Por ahora, las únicas reconocidas oficialmente son las que aparecieron en 1939 en la necrópolis vaticana
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Los trabajos de restauración en la antigua iglesia romana de Santa Maria in Cappella, en el Trastevere, han sacado a la luz, ocultas hasta ahora en un altar medieval, dos ánforas que contienen las (presuntas) reliquias de los primeros papas, san Pedro incluido. Se trata de fragmentos óseos que se añadirían, por tanto, a los conservados en la tumba del Vaticano.
La información fue contada al mundo entero por el diario italiano, La Stampa (31 agosto), y por el programa Codice, que se emitió por la cadena pública italiana Rai Uno el 1 de septiembre.
Papas y mártires
La iglesia de Santa Maria in Cappella, histórica propiedad de la familia Doria Pamphilii, ha sido consagrada el 25 de marzo del año 1090, por dos obispos, Ubaldo de la diócesis de la Sabina y Giovanni de la del Tuscolo.
Una inscripción en piedra, estudiada por el arqueólogo Cristiano Mengarelli, atestigua que se recogieron importantes reliquias. Desde un fragmento de la túnica de la Virgen (que no se encontró dentro del altar), a las de san Pedro y los papas Cornelio, Calixto y Félix, originalmente sepultados en cementerios distintos.
También las reliquias de los mártires Hipólito, Anastasio, Melix y Marmenia. “Este conjunto e reliquias aparece, con distintas combinaciones, en otras consagraciones documentadas en este periodo en otras iglesias”, observa el arqueólogo.
Los ocho fragmentos de hueso
En espera de posteriores comprobaciones, no se puede hacer oficial la autenticidad de las reliquias. Las reconocidas oficialmente, por ahora, son las que se veneran en la Basílica de San Pedro, en el lugar en el que se ha identificado con certeza la tumba del primer pontífice. Reliquias clasificadas como compatibles con los restos de un hombre que vivió en el primer siglo después de Cristo.
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Se trata de ocho fragmentos descubiertos en 1939 durante unas excavaciones en la necrópolis vaticana bajo el altar mayor de la Basílica de San Pedro, lugar considerado desde antiguo la sepultura del primer pontífice. Los fragmentos se encontraron envueltos en una tela color púrpura y oro, y los estudios han demostrado que pertenecían a un hombre “robusto” que en el momento de su muerte tenía entre 60 y 70 años (Ucatholic, 24 noviembre 2013).
Según la tradición, el apóstol fue martirizado en Roma en el año 67 de la era cristiana.
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