Las pesadillas son naturales y necesarias para el desarrollo psicológico de los niños. Sin embargo, a veces es difícil saber cómo reaccionar cuando nuestros pequeños se despiertan con pánico en mitad de la noche, sobre todo cuando es algo que sucede repetidas veces. A continuación presentamos algunas aclaraciones sobre estos malos sueños y cómo tratarlos.
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Con sobresaltos, gritos, llantos y angustia, así se despiertan a veces de noche nuestros hijos.
A medida que su imaginación se desarrolla, las pesadillas se vuelven cada vez más frecuentes e impactantes, pero son una parte integral de su desarrollo psicológico. Son momentos desagradables tanto para el niño como para los padres, que a veces se sienten impotentes ante la angustia que engendran estas pesadillas. Sin embargo, resulta importante entender cómo funcionan y se originan. Esto permitirá a los padres comprender mejor qué comportamiento es más adecuado para tranquilizar al niño y detectar los indicios que señalen la necesidad de un seguimiento médico. De hecho, dada la frecuencia e intensidad de ciertas pesadillas, los padres pueden llegar a preguntarse si es algo “normal”.
Con el fin de comprender mejor los mecanismos de estas pesadillas y cómo tratarlas, hemos recopilado información de profesionales del sueño.
¿Qué es una pesadilla?
Según la obra Le sommeil, physiologie et pathologie [El sueño, psicología y patología], de Lucile Garma, Fabienne Laffont y Roger Verley, una pesadilla es un sueño traumático que despierta al niño. Sucede en la segunda parte de la noche, durante la fase de sueño paradójico. El niño es del todo capaz de recordar y contar el sueño y, con frecuencia, luego es difícil volver a dormir. Hay que diferenciarlos de los terrores nocturnos, que suceden con más frecuencia en la primera parte de la noche, acompañados de alucinaciones y de palabras incoherentes y que, al día siguiente, son seguidos de amnesia.
Como regla general, las pesadillas representan la expresión de un malestar difuso del niño, quien ha sido sometido a una situación que ha tenido dificultades para gestionar, como cualquier acontecimiento social o familiar: mudanza, enfermedad, divorcio, llegada de un nuevo hijo a la familia… A través de estas pesadillas, las emociones del día se expresan de forma metafórica.
Las pesadillas también ayudan al niño a entrar en el mundo de los adultos. En efecto, revelan sus frustraciones, sus deseos, sus miedos. Son naturales y necesarias en su desarrollo psicológico.
¿Qué comportamiento adoptar ante las pesadillas de un niño?
En plena noche
Para empezar, cuando ocurre la pesadilla en mitad de la noche, hay que saber que los niños menores de tres años no saben diferenciar entre realidad e imaginación. Por lo tanto, es aconsejable consolarlo, encender la luz un rato, ofrecerle un vaso de agua y explicarle que sus padres también tuvieron esos miedos cuando eran niños. Sobre todo, no hay que negar su estrés y es preferible no dormir con el niño: tranquilizadlo todo el tiempo que haga falta, pero terminar pasando la noche con el pequeño fortalecerá su temor cuando vuelva a estar solo.
A partir de los 4 años, el niño entiende mejor la diferencia entre sueño y realidad. Dad con él un paseo por su habitación, por la casa, mostradle que no hay nada peligroso, recordadle que estáis ahí para protegerlo y que puede volver a dormir tranquilamente.
Al día siguiente
En el servicio de epileptología clínica, trastornos del sueño y exploraciones neurofuncionales pediátricas del Hospital Femme-mère-enfant de Lyon, unos especialistas estudian los trastornos del sueño en niños. Bajo la dirección del profesor Franco, todo un equipo de especialistas recibe diariamente a niños que duermen mal y a padres preocupados. Han preparado un folleto para que sus equipos les aconsejen, especialmente en relación a las pesadillas.
Al principio, conviene desarrollar la capacidad del niño para controlar sus imágenes mentales y enseñarle a expresar sus dificultades. Esto le ayudará a tener más control sobre sus pesadillas, que hasta entonces le parecían aterradoras e incontrolables. Para ello, una buena técnica es utilizar el dibujo. Es necesario poner en imagen la pesadilla y luego discutirla con él para conducirlo gradualmente a un cambio de escenario hacia un final más favorable. También se les puede animar a garabatear su ira en el dibujo, luego cortarlo y tirarlo a la basura.
Otra idea es colgar un póster de un héroe, un personaje que le guste mucho o una foto de vosotros junto a su cama para tranquilizarlo. La idea es utilizar la imaginación desarrollada del niño como arma contra las pesadillas, tomando el tiempo necesario para comprender su origen y permitir que el niño exprese sus miedos teniendo en cuenta sus frustraciones. Por supuesto, sería inútil e incluso contraproducente regañarle cuando os despierta por la noche: el niño se sentiría culpable y correría el riesgo de no lograr evacuar sus ansiedades.
Como norma general, para evitar las pesadillas es importante favorecer la comunicación con el hijo. En cuanto suceda un evento inusual, no dudéis en discutirlo con el pequeño, averiguad lo que piensa sobre el hecho, si tiene alguna pregunta o temor. Al mostrar que estáis disponibles y al proporcionarle un entorno seguro, el niño se sentirá libre de expresar sus ansiedades, si las tiene, y así será menos probable que se conviertan en pesadillas. Por otro lado, evitad las historias de miedo, películas y programas de televisión pudieran asustarle justo antes de ir a dormir.
¿Cuándo consultar a un especialista?
Primero, si vuestro hijo os llama con frecuencia por la noche a causa de una pesadilla pero afirma no recordarla, desconfiad. Quizás se trate de una excusa para obtener vuestra atención y presencia. Pensad en la importancia del ritual de la hora de acostarse, que es muy tranquilizador para los niños y les permite sentir vuestra disponibilidad hasta el momento de ir a la cama.
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Luego, si, a pesar de todo, las pesadillas persisten, si tienen un tema recurrente y una gran frecuencia, si parecen perseguir a vuestro hijo durante todo el día, sería una señal de que deberíais consultar a un profesional de la salud.
El consejo de un psicólogo o psiquiatra infantil seguramente será muy útil incluso si las pesadillas del niño son muy estresantes, si tiene muchas dificultades para calmarse y tiene miedo a ir a la cama debido a las pesadillas.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición francesa de Aleteia , y ha sido traducido y / o adaptado aquí para lectores de habla española.