Una guerra oscura que también se hace fuerte en la capital y se cobra la vida de inocentes
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Conmoción y dolor. Dos palabras que definen lo acontecido en la tarde del miércoles en la capital de Paraguay, Asunción, y que motivó el siguiente mensaje a través de las redes del Centro de Enseñanza Integral.
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Gabriel Giménez González, un pequeño de cinco años y alumno de ese centro de estudios, fue una de las víctimas de un atentado perpetuado en el barrio Manorá. Una intensa balacera a manos de un grupo de sicarios fuertemente armado dio de lleno en el vehículo –registrado a nombre de la empresa “Cristo Rey”- que lo transportaba y ocasionó su muerte debido a la magnitud de las heridas.
La otra de las víctimas fatales fue su padre (William Giménez Bernal), a quien se lo vincula con el narcotráfico. Precisamente, en base al testimonio de uno de los dos sobrevivientes del atentado –familiar del niño fallecido- debido a que en la camioneta iban cuatro personas, el padre se suicidó al ver a su hijo muerto. A pesar de ello, las primeras notificaciones del forense a cargo del tema no podrían refirmar esta versión con certeza. Ahora, este hombre teme por su vida y pide a las autoridades que lo resguarden.
Detrás de esta historia de crimen y horror una vez más se esconde un tema que aún no ha podido ser abordado de la debida manera ni en Paraguay ni en el resto de la región: el narcotráfico.
Así da cuenta un comunicado del Ministerio del Interior y la Policía de Paraguay, qué rápidamente vinculó el hecho a este flagelo.
“El vínculo del fallecido William Giménez Bernal con personas asociadas al crimen organizado hace suponer que este nuevo hecho forma parte de la guerra entre diferentes facciones del delito transnacional”, indica el comunicado.
“Lastimosamente, la guerra entre bandas delictivas que operan internacionalmente salpica en estos casos a nuestra sociedad, cobrándose en esta oportunidad inclusive a una vida inocente”, agrega.
En ese sentido, el tema también invita a reflexionar acerca de las víctimas, pues esta guerra oscura –en ocasiones camuflada en expresiones religiosas como la empresa “Cristo Rey”– también se cobra la vida de inocentes, como la del pequeño Gabriel. Hoy la sociedad llora su muerte. Recemos por él.
Por estas horas continuaban las investigaciones para aclarar los hechos y las propias autoridades han reconocido que el trabajo contra el crimen organizado es insuficiente.
Este caso, sumado a otros de los últimos meses, representa una clara señal de que la “guerra narco” está instalada también en Asunción –ya no es solo cuestión de zonas fronterizas o lugares emblemáticos vinculados al narcotráfico como la ciudad Pedro Juan Caballero- y merece rápida respuesta.
