No se puede reemplazar la necesidad de tiempo compartido con los padres con otras actividades o con compensaciones materiales.Hace unos días comentábamos la importancia de que nuestros hijos confíen en nosotros. Para ello, el trato cotidiano en el que cada niño se sienta querido y valorado tal y como es contribuirá a desarrollar en él una sana autoestima y una relación fuerte entre los dos.
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Haz que tus hijos confíen en ti
Para obtener esta deseable conexión padres-hijos Javier Fiz, psicólogo colaborador de Aleteia, nos ofrece tres sencillos consejos:
- Obsérvarles para conocerles. Su forma de actuar, su comportamiento dice mucho de sus sentimientos y de su actitud ante las diferentes situaciones que viven a diario. No se trata pues sólo mirar lo que hacen, se trata de darnos cuenta de lo que nos están diciendo con lo que hacen. Si logramos leer los sentimientos que están presentes en cada momento podremos ayudarles a reconocerlos, a manejarlos y a desarrollar en ellos un autocontrol emocional. En este sentido es importante que aceptemos y les enseñemos que todas las emociones son válidas. No las hay buenas ni malas, sino agradables y desagradables.
- Escucharles: Estar atentos a comprender lo que nuestros hijos nos están diciendo con sus palabras, su cuerpo, sus expresiones y su estado de ánimo. Esto requiere que les prestemos toda nuestra atención, dejemos de pensar o de hacer otras cosas y los miremos a los ojos. Escucharles no necesariamente implica darles consejos o decirles lo que deben hacer. Muchas veces ellos sólo quieren que entendamos cómo se sienten. Escucharles abre la puerta a la comunicación con ellos. Así podremos saber lo que están viviendo, sin corregir, dirigir o juzgar.
- Compartir la vida con ellos: Es importante hacer cosas juntos. Ser un equipo para, por ejemplo, realizar las tareas del hogar, las actividades escolares o, simplemente, a la hora pasar tiempo de ocio juntos: ir de excursión, juegos de mesa, escuchar música, hacer recados, pasear … También conviene que estemos presentes en los momentos, pequeños y grandes, de su vida: un partido de fútbol, un día de parque, una celebración de cumpleaños… Cuando compartimos desarrollamos el sentimiento de pertenencia y les enseñamos la importancia de dar y recibir afecto. Son las experiencias las que crean memorias profundas que van a estar presentes durante el resto de su vida.Y es que no se puede reemplazar la necesidad de tiempo compartido con los padres con otras actividades o con compensaciones materiales.
Artículo realizado en colaboración con Javier Fiz Pérez, psicólogo, profesor de Psicología en la Universidad Europea de Roma, delegado para el Desarrollo Científico Internacional y responsable del Área de Desarrollo Científico del Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP).