La amistad es una forma de amor que todos conocemos. Desde la infancia, creamos vínculos con diferentes personas que a veces son difíciles de mantener, según los avatares de nuestras vidas. ¿Y si conociéramos algunos trucos para conservar estas relaciones?
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Ya sea en torno a una afición, una pasión, una actividad, un compromiso comunitario, una colaboración profesional o académica, un entorno común… las amistades nacen por todas partes a lo largo de toda la vida. Construidas al principio en torno a unos valores comunes, luego se basan en una multitud de cosas: la escucha, la confianza, la ayuda mutua, el compartir, las emociones… Algunas amistades se hacen tan profundas que incluso las calificamos como nuestra segunda familia.
A pesar de todo, es posible que con el tiempo, la distancia, las divergencias de recorrido o por acontecimientos particulares, algunas amistades puedan cambiar y a veces desaparecer por completo. Sin embargo, perder un amigo o una amiga es algo muy doloroso. ¿Quién no ha sentido nunca nostalgia o tristeza al recordar a sus antiguos colegas, de quienes por desgracia ya no recibe noticias?
Afortunadamente, es posible superar estos “obstáculos” contra la longevidad de nuestras amistades. Se dice que, cuando hay amor de por medio, no se lleva la cuenta, ¿no? Así que mejor hacer todo lo posible para tener éxito en mantener dentro de nuestras vidas, desde la cercanía o la lejanía, a las amistades que son importantes para nosotros. Aquí tenéis algunos consejos para mantener el bueno rumbo en la amistad.
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¡Mantén el contacto!
Te parecerá obvio, pero en general es una de las primeras razones que motivan el fin de una amistad… Y es que a menudo, con el tiempo, el contacto se desdibuja o se vuelve unilateral. E incluso si tienes tendencia a pensar que aunque no os veáis durante meses, nada cambia entre vosotros, puede suceder que vuestra amistad sufra terriblemente por ello. Sin duda habrás compartido cosas con este amigo o amiga, ¡así que sin duda vale la pena mantener el vínculo con un mínimo de regularidad!
Para los que viven lejos o tienen menos tiempo, construid pequeños rituales: un restaurante cada dos o tres meses o una pequeña salida de fin de semana juntos al año, por ejemplo. O, por qué no, ¡un retiro espiritual entre amigos! Para las distancias muy lejanas, una vez al mes, un telefonazo un domingo a mediodía hace mucho bien…
Pero sobre todo, no esperes a tener una excusa para contactar con tu amigo. Un simple saludo para ponerse al día, con los medios de comunicación de que disponemos hoy en día, requiere solamente un minuto.
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Está atento y disponible
Siguiendo la misma línea, la disponibilidad es capital en una amistad. Podríamos decir que somos amigos, para bien o para mal, pero es en la adversidad cuando reconocemos la lealtad. Aprende a saber estar ahí cuando un amigo te necesite, tanto como tú desearías que tu amigo estuviera cuando tú lo necesitaras.
Ya que conoces a tu amigo, piensa en dedicarle algunas atenciones, una buena palabra en su cumpleaños, su pastel favorito cuando venga de visita, manifestarle tu apoyo en momentos difíciles… A veces sólo una pequeña señal de presencia es suficiente para consolar a alguien y demostrarle que estás ahí si haces falta.
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Sé auténtico y espontáneo
¿Qué hay más importante que la sinceridad y la autenticidad? Un verdadero amigo se preocupa lo suficiente como para ser íntegro y honesto, aunque duela. En Proverbios 27,6 se lee: “Leal es la herida que inflige el amigo, engañosa los besos del enemigo”.
Mantente lejos de la mentira, sé claro y honesto sin perder la diplomacia, la cuestión es saber expresarte con tacto pero respetando la verdad. Un amigo sabrá apreciar tu franqueza y tu lealtad. Sabrá que puede contar contigo para tener una opinión que salga del corazón, desde la confianza. ¡Atrévete a decir las cosas, sé espontáneo!
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Muestra indulgencia y humildad
Todo el mundo puede cometer errores. A veces, en la amistad, nos alejamos después de una disputa, de un acontecimiento indeseable, de un malentendido… y entonces nos decimos que es una pena. En ocasiones, como en cualquier relación, es importante poder cuestionarse uno mismo, tratar de ver los hechos desde otro ángulo. Puede que nuestro amigo o amiga nos haya hecho daño, pero a veces reflexionar sobre las circunstancias y las consecuencias de la eventual pérdida de esa amistad puede sernos beneficioso. Ser indulgente, saber perdonar, es una gran cualidad y todos sabemos que el perdón es un valor importante y necesario en una relación. Además, si el error viene de ti, sé humilde, reconoce tus errores y pide perdón.
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Que la base sea el respeto
Una relación amistosa, pero dos personas diferentes. Si nos hemos hecho amigos por un interés común, necesariamente tenemos también puntos en los que no estamos de acuerdo. Es importante respetar las opiniones, las opciones y las creencias de cada persona en toda circunstancia, incluso si no las entendemos. Si tu amigo o amiga te pide tu opinión, por supuesto puedes dársela, pero recuerda mantener el respeto al mismo tiempo que la sinceridad, como se ha dicho antes.
Además, el respeto también reside en dejar espacio para que tu amigo sea él mismo y dejarle solo si lo necesita. A veces, saber ser un buen amigo también significa saber alejarse y hacer saber que seguimos ahí, si es necesario.
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Conservad una confianza mutua
Confiar en tu amigo y también ser digno de su confianza es una de las bases de la amistad. Con un amigo, desarrollamos una intimidad y abrimos nuestros corazones sobre asuntos personales que no compartiríamos con cualquiera. Es importante poder actuar y hablar en confianza, sin temor a que no se respete la confidencialidad de nuestras palabras y acciones. La confianza también implica poder contar con tu amigo en caso de necesidad, como mencionamos antes cuando hablábamos de disponibilidad.
Estas son algunas claves indispensables para el funcionamiento de una amistad, sobre todo a la hora de hacer frente a los caprichos de la vida que escapan a nuestro control.