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LoveEd, la guía práctica para esa charla que todo padre debe tener con su hijo

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Tom Hoopes - publicado el 26/10/17
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En la pubertad, hay mucho más en juego que la sexualidad

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Como padre de nueve, ya soy un veterano dando “la charla” sobre sexualidad, y me esperan más charlas por delante, así que llevo mucho esperando a que llegara este día. Al igual que los padres de adolescentes que he arrinconado en alguna que otra cena de compañeros y amigos.

Tuve la bendición de formar parte del equipo de personas consultadas para la nueva serie de Coleen Mast de cuadernillos y vídeos LoveEd, y desde entonces he estado ensalzándolos (aunque, para que conste, no gano ningún dinero con las ventas).

Antes de esa publicación, me enorgullecía de la perspectiva que yo mismo había ideado para esta charla—era rica teológicamente, con todo sobre Adán y Eva y la ley del regalo y el poder creador del amor y la responsabilidad que todos tenemos hacia Dios y nuestros seres queridos— y creía que había causado un impacto real es mis públicos unipersonales.


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Pero entonces descubrí que mi charla no era del todo suficiente. Yo trasladaba información sobre un aspecto de la pubertad: la pureza sexual y por qué nos preocupamos tanto por ella. Y eso está bien.

Lo que no trasladaba eran oleadas enteras de otras cuestiones que surgen con la pubertad:

  • Los cambios hormonales que pueden convertir a los adolescentes en extraños mordaces y ariscos que miran a sus padres con una furia ardiente o una apatía helada, y rara vez desde algún punto intermedio.
  • La mentalidad de manada que atrapa a los adolescentes y los suplanta, prácticamente imposibilitándoles el poner en duda las normas de lo que está “guay” establecidas por los chavales “guais” de secundaria y el instituto.
  • La forma en que una mala palabra de alguien puede aplastar su autoestima y hacerles dudar de todo, mientras que una gentileza boba de otra persona puede hacerles querer resetear toda su vida hacia una dirección nueva y atontada.

Coleen Kelly Mast, oradora y presentadora de un programa de tertulia radiofónico, es autora del programa LoveEd y hace ya tiempo que lo gestiona. El título “Love-Ed” es la respuesta de Mast al “Sex-Ed” [‘Educación en amor’ en contraposición a ‘Educación sexual’; N. del T.].

Este cambio apunta a que hay mucho más que sexualidad en juego cuando hablamos con nuestros hijos sobre la pubertad.

Usando el nuevo programa LoveEd, “fuerte, inteligente y puro” transformé mi perspectiva de “la charla”. Ahora, en vez de centrarme en la sexualidad, la incluyo en un debate más amplio sobre los cambios vitales a los que los adolescentes (¡o preadolescentes! La versión que he usado ya dos veces es para 10-12 años) se enfrentan.

El programa se ajusta a los géneros y tiene un componente de lectura para ayudar a poner la información importante de forma clara para los muchachos y muchachas, pero también incluye una serie de vídeos hermosamente producidos por John Severance para combinar el relato cinemático con unos interesantes gráficos.

Ahora, por fin, está disponible y puede encontrarse en formatos que funcionan para padres, parroquias y escuelas en Respect4U.com. Este sitio web merece la pena visitarlo solo por ver el vídeo de muestra, que presenta la serie muy bien.

La serie de educación en amor explica maravillosamente la diferencia entre el “Círculo de Amor Familiar”, el “Círculo de Amistad” y el “Círculo de Amor Romántico”.

En tu círculo familiar hay personas que te quieren y personas que tú quieres, contra viento y marea. Es algo muy diferente de tu círculo de amigos, donde el amor de las personas hacia ti depende de cómo les trates y donde deberías esperar —y puedes exigir— que te traten de manera apropiada. El romance es ese círculo en el que entras de manera tal que, algún día no muy lejano, empieces un nuevo “Círculo de Amor Familiar” con buen pie.

Este concepto resultó tremendamente útil a la hora de clasificar los conflictos de intereses y los sentimientos de confusión de la pubertad, una época de la vida en la que es necesario que te recuerden que ames a tu familia, no que sigas ciegamente a tus amigos, y que trates el romance como un medio hacia una familia más que como un fin en sí mismo.

Fue liberador poder decir a un hijo (o hija) entrando en la pubertad: “Muy pronto, químicamente, serás propenso a estar enfadado, malhumorado y gruñón, ¡pero no tienes por qué ceder terreno a esos sentimientos! De esta forma podrás enfrentarlos. Estás programado para querer imitar a los líderes de tu grupo de iguales. Pero ¿qué tal si escogemos a alguien mejor que imitar?”

Usando este programa ayudé a expandir mi discurso de la pureza sexual para centrarme en la pregunta de qué tipo de hombre o mujer quiere ser el niño o niña en cuestión y cómo usar los años de la adolescencia para llegar ahí.

Mis hijos, sus hermanos, mi esposa y mis compañeros de comidas sociales están agradecidos.

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