¿Cuál es tu color preferido? Ahora puedes saber qué mensajes recibes con él y qué transmites cuando lo empleas
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Todos apreciamos la diferencia entre un color y otro. Abrimos el armario cada mañana y si queremos pasar desapercibidos o estamos tristes, nos enfundamos en ropa negra. En cambio, si queremos gritarle al mundo lo felices que somos, buscamos una blusa fucsia o un suéter rojo. No digamos lo mucho que vamos a darle vueltas al tema si es para ir una entrevista de trabajo o una fiesta… ¿Por qué sucede esto? Si nos preguntan por qué escogemos determinado color, muchos responderán que “por intuición” o que “ha sido un proceso automático”.
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La Neurociencia nos explica qué ocurre en nuestro interior. Cada color “habla” al cerebro de distinto modo. Cada tono impacta en las neuronas de un modo particular, en un área más que en otra, según queda constancia en distintas pruebas: resonancia magnética, encefalograma… El resultado es que hay una percepción de los colores que nos hace sensibles a sus diferencias. Esa percepción se gesta en la retina y se transforma en información una vez captada y procesada por el cerebro.
Además, a la percepción física del color, se añade el conocimiento de cada persona. Su memoria, su historia, su tradición cultural, etc…. hacen que procese esa información de un modo u otro. Para un chino, el blanco recuerda a la muerte e infunde respeto a la memoria de los difuntos mientras que en la cultura occidental esa lectura se aplica al negro. Este color, que se considera de suma elegancia en los actos sociales, sería un despropósito en Oriente, donde el tono festivo es el rojo.
¿Cuál es tu color preferido?
La percepción de cada color nos hace identificarnos con unos más que con otros y eso se refleja en el modo en que nos relacionamos con el exterior. Los colores dan vida mucho más allá de la moda. Están presentes en los alimentos (¿te comerías un plato azul?), en la decoración (cambia el color de la colcha y habrás cambiado tu dormitorio), en la arquitectura (por algo los palacios de ensueño se pintan de dorado), en el diseño, en la publicidad (pongamos, por ejemplo, los colores de Easyjet -agresivos como sus campañas de precios- ante los de Nestlé -que nos indican higiene y protección), en la automoción (díselo a los de Ferrari: su rojo es distintivo, a pesar de que lo que más hace vibrar a su “target” es el ruido del motor).
Goethe, el padre de la Psicología del Color
¿Quién es el padre de la Psicología del Color? Nada menos que el escritor romántico alemán Goethe. Además de sus novelas, su diario autobiográfico y sus poesías -el “Fausto”, “Las penas del joven Werther”, el “Viaje a Italia”…-, nos dejó un ensayo que se considera el primer estudio importante sobre la materia: “Teoría de los colores”. Lo fechó en 1810 y de él llegó a decir que era la obra de la que más orgulloso se sentía.
Muchos autores habían hablado anteriormente del color, pero Goethe es el primero que habla de la percepción del color, se da cuenta de que cada color genera una emoción distinta en nosotros. El amarillo, el naranja, el rojo, el azul, el verde, el marrón… nos producen sensaciones diversas y por eso unos nos resultan más apropiados que otros, o más necesarios en algún momento. ¿Quieres respirar tranquilidad? Ponte a trabajar en una mesa de color verde quirófano. ¿Buscas la euforia? Tiñe de naranja, amarillo y rojo tu entorno. ¿Vives en un apartamento de 50 metros cuadrados escasos? Busca tonos neutros y claros, que te darán sensación de amplitud.
El “diagrama de la mente humana”
Goethe dibujó un “diagrama de la mente humana”. En él colocó como punto de partida los tres colores que él consideraba primarios: el amarillo, el rojo y el azul. La mezcla de los tres, en triángulos que se acercaban o se alejaban de un tono u otro, daban como resultado diferentes emociones. Así se obtuvo una primera clasificación de 5 emociones:
- Lúcido: preponderaba la mezcla de rojo y amarillo.
- Serio: imperaba la mezcla de rojo con azul.
- Melancólico: se imponían los tonos en torno al azul (el verde y el morado).
- Poderoso: el rojo era el tono reinante.
- Sereno: el color relevante era el amarillo, que podía extenderse al marrón y el verde.
Sin embargo, los resultados de Goethe no llegan a ser del todo correctos porque no responde a la verdad científica. Goethe cometió el error de basarse en los colores primarios que estudiamos en la pintura y los pigmentos, en vez de fijarse en los colores primarios que aporta la Física ya que es esta la que nos dice cómo impacta la luz de cada color en el cerebro según su longitud de onda.
Un siglo antes del estudio de Goethe, la Física había determinado que eran otros los colores primarios. Isaac Newton, en 1704, había publicado su tratado de “Óptica”. Se basó en la luz y en la longitud de onda de cada color para establecer que los primarios son el azul, el verde y el rojo.
Goethe, imbuido del Romanticismo alemán del que él era un abanderado, pensó que era mejor seguir sus intuiciones. Cometió un error de base pero sí nos acercó al mundo de la percepción de los colores, a estudiar qué nos sugiere cada color y a saber descubrir que el mundo que nos rodea, a través de sus colores se comunica con nosotros, nos lanza mensajes y nos atrae o nos resulta un lugar agresivo e inhóspito.
Esto se plasma en la escenas de terror de una película o en el papel con que envolvemos un regalo para un niño de 5 años, en un helado que parece elaborado con frutas naturales o en las paredes en tonos fríos de unos laboratorios que quieren impresionar por su inaccesibilidad.
Gracias a la larga lista de investigadores que han dedicado sus esfuerzos a la investigación en Psicología del Color, hoy tenemos un mayor conocimiento de qué transmite cada color y cómo impacta en nuestros sentidos y nuestra mente.
Significado de cada color
Veamos qué significa cada uno de los colores principales:
Amarillo: Para Goethe, era el color más cercano a la luz, al sol, a la claridad del día (esos poemas románticos al amanecer…). Lo consideraba transmisor de pureza, de brillo. Decía de él que tenía un carácter suave y sereno. Lo consideraba muy susceptible, muy frágil en tanto que podía ensuciarse enseguida. Al “mancharse” producía un efecto negativo. La Psicología del color lo vincula hoy a la energía, la felicidad, la diversión, la espontaneidad, la alegría y la innovación.
Azul: El azul era el color del cielo, pero en el cielo de los románticos suelen predominar los nubarrones y las tormentas. Goethe detectó que el azul tenía un principio de oscuridad en él. Decía que, en su pureza más alta, el azul era “una especie de contradicción entre excitación y reposo”. La Psicología del color, sin embargo, le otorga valores como la fidelidad, la libertad, la verdad, la armonía, el progreso, la seriedad y la lealtad.
Rojo: Según Goethe transmitía una impresión de gravedad y dignidad, y al mismo tiempo de gracia y atractivo. El primero en su estado oscuro y profundo, en el último en su luz atenuada. Para la Psicología del color, es expresión de fortaleza, pasión, determinación, deseo, amor, fuerza, valor e impulsividad.
Violeta: Era el color de la madurez y la experiencia, en opinión de Goethe. En un matiz claro -decía- expresa profundidad, misticismo, misterio, melancolía. Era el color de la intuición y la magia; en su tonalidad púrpura era símbolo de realeza, suntuosidad y dignidad. La Psicología del color aprueba en gran medida esta visión del escritor y asegura que trasmite serenidad, misticismo, romanticismo, elegancia, sensualidad y eclecticismo.
Naranja: Mezcla de amarillo y rojo, Goethe le adjudicaba las cualidades de ambos, aunque en menor grado. Era el color de la energía, “un color para temperamentos primarios, que gusta a niños, bárbaros y salvajes porque refuerza sus tendencias naturales al entusiasmo, al ardor, a la euforia…”. No iba desencaminado. En Psicología del color se le atribuye calidez, entusiasmo, creatividad, ánimo y éxito.
Verde: “Este color -escribió Goethe- es reconfortante, libera al espíritu y equilibra las sensaciones. El ojo experimenta un estado de agrado cuando lo observa”. Así es. Según la Psicología del color, nos acerca a la Naturaleza y aporta esperanza, equilibrio, crecimiento y estabilidad. Sin embargo, también puede significar en algunos casos celos (o cualquier emoción que desencadene la producción de la bilis, es decir, una irritación fuerte).
Más allá de Goethe, la Psicología nos habla hoy también de qué valores otorga nuestra mente a otros colores:
Blanco: Pureza, inocencia, optimismo, frescura, limpieza, simplicidad.
Rosa: Dulzura, delicadeza, exquisitez, gratitud, amistad.
Gris: Paz, tenacidad.
Negro: Silencio, sobriedad, poder, formalidad y misterio.
Ahora que sabes los significados del color, te puedes preguntar cuál es tu color preferido y qué implica eso, de qué color te gusta pintar tu entorno, qué color necesitas incluir entre tus prendas o si estás de acuerdo con que el color de las paredes de tu habitación sea el que es.
Si en alguna ocasión viajas a Alemania, no olvides visitar la casa natal de Goethe en Frankfurt. Te lo recomiendo. Está junto al río Main y podrás apreciar los intensos verdes de los árboles que hay en la zona, el azul grisáceo del cielo -seguramente similar al que observaría el escritor- así como el color de la piedra de la preciosísima catedral (Dom). También así se puede comprender por qué valoraba tanto Goethe el amarillo suave de un sol que difícilmente se deja ver durante el invierno.