“Para nosotros que somos indígenas, nuestras vidas humanas poseen estrechas relaciones con los seres vivos y la naturaleza”
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En una reciente entrevista con la agencia Fides, el padre Justino Sarmento Rezende, sacerdote salesiano indígena ordenado hace 23 años perteneciente a la etnia Tuyuka respondía con entusiasmo sobre el Sínodo Extraordinario para la Amazonía convocado por el papa Francisco para 2019. Pero advertía que “muchos pueblos indígenas no saben nada de este Sínodo, por razones concretas: muchas comunidades están distantes de los centros urbanos, por lo que no tienen acceso a la información”.
Según la organización Survival, en el Amazonas viven más de un millón de indígenas divididos en 400 tribus, cada una con su lengua, cultura y territorio. Muchas de las cuales no han tenido contacto con extranjeros. Último testimonio de estos pueblos no contactados fueron las fotografías obtenidas desde un helicóptero por Ricardo Stuckert, fotógrafo brasilero comprometido con los derechos de los aborígenes y su conservación. En diciembre del año pasado Stuckert se dirigía en helicóptero a visitar al pueblo Caxinauá en el estado de Acre, pero una tormenta le hizo cambiar de rumbo y sobrevolar un sector del bosque que no estaba previsto.
Tras observar unas chozas de paja, Stuckert y su equipo sobrevolaron con atención la zona y se encontraron con un grupo de personas que, asustadas e impresionadas, atacaron con flechas la nave. Las fotografías mostraron un grupo de indígenas más altos que la media, con rasgos de ser un pueblo con plantaciones de algodón, maíz, plátano, yuca y papa. Por lo que vio, Stuckert estimó que por lo menos se trata de un pueblo de cien personas.
En la ocasión Stuckert expresó: “Vivimos en una época en la que las personas ya han ido a la luna. Sin embargo, aquí en Brasil hay gente que sigue viviendo como la raza humana ha vivido durante miles de años”.
Autor del libro Indios Brasileños, Stuckert, aunque reconoció que fue algo invasivo al tomar las fotografías, sintió que era lo correcto para que se sepa de la existencia de este pueblo y se haga lo posible por protegerlo. Pero en la gran mayoría de los casos, Stuckert acuerda con las tribus el retratarlas, y establece con ellas un vínculo.
“Para hacer el retrato de alguien hay que estar conectado con el universo de esa persona. El fotógrafo debe permitir que la otra persona pueda confiar el tiempo necesario para que registre de forma única ese momento”, escribió en su página pública de Facebook.
Al vincularse con los indígenas, Stuckert y ellos descubren que sus preocupaciones son las mismas. También en su página de Facebook, el fotógrafo compartió el testimonio del cacique Raoni Metuktire:
“Estoy de vuelta hoy, porque mi preocupación ha vuelto. He aprendido que ustedes también están inquietos. Los grandes vientos vinieron y destruyeron su bosque. Ustedes conocieron el miedo que conocemos. Les digo, si el hombre sigue destruyendo la tierra, los vientos volverán con más fuerza… no sólo una vez… sino varias veces… tarde o temprano. Respiramos un solo aire, bebemos todos la misma agua, todos vivimos en una sola tierra. Debemos protegerla”.
La importancia del Sínodo
Las preocupaciones del cacique Metuktire son las mismas que motivan el sínodo convocado por el papa Francisco. Como responde el padre Sarmento Rezende a Fides: “Para mí significa que la Iglesia asume un papel importante, a nivel religioso, político, ético y moral en la defensa de la biodiversidad, de los biomas, de bosques, montañas, lagos, de los seres vivos y de las diversidades de pueblos. Los pueblos indígenas junto con el resto del planeta necesitan la continuidad de la vida de estas realidades para vivir. Si no defendemos esa naturaleza, ésta se rebelará violentamente contra los seres humanos. Para nosotros que somos indígenas, nuestras vidas humanas poseen estrechas relaciones con los seres vivos y la naturaleza. Somos modelos de personas que defendemos esas vidas, las respetamos, sin destruirlas, usando sólo lo que es necesario de modo equilibrado. Cuando la ambición las destruye, las consecuencias negativas alcanzan a todas las personas. Por eso, creo que el Sínodo provocará debates importantes en diversos países de la región pan-amazónica”.
Muchos pueblos seguirán viviendo en el aislamiento y jamás se enterarán de lo que la Iglesia buscará hacer para ellos con la reflexión sinodal que se propone. Pero otros sí sabrán, y es bueno que lo hagan, para que con su aporte los frutos puedan ser garantes de la vida en el maravilloso pulmón de la tierra que es esta región de la Amazonía.