalidad, las personas votaron en segundos, el ambiente era alegre y relajado y el acto contó con los debidos cuadernos, coincidentes perfectamente con las papeletas depositadas en cajas que luego fueron objeto de un conteo manual. No hicieron falta máquinas “envenenadas” ni agentes del CNE que dieran su aval o tomaran ventaja imponiendo sanciones indebidas. Y un detalle vital: se protegió la identidad del votante lo que permitió a los empleados públicos, amenazados y amedrentados, acudir a votar contra la propuesta del gobierno.
Muchos mitos fueron derribados este domingo. Quizá, lo más relevante del cuadro, sea la masiva participación de los venezolanos, intimidados descaradamente por un gobierno que sabe que perdió la calle. El simulacro oficialista, que decretaron paralelo, fue cumplido en pocas zonas y con una afluencia irrisoria para el gasto verificado en publicidad y traslados, procedente de las arcas del Estado. La oposición, por su parte, empleó un mínimo de recursos aportados por la propia ciudadanía.
La Caracas que Chávez dividió en este y oeste se volcó entera y unánime a las mesas opositoras. Otro mentís a la pretensión oficialista de mantener divididos a los venezolanos. Ya es cada vez más lejano el eco de aquella sentencia grotesca del chavismo rancio: “Nunca el este pisará más el oeste”.
Pocos incidentes ocurrieron, pero no menos graves. Se reportó la presencia de violentos en algunos centros, especialmente en la populosa zona de Catia en Caracas, otrora bastión del chavismo y hoy epicentro de protestas contra el gobierno de Maduro.
Los colectivos se aproximaron buscando camorra en momentos en que se hizo presente en el lugar el Cardenal Jorge Urosa Savino, quien llegaba para celebrar misa en la célebre iglesia Del Carmen con motivo de la fiesta religiosa del día. Pero 300 personas se unieron como un bloque para protegerlo, muchos corrieron a refugiarse en el interior del templo ante el tiroteo de las bandas y fue el propio cardenal quien luego contribuyó organizar la salida ordenada del lugar y el retorno a la normalidad. Una dama asesinada y varios heridos fue el saldo de la acción violenta de grupos armados que también agredieron a un periodista que cubría la noticia.
Es preciso mencionar la participación activa de la Iglesia Católica este domingo: cada obispo dio el ejemplo madrugando para asistir y hasta el hábito de las carmelitas de clausura se vio circulando por las mesas de votación, particularmente en Barquisimeto, capital del Estado Lara.
Varios expresidentes latinoamericanos recorrieron los centros de votación constatando lo que aquí contamos. Andrés Pastrana (Colombia) dijo a la prensa: “No hemos visto nada semejante a lo que hemos visto hoy…es histórico y ejemplo para el mundo”. La expresidenta de Costa Rica Laura Chinchilla manifestó su honor por haber participado en una jornada histórica y animó así a los gobiernos aletargados: “Presidentes, no hay lugar para la indiferencia”.
El expresidente boliviano Jorge Quiroga felicitó a la ciudadanía por realizar la consulta popular “a pesar del sabotaje del gobierno”. Evo Morales (Bolivia), como era de esperarse, descalificó la consulta y Vicente Fox fue declarado por el gobierno persona no grata -según el canciller Samuel Moncada- pero el exmandatario mexicano, aclamado por los votantes por su invariable consecuencia con la causa democrática, sentenció: “Paso a paso, voto a voto, el dictador saldrá”.
El acompañamiento de los venezolanos en el exterior fue masivo y conmovedor. La bandera fue uno de los elementos que los ciudadanos llevaron alrededor del mundo como símbolo de identidad nacional. También hubo gorras, carteles, franelas vinotinto, además del documento de identidad, único elemento necesario para participar en la consulta popular.
Un señalamiento no debe faltar: hasta la propia dirigencia política, a la que por ratos ha costado creer en este pueblo mágico, se mostraba francamente impactada por la demostración ciudadana. Y es que esta sociedad civil ha crecido, ha madurado, el doloroso aprendizaje la ha robustecido y tornado políticamente sólida. Y eso blinda contra aventureros y demagogos. Ningún dirigente ni partido puede apropiarse de lo cumplido el domingo 16 de julio. Se abre la compuerta a una participación más crítica de los venezolanos en los asuntos públicos, con fuerza y aval moral para exigir coherencia de vida y conducción responsable a los políticos sea cual sea la tolda en que militen.
Si por número de votos fuera, el presidente Maduro ya estaría revocado. Anuncian que en horas del mediodía de este lunes 17 habrá un acto solemne en el que se le dirá al país “cómo el mandato de este domingo se convierte en vida, libertad y progreso”. Y lo más esperado, la “Hora Cero” que ha anunciado la coordinación de los factores de oposición. Ya nos enteraremos cómo el fuselaje armado este domingo con un pueblo volcado en las urnas, se traduce en el empujón definitivo para reconquistar la anhelada democracia y reconciliación para Venezuela.