La Compañía de Jesús se une a las voces que deploran la campaña de ejecuciones extrajudiciales
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“No podemos construir una nación sobre los cadáveres del pueblo filipino. No se puede luchar contra el mal con pistolas y balas”: lo afirman los jesuitas de Filipinas en un llamamiento lanzado en todas las diócesis, iglesias, escuelas e instituciones donde están presentes.
En el texto enviado a la Agencia Fides, los miembros de la Compañía de Jesús se unen a las muchas voces de la comunidad filipina católica que deploran la campaña de ejecuciones extrajudiciales que atraviesa el país, llevada a cabo como una forma de “guerra contra las drogas” lanzada por el presidente Rodrigo Duterte.
La declaración, firmada por el Provincial Antonio Moreno, titulada “Unirse en el poder del Espíritu”, comparte la llamada lanzada por el cardenal Luis Antonio Tagle “a la conciencia de cuantos producen y venden drogas ilegales” y “a la conciencia de aquellos que matan también a los inocentes”: los jesuitas piden detener las actividades criminales y la eliminación indiscriminada de vidas humanas.
“Estamos de acuerdo en que la amenaza de las drogas ilegales es real y destructiva. El imperativo a superar este mal – se lee en el texto de los jesuitas – no pertenece sólo al presidente, a la policía o al gobierno. Pertenece a todos nosotros. El mal que ataca al hombre con el poder del diablo, debería unirnos, no dividirnos. Debemos unirnos, coordinarnos y permitir que el bien se alíe con el bien; debemos luchar juntos contra este enemigo”.
Los religiosos también señalan que ·la amenaza de las drogas no es sólo un problema político o penal. Es el mal que ataca a la humanidad, transforma a los seres humanos en zombies, a la policía en asesinos, a los criminales en señores y a los pobres en las víctimas” , citando entre los muchos asesinatos de inocentes el del joven católico Kian de los Santos.
“No podemos luchar contra el mal con armas y balas. Este mal debe ser combatido con la visión, la cooperación, la astucia, el uso iluminado el poder político y económico, el sacrificio, la oración y la gracia de Dios”, afirman.
Con este espíritu, los jesuitas de Filipinas acogen y lanzan la invitación a iniciar un “diálogo multisectorial” que incluya a las fuerzas buenas de la administración del Estado, de las fuerzas de seguridad, de la sociedad civil, de las iglesias “para comprender la situación en profundidad” e entender que “el enemigo de esta guerra no son los derechos humanos, sino la falta de compromiso con los derechos humanos”. “No podemos luchar por los seres humanos negando sus derechos”, explican.
Para contrarrestar los carteles internacionales de la droga y sus traficantes “no se debe matar a los pobres que son las víctimas”. Para construir una sociedad sana y libre de drogas, es urgente “una colaboración paciente y multisectorial entre personas buenas que trabajen con personas buenas. No podemos construir la nación filipina sobre los cadáveres del pueblo filipino”, afirma solemnemente la declaración enviada a la Agencia Fides.
El camino a seguir es “vencer el mal con el bien”: “Si queremos ser solidarios con todas las víctimas de la injusticia – nota la Compañía de Jesús – debemos ir más allá de las expresiones de indignación y actuar de manera constructiva. Necesitamos enseñar a los jóvenes, a nuestras familias, en nuestras escuelas y comunidades cuanto mal generan las drogas; debemos involucrarlos para que superen los malos hábitos y participen en el bien”.
Los religiosos esperan una mayor participación en la rehabilitación para ayudar a los drogadictos a salir de las drogas y una formación mayor sobre los derechos de los ciudadanos. “Necesitamos trabajar juntos, Iglesia, gobierno y sociedad civil, para superar realmente el mal de las drogas en Filipinas”, concluye el texto.
Según los datos recientes de las Ong, la “guerra contra las drogas” lanzada por el presidente Rodrigo Duterte hace un año ha causado al menos 14 mil asesinatos de los cuales 3.800 admitidos por la policía, con miles de ejecuciones extrajudiciales que siguen impunes.