Duro mensaje de los obispos contra el presidente Duterte
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“En la cruzada contra la droga lanzada por el presidente Duterte, los asesinatos extrajudiciales continúan con un ritmo de unas mil víctimas al mes. Y los primeros que se ven afectado son los pobres. Para comprender la gravedad del fenómeno, basta pensar que bajo la dictadura de Marcos, uno de los periodos más oscuros de la historia nacional, se producían 250 al año. Tenemos un presidente serial killer y el estado se está convirtiendo en un Estado-killer. Como cristianos no podemos quedarnos indiferentes”: esta es la alarma que ha lanzado, a través de la Agencia Fides, el jesuita filipino Albert Alejo, antropólogo y docente en el Ateneo de Manila University.
Alberto Alejo está comprometido con un grupo de religiosos de otras congregaciones y de laicos católicos en crear conciencia sobre la situación para poner fin a la campaña de homicidios y de violaciones de los derechos humanos que atraviesa la nación bajo la presidencia de Rodrigo Duterte. “Existe un desprecio total hacia la vida humana, quienes comenten delitos quedan impunes, se están destruyendo las reglas elementales del Estado de derecho y de la democracia: ¿podemos quedarnos en silencio o ignorar esta situación?”, se pregunta el jesuita, en una conversación con la Agencia Fides.
La persistencia de la violencia perpetrada por la policía y por grupos de vigilantes que eliminan a los pequeños traficantes y a los drogodependientes ha generado recientemente nuevas reacciones de los obispos filipinos.
El Cardenal Luis Antonio Tagle, Arzobispo de Manila, ha declarado en los últimos días que “el país no puede estar gobernado por la violencia”. “Con dolor y horror se siguen recibiendo noticias cotidianas de homicidios, en gran parte victimas de ser sospechosos traficantes de drogas o drogadictos”, ha revelado. “No podemos permitir que la destrucción de la vida sea algo cotidiano.
No se puede gobernar la nación con homicidios, esto no es humano”, ha dicho Tagle, mientras en la nación se difunden noticias sobre nuevas investigaciones que ven involucrados a miembros de la policía secretamente implicados en los asesinatos extrajudiciales.
El Cardenal ha invitado a un “cambio de corazón” y a redescubrir “la inclinación al bien y al amor al prójimo” y ha pedido a los sacerdotes que muestren solidaridad y cercanía hacia las familias de las victimas, afligidas por el dolor. Por ello en muchas diócesis filipinas, incluida Manila, a las 8 de cada tarde sonarán las campanas de las iglesias durante cinco minutos, invitando a los fieles a recordar a las victimas de los homicidios extrajudiciales y a rezar por ellos.
Sin negar la existencia del problema de la difusión y del tráfico de drogas en la nación, la iglesia filipina considera injustos y poco adecuados los medios para combatir el fenómeno. Por ello a finales de agosto se reunieron en un encuentro especial, los obispos, los representantes del gobierno, las autoridades de policía, los líderes de las organizaciones no gubernamentales con el objetivo de desarrollar una partnership entre los diferentes sectores de la sociedad y del gobierno, e iniciar una proficua colaboración para combatir la droga de forma diferente. “Espero que este tipo de diálogo pueda continuar a varia escala”, ha dicho el cardenal.