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Intelectual judío y ateo, convertido al cristianismo gracias a soñar con la Virgen

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Isabelle Cousturié - publicado el 15/08/17
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Estadounidense, universitario, de origen judío, Roy Schoeman experimentó una conversión en dos fases, y el papel de la Virgen María fue determinante

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Roy Schoeman nació en 1951 en una familia judía ortodoxa huida de la Alemania nazi. De joven era bastante religioso, pero a medida que creció, su fervor religioso disminuyó hasta perder “la alegría” de la oración y “el contacto” con Dios. Esa alegría, dice, “se había vuelto un recuerdo abstracto, y me había sumergido casi completamente en los caminos del mundo”.

“Al perder contacto con Dios, también perdí el sentido de propósito y dirección en mi vida. En cada disyuntiva escogía el camino de menor resistencia, el camino que a los ojos del mundo constituía el éxito”.

“Caí en el cielo”

Sin embargo, en cada etapa de su vida, un sentimiento de “vacío” impedía que el joven Roy encontrara una felicidad completa con su éxito.

Cuanto más avanza, más se siente “interiormente abrumado”. Busca entonces alivio en los paseos, y es durante uno de esos paseos que Dios le ciega con su luz. Así lo relata en su libro-testimonio La Salvación viene de los judíos:

Fue en una de estas caminatas que recibí la gracia más especial de mi vida. (…) Estaba caminando por la playa, (…) solitario, junto a las aves que cantaban antes de que el resto del mundo despertara, cuando, a falta de mejores palabras, ‘caí en el cielo’. Me sentí, casi consciente y físicamente en la presencia de Dios. Vi pasar mi vida frente a mí, viéndola como si estuviera repasándola en la presencia de Dios después de la muerte. Vi todo lo que me agradaría y todo lo que me pesaría de mí mismo“.

Me di cuenta en un instante de que el significado y el propósito de mi vida era amar y servir a mi Señor y Dios. Vi cómo Su amor me envolvía y me sostenía en cada momento de mi existencia. Vi cómo cada cosa que hacía tenía un contenido moral, para bien o para mal, y conllevaba una importancia muchísimo mayor de lo que me hubiese imaginado”.

Segunda “gracia”

A toda pregunta que se plantea, Roy recibe una respuesta. Con una excepción, y de gran importancia para él: ¿cuál es el nombre de este Dios que se le ha revelado? ¿Es Buda? ¿Es Krishna?

Independientemente del Dios, está dispuesto a hacerse budista o hinduista para servirle y venerarle.

Pregunta al Señor que le revele su nombre, con la esperanza de que no le responda “Jesucristo” y que tenga que hacerse cristiano: un claro rechazo fundado en “un sentimiento de que el cristianismo era el ‘enemigo’, la perversión del judaísmo, la causa de sufrimiento de los judíos durante dos mil años”.

Roy no obtuvo respuesta aquel día, cosa que interpretará más tarde como una profunda señal de “respeto” del Señor a su rechazo a conocerle.

Dios quiere dejarle descubrir solo que se trata de Él. Y Schoeman se pone manos a la obra: dedica su tiempo libre a buscar a “ese” Dios, en sus caminatas, sus lecturas, pidiendo consejo a expertos en “experiencias místicas”…

Un año más tarde, en la misma fecha, recibe en sueños la segunda y “extraordinaria gracia” de su vida; al despertar se “sentía completamente enamorado de la Santísima Virgen María”.

Fue en sueños, admite, pero “cuando me quedé dormido sabía muy poco de lo que era el cristianismo y tampoco profesaba simpatía alguna por él”, subrayó.

El “sueño” de Roy Schoeman fue así:

Fui conducido a una habitación y se me concedió una audiencia con la joven más bella que jamás hubiese podido imaginar. Sin cruzar palabra, sabía que era la Santísima Virgen María. Ella estuvo de acuerdo en contestar cualquier pregunta que le hiciera; recuerdo que me encontraba allí, barajando en mi mente varias posibles preguntas, y haciéndole cuatro o cinco de ellas. Me las contestó; entonces me habló por varios minutos y luego terminó la audiencia“.

Mis recuerdos y mi sensación de lo sucedido son como si aquello hubiese sucedido estando completamente despierto. Recuerdo todos los detalles, incluyendo naturalmente las preguntas y las respuestas; pero nada se compara con lo más bello de aquella vivencia: el sentimiento de éxtasis que experimenté al estar en presencia de Ella, en la pureza e intensidad de su amor”.

Hacia la meta

Desde entonces Roy supo que el Dios que se le había revelado durante su paseo era Cristo. Pero no conocía prácticamente nada del cristianismo, ni siquiera sabía diferenciar entre católicos y protestantes.

Así que probó con una “incursión” en el protestantismo, pero cuando habló del “tema de María con el pastor, su rechazo hacia ella” le hizo abandonar el lugar.

Decidió entonces pasar un tiempo en los santuarios marianos, en especial los de Nuestra Señora de La Salette en Ipswich, Massachusetts, y luego en los lugares originales de la aparición en los Alpes franceses.


Our Lady of La Salette
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Su amor por María y su sed de la Eucaristía, que descubrió al mismo tiempo, fueron como “una brújula hacia mi meta”.

Roy Schoeman fue bautizado algunos años más tarde, en 1992.



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Las citas de Roy Schoeman fueron extraídas para el artículo original francés del sitio web Marie de Nazareth.

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