La Primera Guerra Mundial trajo muchos cambios sociales, incluida la moda masculina
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Era difícil pensar que el abrigo que creó Burberry para la guerra tendría tanto éxito después de ella; pero así fue como sucedió y, más de 100 años después, el “trench coat” (llamado así por las trincheras) sigue siendo famoso.
Los impermeables ya existían desde principios del siglo XIX, tanto para civiles como para militares, pero eran de un material de caucho que eran tan efectivo para repeler el agua como para dar calor (además eran pesados y desprendían un olor bastante desagradable).
Pero entonces llegó Thomas Burberry, un vendedor de telas que a sus 21 años (1856) decidió fundar su propia empresa de abrigos. En 1879, inspirado por las cazadoras que utilizaban los pastores de Hampshire, creó la gabardina, un innovador tejido transpirable e impermeable que era liviano, cómodo y eficaz a la hora de protegerse de la lluvia.
En 1912, Burberry vio la oportunidad de utilizar este tejido para diseñar parte del uniforme de los oficiales británicos, quienes requerían justamente de una tela que fuera resistente, a prueba de agua pero liviana para poder movilizarse con facilidad. Fue así que creó el famoso abrigo impermeable por la rodilla color caqui (ya los uniformes eran de este color porque, si algo habían aprendido los británicos durante la rebelión de la India, es que el beige sirve de camuflaje en sitios arenosos o superficies de tierra. Khaki, de hecho, significa “polvoriento” en hindi, uno de los idiomas oficiales de India) con su icónico interior a cuadros, emblema de su marca. Él lo llamó The Tielocken, el público lo bautizó trench coat.
Pero además del color, Burberry incorporó otros detalles para satisfacer las necesidades de esos militares de principios del siglo XX. Por ejemplo, tenía unas anillas en forma de D para enganchar parte del equipo (binoculares, pistolas, etc), los bolsillos eran profundos para tener más almacenaje, se incluyeron charreteras para indicar el rango del militar, entre otras características que la hacían una pieza tan elegante como práctica.
Sin embargo, no vayan a creer que todos los soldados se veían como clásicos caballeros ingleses en el campo de batalla. Cada abrigo de Burberry podía tardar hasta tres semanas en hacerse y eran bastante costosos, por lo que únicamente eran adquiridos por los militares de alto rango que, en aquella época, solían ser hombres de clases pudientes.
El sentimiento patriótico hizo que muchos hombres también quisieran llevar el trench coat en su vida diaria pero, por supuesto, una versión sin los elementos exclusivos de los militares. Incluso después de la guerra, se siguieron fabricando porque eran apreciados por su diseño clásico y su tela utilitaria, sobre todo a la hora de viajar.Otras marcas comenzaron a replicarlos y también los llamaron trench coats.
Cuando llegó la Segunda Guerra Mundial, nuevamente la pieza se puso en tendencia; sobre todo porque tuvo un segundo empujón: los grandes artistas de Hollywood (hombres y mujeres) también lo utilizaban en las películas. ¿Cómo olvidar, por ejemplo, a Humphrey Bogart con su gabardina Burberry diciéndole adiós a Ingrid Bergman en la última escena de Casablanca (1942)? ¿O el beso de Audrey Hepburn bajo la lluvia en Breakfast at Tiffany’s (1961)?
Hoy en día, la firma inglesa sigue produciendo su trench coat (con ligeras variaciones para modernizarlo) y utiliza a artistas de gran renombre para recordar la historia de esta icónica pieza que en su origen fue sinónimo de guerra pero hoy es símbolo de un glamour atemporal.