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No necesitas una película para ver a los auténticos héroes del 11-S

9/11 Heroes
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Paul Asay - publicado el 11/09/17
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Una nueva y controvertida película de Hollywood no puede igualar las auténticas historias de sacrificio y valor de aquel trágico día

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Todavía hay pocas personas que hayan visto el nuevo drama para adultos 9/11, recién estrenado en EE.UU., sobre la tragedia del ataque terrorista a las torres gemelas el 11 de septiembre. Pero poco importa: todo el mundo ya detesta la película.

Se podría culpar al primer tráiler de la película, estrenado en julio. Quienes lo vieron lo calificaron de “más que ofensivo” y “horrible”. “Es horrible y manipulador y me enervan todas las personas que participan”, comentó un tuitero.

También se podría culpar a la decisión de incluir a Charlie Sheen —un célebre crítico contra la versión oficial del 11-S— como protagonista del filme. Una elección curiosa, cuanto menos.

Independientemente de las razones para estos reproches, este íntimo drama catastrófico —que relata la historia de cinco personas atrapadas en un ascensor del World Trade Center durante el 11-S—, ya ha recibido los flagelos de todos los rincones de Internet. Parece que nuestra cultura popular —al menos la porción de ella pronta a despotricar en Internet— no está especialmente interesada en la pandilla de héroes ficticios de la película 9/11.

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Y están en su derecho. Después de todo, con lo terrible que fue aquella tragedia, los acontecimientos reales del 11 de septiembre de 2011 ya nos dieron muchos héroes auténticos a los que valorar.

Tom Rinaldi escribió la crónica de uno de estos héroes en su libro The Red Bandanna: A Life, A Choice, A Legacy [La bandana roja: una vida, una elección, un legado]. Se trata de la historia de Welles Crowther y el libro recibe su nombre del pañuelo rojo que Welles siempre llevaba consigo, incluso en su trabajo de elegante inversor en la Torre Sur del World Trade Center.

De pequeño, Welles veía a su padre envolver un peine en un pañuelo antes de ir a la iglesia. Cuando tenía 6 años, su padre le dio su primer pañuelo, una bandana roja. Desde entonces, Welles siempre llevaba una bandana roja, que cubría su cabeza cuando jugaba a lacrosse en la Universidad de Boston.

Y también durante el 11-S cuando, mientras casi todo el mundo en la Torre Sur iba escaleras abajo, Welles iba escaleras arriba con una bandana roja cubriendo su nariz y boca para protegerse del humo mientras buscaba a personas que necesitaran ayuda.

Algunos dicen que Welles ayudó a rescatar hasta a 18 personas aquella mañana, pero este joven de 24 años no pudo salvarse a sí mismo. Su cuerpo fue hallado más tarde entre los de varios bomberos. Se puede ver el conmovedor documental sobre Welles de la emisora ESPN en YouTube.

[vídeo]

Pero aquel día abundaron los héroes.

Cuando la Torre Norte recibió el golpe, la Autoridad Portuaria dijo a los que se encontraban en la Torre Sur que se quedaran allí. Rick Rescorla, que había ganado la Medalla de Plata en Vietnam, era jefe de seguridad corporativa en Morgan Stanley, en la Torre Sur, y decidió ordenar la evacuación de todas formas, una decisión rápida que salvó la vida de más de 2700 personas.

Durante la evacuación, según informa The Washington Post, Rescorla cantaba God Bless America y Men of Harlech con un megáfono para animar a los evacuados a permanecer tranquilos. Falleció aquel día mientras buscaba supervivientes. Se le vio por última vez en el décimo piso.

Rick Rescorla

Wikipedia CC

Wikipedia CC — Rick Rescorla.

Benjamin Clark salvó a cientos de personas más. Este chef, que preparaba comidas para la Fiduciary Trust Company, ayudó a guiar a todo a las personas del piso 96 de la Torre Sur hacia las escaleras hasta un lugar seguro. Pero Clark no se marchó. En lugar de eso, se detuvo en el piso 78 para ayudar a una mujer en silla de ruedas. “Mi hijo era marine, así que todos sabíamos que no iba a dejar a nadie atrás”, contó su madre Elsie tiempo después al diario The Daily Beast.

Benjamin Clark Family

AP Images

AP Images — Familia de Benjamin Clark.

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Pero no solo merecen alabanza aquellos que orientaron a personas hasta la salida de las torres. El heroísmo asumió muchas formas y se presentó en muchos lugares diferentes. En el Vuelo 11 de American Airlines, uno de los cuatro secuestrados aquel día, las auxiliares de vuelo Betty Ong y Amy Sweeney contactaron con calma con sus colegas de tierra para explicarles lo que estaba sucediendo a bordo. Transmitieron una información vital sobre los secuestradores del avión que luego aceleró la investigación posterior. Antes de que el Vuelo 11 se estrellara contra la Torre Norte, American Airlines ya tenía los nombres y direcciones de tres de los cinco secuestradores. Durante su llamada, Ong también pidió a Nydia Gonzales, que era especialista de operaciones en American Airlines: “Rezad por nosotros”.

Amy Sweeney

Wikipedia CC

Wikipedia CC  — Amy Sweeney.

En el Pentágono, Beau Doboszenski, un guía turístico, ni siquiera escuchó el avión estrellándose contra el edificio, lo cual quizás no sorprenda, dado que el complejo es el edificio de oficinas más grande del mundo. Doboszenski pudo haberse marchado a casa en cuanto supo de los ataques pero, en vez de eso, este especialista y técnico de atención sanitaria del ejército se apresuró al lugar del impacto. Durante las próximas horas, alternó entre atender a los heridos y apresurarse al interior del edificio todavía en llamas para buscar supervivientes.

Todos conocemos el generoso acto de heroísmo que tuvo lugar en el Vuelo 93, uno de los aviones secuestrados que supuestamente tenía como objetivo la Casa Blanca o el Capitolio. Por entonces, ya se había difundido la noticia en el avión de que Estados Unidos estaba sufriendo un ataque terrorista, de modo que cuando supieron que su propio avión podía ser parte del mismo plan, un grupo de pasajeros, entre ellos Mark Bingham, Jeremy Glick, Todd Beamer y Tom Burnett, decidieron intentar ponerle fin. “¿Estáis preparados?”, se escuchó decir a Beamer durante una llamada telefónica por el móvil. “Muy bien, allá vamos”. Y detuvieron el ataque sobre Washington D.C. El avión se estrelló en Pensilvania, causando la muerte de todas las personas a bordo, pero sin causar ningún herido en tierra y lejos de su objetivo terrorista.

Todd Beamer

Wikipedia

Wikipedia — Todd Beamer.

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Aquellos pasajeros probablemente salvaron las vidas del teniente Heather Penney y el coronel Marc Sasseville, pilotos de la Guardia Aérea Nacional que habían despegado apresuradamente en sus cazas F-16 para interceptar el Vuelo 93. De no haberse estrellado el avión en Pensilvania, Penney y Sasseville tenían órdenes de derribar el Boeing 757, a pesar de que sabían que seguramente sería una misión kamikaze. Simplemente, no tuvieron tiempo para armar sus cazas antes del repentino despegue. “No íbamos a derribar el avión a disparos”, contó Penney más tarde a C-SPAN. “Íbamos a embestir el avión, porque no teníamos armas a bordo para poder abatirlo”.

Quizás no merezca la pena ver la nueva película 9/11, pero todavía tenemos muchas historias dignas de ser contadas. Las de aquí son solo unas pocas. Los relatos de los héroes de aquel día probablemente colmarían toda una biblioteca.

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