Algunos tipos de personalidad tienen mayor riesgo de padecerla La soledad nos afecta a todos en algún momento de nuestra vida. Se trata de una percepción subjetiva entre el nivel de contacto social deseado y el que creemos haber logrado. Es un sentimiento negativo sea en su dimensión social (cuando falta una red de relaciones sociales con la que se quisiera compartir intereses y actividades) o en su dimensión emocional (cuando se pierde una relación intima o estrecha con otra persona)
Hay aspectos cuantitativos en la soledad como pueden ser la cantidad de amigos que tenemos y tambien cualitativos, como puede ser la calidad de relación que teneos con nuestros afectos y familiares. Es por esto mismo que la dimensión subjetiva en la vivencia de la soledad es inevitable.
Los estudiosos Scalise, Ginter y Gerstein (1984) hallaron cuatro factores en el sentimiento de soledad:
- El agotamiento: Disminuye la energía y rendimiento. Está relacionado con la falta de sentido de la vida.
- El aislamiento: Es la experiencia de los solitarios, el estar apartado socialmente.
- La inquietud: Frustración, falta de placer… Afecta al mundo externo y al proprio mundo interior.
- El abatimiento: Depresión y desaliento.
Por otra parte la soledad puede afectar a todos, pero algunos tipos de personalidad tienen mayor riesgo de padecerla en función de algunas características según:
- Autoestima: Quienes tienden a una baja autoestima suelen sentirse incompetentes, no queridos y sin valor.
- Habilidades sociales: Las personas tímidas e introversas a menudo no saben cómo comportarse en sus relaciones con los demás. Revelan poco de sí mismas y, cuando lo hacen, utilizan formas inapropiadas.
- Características sociodemográficas: Se sienten más solos los jóvenes (adolescentes) y los solteros.
- Experiencias infantiles: El divorcio genera en los niños culpabilidad y baja autoestima. Los niños llegan a la conclusión de que no se puede confiar en las personas.
La soledad y el envejecimiento.
Aunque es cierto que la soledad puede aparecer en todas las edades del ser humano, durante el envejecimiento puede ser un elemento devastador en la vida de las personas. Los ancianos necesitan en manera particular ser amados y escuchados.
Con frecuencia, debido al abandono de la familia, sienten la necesidad de contar sus experiencias vividas y transmitir sus conocimientos a los más jóvenes. Es necesario señalar que la pérdida o cambio de roles que impone la vejez, especialmente después de la jubilación deseada o no, surte un determinado efecto negativo, al exigirle desprendimiento de funciones que han significado mucho y que se acompañaban de un reconocimiento social. Ya haya sido este en el desempeño de su actividad laboral o en el rol protagónico familiar.
Muchos ancianos sienten la falta de compañía, afecto y apoyo, que se agrava por la carencia de relaciones sociales de calidad, la carencia afectiva percibida en cuanto a la relación con los hijos (nido vacío). La falta de interacciones sociales aumenta el retroceso mental e inmunitario durante la vejez, a pesar de haber mantenido una vida social normal durante las etapas vitales anteriores.
Desde el punto de vista de la psicología social el mejor modo para evitar la disminución de contactos familiares e interpersonales con el pasar de la edad es cultivándolos desde ahora con nuestros seres queridos más ancianos. La calidad de la vida de nuestros ancianos es también la calidad de la vida de nuestra sociedad.