Una nueva versión que recoge el poemario religioso de esta escritora chilena fue editada en el Vaticano
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“Señor, tú sabes cómo, con encendido brío,
por los seres extraños mi palabra te invoca.
Vengo ahora a pedirte por uno que era mío,
mi vaso de frescura, el panal de mi boca, (…)”
Así comienza “El Ruego”, un poema cuya autoría pertenece a la chilena Gabriela Mistral, una de las mujeres más aclamadas en su tierra gracias a su obra literaria. Nacida en abril del año 1889, Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayata, su verdadero nombre, desde siempre mostró una clara vocación por la docencia, indican las biografías.
Precisamente, gracias a su rol de educadora es que tuvo la posibilidad de recorrer diversos países como Estados Unidos y México, además de visitar Europa.
Sin embargo, más allá de las críticas con respecto a su obra, su mirada sobre aspectos sociales y hasta algunas cuestiones de su vida privada, esta escritora también ha dejado plasmado un “poemario religioso” que da cuenta de alguna manera de un espíritu inquieto.
Recientemente, fue presentada en Roma –con el patrocinio de la embajada de Chile ante la Santa Sede- una nueva versión, bajo la Librería Editrice Vaticana (editorial del Vaticano), que recoge la poesía religiosa desarrollada por Mistral.
“Gabriela Mistral. Poesía Religiosa” es el nombre de este libro, una versión bilingüe que reproduce títulos como “El Ruego”, “Espíritu Santo”, “Nochebuena” y “Ofertorio a la Virgen”, recuerda El Mercurio.
En ese sentido, el director de la editorial vaticana, el salesiano Giuseppe Costa, reflexiona en el prólogo sobre la poesía religiosa de Mistral. Según él, se trata “de una especie de vuelta a casa de una escritora que, partiendo de un mundo católico y cristiano, terminó navegando hacia religiones más bien lejanas”.
Es que la religiosidad de Mistral fue “evolucionando de la teosofía con budismo al catolicismo con judaísmo”. Así lo expresa el profesor Luis Vargas Saavedra, una persona también encargada de reflexionar sobre Mistral y su obra. Precisamente, este hombre se ha encargado de mostrar las declaraciones religiosas de esta escritora en su obra.
He aquí tan solo un pequeño ejemplo:
“Entre los 23 y los 35 años, yo me releí Biblia, muchas veces, pero bastante mediatizada con textos religiosos orientales, opuestos a ella por un espíritu místico que rebana lo terrestre. Devoraba yo el budismo a grandes sorbos; lo aspiraba con la misma avidez que el viento en mi montaña andina de esos años. Eso era para mí el budismo: un aire de filo helado que a la vez me excitaba y me enfriaba la vida interna; pero al regresar, después de semanas de dieta budista, a mi vieja Biblia de tapas resobadas, yo tenía que reconocer que en ella estaba, no más, el suelo seguro de mis pies de mujer” (de su conferencia “Mi experiencia con la Biblia“)”, reproduce este profesor a través de un artículo publicado en Madrid en el año 1978 al hacer referencia a la Biblia como factor decisivo para su regreso al cristianismo (Ver artículo completo).
“Que la Mistral mire directamente a Dios, a quien pide ayuda y perdón con una actitud dialogante, filial y confidente, queda claro en estos versos”, agrega el sacerdote salesiano al hacer referencia al poemario recientemente publicado, prosigue El Mercurio.
Mistral, que murió en Nueva York en el año 1957, es una de las figuras más importantes de la cultura de Chile y ha sido la primera ganadora en América Latina del Premio Nobel de Literatura. En un mes, donde aún se habla de los premios Nobel, es bueno recordar esta faceta religiosa de esta mujer chilena.