Un útil decálogo del Hospital pediátrico Bambino Gesù di Roma
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De los remedios caseros a los tratamientos con aerosol, hay muchas convicciones equivocadas sobre el dolor de cabeza pediátrico, un problema que en sus varias formas afecta a unos 10 niños y adolescentes de cada 100.
Existen varios tipos de dolor de cabeza con manifestaciones y terapias diversas. La primera gran distinción está entre cefaleas primarias y cefaleas secundarias. En las cefaleas primarias (migraña, cefalea tensional y cefalea de racimo) el dolor de cabeza es en sí mismo una enfermedad; en las cefaleas secundarias, en cambio, el dolor de cabeza es uno de los síntomas con el que se manifiestan otras enfermedades (por ejemplo la gripe o patologías graves como las encefalitis).
La forma de cefalea primaria más difundida entre los pequeños es la migraña. En Italia esta enfermedad neurológica genética afecta a más del 8% de los niños y adolescentes. Puede ser invalidante, y tiene componente genético.
El decálogo de los mitos falsos
Hay aún confusión sobre el origen, y sobre todo cómo afrontar y librarse del dolor de cabeza, explica Massimiliano Valeriani, responsable del Centro Cefaleas del Bambino Gesù. “Una serie de falsas creencias lleva a menudo a enfocar el problema de manera incorrecta, con el riesgo de que el dolor se haga crónico, o aún peor, de medicar demasiado al niño”.
Estas son las convicciones más comunes, con el comentario de los expertos:
1) El dolor de cabeza es un problema de los adultos
El dolor de cabeza puede presentarse a cualquier edad, no sólo en la edad adulta. Incluso en los primeros meses de vida, por ejemplo, se pueden manifestar síntomas – como los cólicos infantiles – relacionados con la migraña. En Italia, por ejemplo, 1 niño o adolescente de cada 10 tiene que lidiar con alguna forma de dolor de cabeza.
2) El dolor de cabeza tiene un origen exclusivamente psicológico
El dolor de cabeza, cuando es expresión de una cefalea primaria, está ligado a una predisposición de la propia constitución física. Los factores psicológicos deben ser debidamente tenidos en cuenta, sobre todo en los casos grave, porque pueden empeorar la migraña o una cefalea tensional, cuya causa, sin embargo, es de tipo orgánico.
3) Los defectos de la vista provocan el dolor de cabeza
El dolor de cabeza no es síntoma directo de los defectos de la vista. La visita al oculista en caso de dolor de cabeza se lleva a cabo tras la valoración del fondo ocular: un examen necesario para excluir o constatar una hipertensión intracraneal.
4) La sinusitis causa el dolor de cabeza, para curarlo basta el aerosol
La sinusitis no es un problema que afecta a los niños menores de 8 años, porque los senos nasales aún no están desarrollados a nivel anatómico. Los diagnósticos de sinusitis asociados al dolor de cabeza y las terapias con aerosol antes de esta edad deben considerarse erróneos. Los datos confirman que incluso después de los 8 años, los casos de cefalea asociada de forma exclusiva con la sinusitis son pocos (1-2%).
5) Para el dolor de cabeza no hay que ir al especialista
El dolor de cabeza no deja de tener riesgos. Puede ser el signo de alarma de otras patologías. En muchos casos, puede ser gestionado por el pediatra. Sin embargo – aunque no hay que alarmarse por un episodio aislado – es necesario afrontar correctamente las cefaleas que por asiduidad e intensidad interfieren con la vida cotidiana. Los niños con dolor de cabeza frecuente que responden mal a las terapias contra el dolor deberían ser llevados a un centro especializado.
6) Quien sufre dolor de cabeza debe resignarse y resistir el dolor
Las cefalea pueden y deben tratarse para aliviar el dolor y reducir el efecto invalidante. Los dolores de cabeza que no se tratan adecuadamente pueden provocar la sensibilización de las áreas del cerebro implicadas en la elaboración del dolor, y estas empezarán a interpretar como dolor también las señales que no son de tipo doloroso. Y así, podría aumentar la frecuencia de los ataques, cronificando el problema.
7) Para el dolor de cabeza es suficiente la automedicación
Las terapias deben ser llevadas a cabo siempre bajo control médico. Equivocarse con la dosis de analgésicos o tomar más de 15 dosis mensuales – la tendencia general de quien se automedica es la de abusar de los fármacos – puede llevar a que el dolor de cabeza se vuelva crónico. Es un error también dar menos cantidad de fármaco a los niños que el prescrito por el médico: en estos casos, el riesgo es que el analgésico no actúe con eficacia y que el padre se vea obligado, al volver el dolor, a suministrar más dosis de la debida.
8) El dolor de cabeza se cura con integradores
A menudo se prescriben en lugar de fármacos apropiados, pero a día de hoy no existen evidencias científicas sobre la eficacia de los integradores a base de hierbas para curar el dolor de cabeza. Hay estudios que, en cambio, confirman la elevada eficacia del efecto placebo en edad pediatrica. Entre los niños con cefalea, de hecho, llega a un 60%, un porcentaje similar al de los fármacos. Pero efecto placebo no significa “engañar”, sino estimular, con un mecanismo psicológico, la producción de sustancias con propiedades analgésicas: las endorfinas. En un gran número de casos, a la suministración de una sustancia inerte (sin principio activo), el cuerpo de los niños responde produciendo naturalmente sustancias analgésicas.
9) Un analgésico es igual que otro
Los analgésicos tienen efectos distintos, según el principio activo del que se componen. Es muy común el uso del paracetamol, y sin embargo, el fármaco ideal para controlar el dolor de cabeza es el ibuprofeno, una molécula con mayores evidencias de eficacia documental en la literatura científica.
10) Para el dolor de cabeza no hay prevención
Las posibilidades de prevención existen: pueden ser de tipo farmacológico y no farmacológico. Cambiar los estilos de vida entra en esta última categoría. Llevar una vida tranquila evitando, por ejemplo, la exposición a temperaturas extremas, al exceso de estrés, a las alteraciones del ritmo sueño-vigilia y durmiendo un adecuado número de horas, se previene el aumento de la frecuencia de los ataques de dolor de cabeza.