A la investigación que realizó para crear su famosa sonrisa enigmática no le faltó el toque macabro
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Con la noticia de la venta récord por 450 millones de dólares del retrato de Jesús, Salvator Mundi, obra de Leonardo da Vinci, nadie culparía a quien se preguntara: “¿Cómo puede llegar a valer tanto una pintura?”.
Según Walter Isaacson, autor del libro Leonardo da Vinci, la enorme reputación del maestro como genio está justificada, en parte, por su capacidad para conectar ciencia y arte.
En The Washington Post, Isaacson explica que Leonardo se interesaba en todo lo relacionado con la creación. Más que pintar simplemente lo que veía, estudió Anatomía, Geología, Matemáticas, Ingeniería y Arquitectura, entre otras disciplinas.
Para la famosa sonrisa de la Mona Lisa, la misma sonrisa que se puede encontrar en el retrato de Leonardo de Jesús en Salvator Mundi, el artista aprendió Anatomía de la misma forma que los estudiantes de medicina: examinando cadáveres.
Leonardo se pasaba las noches en la morgue del hospital de Santa Maria Nuova, en Florencia, “despellejando la carne de las caras de cadáveres y dibujando los músculos y nervios de debajo”, escribe Isaacson.
Al aprender cómo afecta cada nervio y músculo al movimiento de una sonrisa, Leonardo fue capaz de perfeccionar esa enigmática y sutil sugerencia de sonrisa que se ve en tres retratos famosos: Mona Lisa, Jesús y san Juan Bautista.