Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Una bellísima oración y un bello escrito que el santo escribió en la cárcel, cuando supo que le iban a matar, a su ser más querido, su hija Margarita
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Dame, Señor, un poco de sol,
algo de trabajo y un poco de alegría.
Dame el pan de cada día, un poco de mantequilla, una buena
digestión y algo para digerir.
Dame una manera de ser que ignore el aburrimiento, los lamentos y los suspiros.
No permitas que me preocupe demasiado
por esta cosa embarazosa que soy yo.
Dame, Señor, la dosis de humor suficiente como para encontrar
la felicidad en esta vida
y ser provechoso para los demás.
Que siempre haya en mis labios una canción, una poesía o una historia para distraerme.
Enséñame a comprender los sufrimientos
y a no ver en ellos una maldición.
Concédeme tener buen sentido,
pues tengo mucha necesidad de él.
Señor, concédeme la gracia,
en este momento supremo de miedo y angustia,
de recurrir al gran miedo
y a la asombrosa angustia que tú experimentaste en el Monte de los Olivos
antes de tu pasión.
Haz que a fuerza de meditar tu agonía,
reciba el consuelo espiritual necesario
para provecho de mi alma.
Concédeme, Señor, un espíritu abandonado, sosegado, apacible,
caritativo, benévolo, dulce y compasivo.
Que en todas mis acciones, palabras y pensamientos experimente
el gusto de tu Espíritu santo y bendito.
Dame, Señor, una fe plena, una esperanza firme y una ardiente caridad.
Que yo no ame a nadie contra tu voluntad,
sino a todas las cosas en función de tu querer.
Rodéame de tu amor y de tu favor.
“Ten, pues, buen ánimo, hija mia, y no te preocupes por mí,
sea lo que sea que me pase en este mundo.
Nada puede pasarme que Dios no quiera.
Y todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca,
es en realidad lo mejor”.
*****
“Aunque estoy convencido, mi querida Margarita,
de que la maldad de mi vida pasada es tal que merecería que Dios me abandonase del todo,
ni por un momento dejaré de confiar en su inmensa bondad.
Hasta ahora, su gracia santísima me ha dado fuerzas para postergarlo todo:
las riquezas, las ganancias y la misma vida,
antes de prestar juramento en contra de mi conciencia”.
Santo Tomás Moro. Carta escrita en la cárcel a su hija Margarita
Artículo originalmente publicado por encuentra.com