El papa Francisco reconoció las virtudes heroicas del sacerdote ucraniano Serafin Kaszuba. Bajo el yugo soviético, este capuchino continuó ejerciendo secretamente su ministerio a pesar de las prohibiciones y las persecuciones.
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La semana pasada, el papa Francisco avanzó ocho causas hacia la santidad. Entre ellas había un sacerdote capuchino, Serafin Kaszuba, quien ministró en secreto por todo el territorio soviético durante casi 40 años.
El Papa reconoció sus virtudes heroicas, por lo que es proclamado “venerable”, es decir, digno de veneración local. Esta proclamación oficial es el primer paso hacia una posible beatificación, si se le reconociera un milagro por su intercesión, y hacia la canonización, después de la autenticación de un segundo milagro, que le daría derecho a una veneración universal.
Limpieza étnica de los polacos
Serafin Kaszuba (en el siglo, Alojzy Kazimierz), nació el 17 de junio de 1910 en Zamarstynów, cerca de Lviv (ahora Ucrania), en lo que entonces formaba parte de Austria-Hungría. Entró al noviciado de los capuchinos en Polonia a la edad de 18 años, fue ordenado sacerdote en 1933 y a partir de 1940 regresó a Lviv, en la región de Volinia, entonces ocupada por las tropas alemanas y soviéticas.
En 1944, los rusos se establecieron por la fuerza y Lviv entró en la fase más trágica de su historia. Muchos polacos, ucranianos o judíos considerados hostiles al nuevo régimen fueron arrestados, la mayoría de las veces ejecutados o enviados a trabajos forzados en los campos de Siberia.
Durante la limpieza étnica de los polacos en Volinia llevada a cabo por el ejército insurgente ucraniano, según informa el sitio web estadounidense Angelus, durante la Segunda Guerra Mundial, Serafin Kaszuba se negó a abandonar a sus feligreses, trasladándose de un pueblo a otro a medida que eran arrasados. Escapó a los ataques contra a su rectoría.
En 1945, bajo el gobierno soviético, pudo registrarse legalmente como sacerdote en Rivne, en la actual Ucrania, centrando su ministerio en Volinia, mientras que también iba a los territorios de Letonia y Lituania, bajo el yugo de la Unión Soviética.
Privado de su ministerio sacerdotal
En 1958, las autoridades soviéticas le negaron el derecho a ejercer públicamente sus funciones sacerdotales y comenzó a ejercer su ministerio en secreto en Ucrania, Bielorrusia, Lituania y Estonia. En 1963, fue a Kazajstán, donde los soviéticos deportaron a decenas de miles de polacos. Continuó sirviendo a la Iglesia en la clandestinidad, mientras trabajaba públicamente con un encuadernador.
Fue arrestado en 1966 y condenado a prisión, pero escapó al año siguiente y continuó ejerciendo su ministerio en Kazajstán. Como sufría tuberculosis y sordera progresiva, Serafin pudo regresar a Polonia en 1968 para ser operado y tratado en Breslavia: dos años más tarde regresó a Kazajstán y, con una dedicación ejemplar, se consagró a servir a los fieles católicos de este país y de Ucrania.
Falleció en Lviv en 1977, mientras recitaba el breviario. Aunque la causa para su canonización se encuentra todavía en una etapa temprana, el padre Serafín es venerado por las familias de aquellos a los que sirvió en Ucrania y Kazajstán, muchos de los cuales conservaron los altares privados donde el sacerdote celebraba la misa en sus casas.