Celebrar el amor estando sola puede deprimir a más de una… Pero tranquila, es del todo posible ir no acompañada a una boda y pasar un día magnífico. Basta con poner en práctica las ideas que te proponemos.
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Si recientemente has recibido una invitación a una boda pero no tienes acompañante o tu “más uno” no ha sido invitado o no puede ir, no dudes en confirmar tu asistencia. Sí, ir a una boda sin acompañante puede parecer difícil y embarazoso, pero puede seguir siendo un rato divertido, incluso sin nadie que te acompañe en el baile lento. Incluso estando sola, no se ha perdido toda la esperanza de pasar un buen rato, porque es importante recordar que los matrimonios son acontecimientos llenos de felicidad, alegría y celebración. ¡Arriba ese ánimo!
Aquí tienes cuatro consejos para asistir con toda tranquilidad a una boda sin un enamorado que te acompañe.
1. No olvides el motivo por que estáis todos reunidos
Lo más importante es recordar que ese matrimonio es la celebración de una nueva aventura en la vida de tus amigos o familiares que os han invitado para festejar su “sí quiero”. Deja a un lado tus posibles temores o complejos por el hecho de ir sola y concéntrate en la alegría que la pareja sentirá cuando pueda unirse acompañada de la gente que ama. Tú estás en la lista de invitados, tu presencia cuenta, ¡no lo dudes!
Hayan o no añadido los novios un invitado adicional a tu invitación, tu presencia será cálidamente bienvenida. Si crees que la pareja ha tenido un desafortunado olvido (quizás hace poco que te has prometido) y tienes posibilidad de decírselo, no dudes en planteárselo con dulzura. Si eres soltera o estás empezando a salir con alguien, recuerda que las bodas pueden salir caras y que los casados quizás no puedan permitirse demasiados “más unos” para no salirse de su presupuesto.
2. Recupera el contacto con viejos amigos… o haz amigos nuevos
Hay grandes probabilidades de que conozcas al menos a alguna otra persona invitada a la boda. También es posible que la novia y el novio no hayan incluido un “más uno” en tu invitación porque saben que no estarás completamente sola en el día D. Si se trata de una boda familiar, tal vez no hayas tenido la oportunidad de hablar con tus primos o tíos y tías durante mucho tiempo. Aunque quizás la mesa donde te sientes esté llena de gente que no conoces. En cualquier caso, las bodas pueden ser una excelente oportunidad para (re)establecer y profundizar relaciones.
Caroline, de 24 años, nunca ha ido acompañada a una boda. Y recomienda encarecidamente que se aproveche esta oportunidad para conocer gente nueva. Nos cuenta sus recuerdos: “Hablé con otras chicas que se estaban peinando en el baño. También compartí una mesa con personas que algunos de mis amigos conocen (eso me ayudó mucho). Y luego, como me encanta bailar, ¡también conocí a muchos invitados en la pista de baile!”.
Incluso si finalmente te das cuenta de que no conoces a nadie más allí, tienes al menos una cosa en común con todos los presentes: la pareja recién casada. Aprovecha esto para refrescar tus habilidades de conversación. ¿Necesitas una idea infalible para iniciar una conversación con tus vecinos de mesa? Pídeles que cuenten cómo conocieron a los novios o alguna anécdota curiosa sobre ellos. Y para aprovechar el tema, también puedes pedirle a las parejas mayores que cuenten su propia historia de amor.
3. Sabe ser útil
Si la idea de mezclarte con extraños te pone nerviosa, ofrécete a ayudar durante la boda. Una mano amiga a menudo es bienvenida, especialmente cuando la pareja seguramente soñaría con poder dedicarse a disfrutar del día y nada más. Hay muchas maneras de ayudar: asegúrate de que la gente está en la mesa que le corresponde, ofrécete para servir el pastel, quédate después de la fiesta para ayudar a limpiar…
Aunque Manon está casada, asistirá a dos bodas sin su esposo este otoño, ya que él estará ausente. “Si llegas más temprano a la ceremonia o a la recepción, seguramente habrá pequeñas tareas que puedes hacer. Y como extra, conocerás gente nueva para el resto del día”. Como ella, sé la heroína misteriosa que actuará eficazmente para el buen desarrollo de la celebración y que sabe ver el lado bueno de las cosas. Seguramente encontrarás otros héroes y heroínas para formar un hermoso equipo, alegre y solidario.
4. Líbrate del resentimiento
Es normal tenerle tirria por principio a las bodas porque si vamos solas nos recuerdan nuestra soltería (¡como si necesitáramos un recordatorio!). Y por si no fuera poco, hay amigos o familiares que, con la mejor de las intenciones, hacen gala de poca delicadeza o torpeza al plantearte la fatídica pregunta: “Y tú, ¿cuándo te casas?”. ¡Auxilio!
Louise, de 20 años, asistió sola a seis bodas el año pasado. “La mala noticia es que a veces no hay escapatoria”, suspira. “La buena noticia es que puedes manejar la situación. Si sales del apuro sin incidentes, te hará más fuerte. Tienes derecho a estar sola y a asumirlo sin vergüenza. Estés buscando o no a alguien con quien compartir tu vida, no te prives de ser feliz. Al alegrarte por y con tus amigos y familiares, la dicha se lleva el resentimiento. Ve a esas bodas tú sola. Disfruta de la fiesta, disfruta de la vida. Y, soltera o no, ¡baila como si nadie te viera!”.