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¿Un rinoceronte que quiere ser unicornio?

RHINO
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Centro de Estudios Católicos - publicado el 05/08/17
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¿Huir de la propia identidad? Mejor querer ser nosotros mismos. Cada uno ha de descubrir el tesoro que supone su propia existencia

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Imagínense un rinoceronte que quiere ser unicornio ¡Qué triste ilusión! Nos queda claro que es algo imposible. Sus esfuerzos serán inútiles. Nunca podrá alcanzar esa ilusión. Obviamente, vivirá una profunda frustración, pues tendrá la experiencia de no alcanzar una meta que desea con tanto anhelo. Es imposible huir de la propia identidad. Mejor dicho, uno puede engañarse a sí mismo, pretendiendo ser alguien distinto. Haciendo que su vida sea, literalmente, una mentira existencial. Tristemente, esto es algo que pasa con mucha frecuencia en nuestros días actuales.

La pregunta clave es: ¿Por qué nos puede pasar eso? ¿Por qué no querer ser nosotros mismos? Lo normal sería vivir alegre y feliz como uno es. Las razones que pueden explicar ese problema, profundamente arraigado en nuestra cultura, pueden ser muy variadas.

Por qué no hacer la pregunta desde otra perspectiva: ¿Por qué no alegrarse y maravillarse con la propia identidad? ¿Por qué el miedo a mostrarme tal cual soy? Es mucho más fácil imitar “modelos” que son públicamente aceptados. No me arriesgo a ser rechazado.

Lo grave es que me traiciono a mí mismo. Me esfuerzo por vivir una mentira ¿A cambio de qué? ¿La certeza de la aceptación? El que debe aceptarse es uno mismo. ¿Cómo voy a ser feliz si tengo tanto miedo de mostrar a los demás quién soy? Es imposible ser feliz si constantemente me niego a mí mismo. ¿Por qué no maravillarme con mi propia identidad?

Correr el riesgo de conocerse

Sin embargo, nos confundimos y no es fácil conocernos a nosotros mismos. Si no me arriesgo y no me lanzo a la fascinante aventura de mi propio conocimiento personal, nunca encontraremos la felicidad. Poco a poco, nos alejaremos cada vez más de nosotros mismos y nunca sabremos cuál es el lugar que nos toca ocupar. Cada uno tiene una misión determinada. Nadie puede reemplazar tu lugar. Cada uno es único y es irreemplazable.

La persona tiene la responsabilidad de descubrir quién es, conocer sus talentos y esforzarse, de corazón, por irradiar en el mundo la propia luz personal. Ser fiel a la propia identidad no es solamente un derecho, se trata de un deber. Vivir no significa hacer lo que todo el mundo hace, sino más bien, buscar el sentido que tiene mi vida. Sólo así aportaré mi “granito de arena” que el mundo necesita.

¡Qué hermoso y distinto sería el mundo si todos vivieran de acuerdo a su verdadera identidad! Descubriendo qué puede aportar a los demás. Cada uno es una creación hermosa, una gran maravilla, infinitamente valiosa, única, la mejor del mundo para realizar la misión que solo él puede realizar. Solamente es feliz el que se maravilla de cómo es y no tiene miedo de la hermosa aventura que está llamado a vivir.

Eres único e irrepetible

No vale la pena compararse y pretender ser como los demás. Alégrate con tu propia identidad. Alégrate también por la identidad de los demás. Eres único e irrepetible. Arriésgate y vive tu misión particular. Sólo el que se conoce y acepta su verdadera identidad, puede cumplir la misión por la cual existe. Hay un lugar para todos, para que todos seamos felices. No pretendamos ser “ese unicornio”.

RHINO

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Así que adelante, pregúntate: ¿Por qué eres cómo eres? ¿Por qué tienes las características que tienes? ¿Por qué has nacido en esta época de la historia? En este país, con una familia determinada. ¿Qué te quieren decir todas estas cosas?

¡Recuerda tu identidad y busca la misión para la que has sido creado!

 

Bernardo Marulanda, teólogo.

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