Hasta qué punto el simple acto de vestirnos puede afectarnos emocionalmente
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Hace unos días, leía la noticia de la muerte de la influencer española Celia Fuentes, de tan sólo 27 años, y me puse a pensar: ¿Qué tan lejos puede llegar nuestra obsesión por lucir siempre “perfectas”? ¿Por qué mientras más “amamos la moda” nos volvemos más esclavas de ella? ¿Es la ropa o somos nosotras?
Decidí aplicar entonces cinco de esas señales que según los expertos, revistas y tests de Internet te indican que estás en una relación amorosa tóxica a la relación con nuestro guardarropa.
Emocionalmente drenada
Dicen que una relación de pareja te debe dar felicidad y satisfacción, y creo que lo mismo debe ocurrir con la ropa. ¿En qué sentido? Debes usar las piezas que te hagan sentir bonita, feliz y cómoda a ti, no necesariamente las que estén en tendencia, esto te ahorrará varias cosas: dinero, el estrés de llegar de primera a la tienda antes de que se acabe y la imposibilidad de disfrutar una pieza (no has terminado de tomarte una selfie con ese nuevo sweater y ya tienes que salir a comprar el bolso que tal marca sacó y que, de paso, no combina con el sweater entonces también tienes que comprar otro para hacer el total look… ¡una locura!)
Además, si estás usando un tipo de atuendo solo porque las demás lo están llevando, entonces tu apreciación de la moda no te está permitiendo ser tú misma y estás aparentando ser alguien que no eres para llenar las expectativas de alguien más… Eso está mal. Tampoco permitas atormentarte porque un cierto vestido no te quedó… Sí, es normal que uno sienta un poco de rabia o frustración en el momento (como una pequeña “pelea de pareja”), pero no debería ser algo prolongado en el tiempo. Mejor piensa: si ese vestido no me queda bien, él es el que no es para mí y hay muchos otros para elegir hasta conseguir el indicado… Igual que con los hombres.
Tu vida social y laboral se ve afectada
Llegar constantemente tarde al trabajo porque sientes que te ves fea con todo, dejas de ir a una fiesta porque no tienes nada que ponerte o por miedo a que todas se verán más lindas que tú (incluso cuando ya pasaste horas probándote todo tu clóset), no disfrutas en las salidas con tus amigos porque estás más pendiente de que tus tacones no se arruinen o no quieres sudar con tu nueva blusa de seda puesta, tardas más en escoger el look para esa importante reunión de trabajo que haciendo tu presentación… Tu vida está girando en torno a la moda ocasionándote que andes muchas veces de mal humor y eso compromete tu interacción con los demás. Recuerda, toda relación sana debe tener un balance.
Pelean mucho
No me refiero al típico conflicto de todas las mañanas de “¿y hoy qué me pongo?” o cuando le pedimos ayuda a nuestra mejor amiga para escoger el mejor look para esa tan esperada primera cita. Eso es algo totalmente normal. Hablo de cuando en realidad nada de lo que te pones te satisface, todo te parece que te queda mal todo el tiempo, ir de compras es un castigo y vestirte, en lugar de ser un momento divertido para escoger algo lindo o expresar tu personalidad, se convierte en una verdadera pesadilla sólo para que los demás te hagan un cumplido aunque tú no te sientas feliz o satisfecha.
Debes esconder cosas
En las relaciones tóxicas de pareja, esto se traduce a mentir u omitir para no molestar al otro o prever represalias. En el caso de la moda, lo veo tanto en usar la ropa para aparentar algo o comprar para tratar de llenar otros vacíos; como volverse obsesiva con fajas que casi te quitan la respiración para que no se vea ese rollito. Con este último punto, no quiero decir que no te puedas comprar una faja para cierta ocasión pero, si para poder usar esa falda tienes que forrarte en elástico o estar siempre metiendo la barriga y no te las has terminado de poner y ya estás pensando en la felicidad que tendrás cuando te la quites, entonces es hora de dejarla ir.
La gente te dice que no pareces tú
Una cosa es probar nuevos estilos y atreverse a salir de la zona de confort y otra es alienarte completamente para encajar en un prototipo de fábrica que nada tiene que ver con tus gustos, tipo de cuerpo, personalidad o necesidades.
Aunque algunos crean que es superficial, la verdad es que cuando uno no se siente a gusto por cómo luce, pueden haber cambios de humor y hasta de actitud.
Si sientes que debes vestirte de cierta forma para agradarle a otro, si te sientes presionada por tener lo último que ha salido, si te compras piezas nada más por los que ves en Instagram y hay más negativismo que positivismo cuando te paras frente a tu guardarropa. Entonces ten cuidado, porque sí, podrías tener una relación tóxica con la moda y hay que analizar qué hay detrás de todo eso.
Si bien creo que la industria de la moda puede inducir o contribuir a ciertas conductas (para eso invierten tanto en publicidad), también hay un factor psicológico personal que no se puede descartar y hay que darle importancia para evitar desenlaces tan lamentables y tristes como el de Celia Fuentes que, en sus redes sociales, daba a entender que era una chica fashionista y feliz con sus fotos y frases. Lamentablemente, no es la primera ni la última chica que en realidad no tiene una vida como la que enseña, lo cual también es un punto de reflexión para todas aquellas que utilizan estas cuentas como referencia o punto de comparación y, en realidad, se están dejando llevar muchas veces por un espejismo.