El simbolismo de estas plantas tienen profundas raíces antiguas y cristianas
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Uno de los muchos símbolos de la temporada navideña es el acebo y el muérdago. Es frecuente encontrarlos al natural o en versión de plástico en todas las tiendas y centros comerciales.
Estas plantas puede encontrarse en muchos lugares diferentes del mundo y tiene vínculos con el mundo antiguo y la religión cristiana.
Los druidas en particular consideraban que el muérdago era una planta sagrada, y que podía proteger contra los malos espíritus. Por este motivo a menudo lo llevaban en el pelo, ocasionalmente como corona en la cabeza.
Aunque si estaba asociada a la fertilidad y se creía que tenía poderes curativos, esta planta contiene una sustancia que se llama viscotoxina que es dañina para los humanos si se consume en grandes cantidades.
Si bien es tóxico para las personas, las bayas del muérdago y sus hojas son un alimento insustituible para muchos mamíferos de los bosques. Y además estas plantas necesitan de las aves para reproducirse, sus semillas son más bien pegajosas. Cuando algún ave se posa sobre ella se queda adherido a su pico o a sus plumas y, una vez estas se posan en otro árbol, allí germina la simiente.
El muérdago, por tanto, se asociaba con las fiestas invernales, y de ahí que la decoración navideña en el Norte de Europa, así como tradiciones de Navidad en estos países (besarse bajo el muérdago, por ejemplo) se han popularizado en todo el mundo.
Son miles las especies de muérdago, pero 20 están en vías de extinción, por esta razón y por las anteriores, su toxicidad, porque es alimento para los animales en invierno la comercialización del muérdago se ha restringido, y se ha reemplazado con el acebo, que tiene más coherencia con la Navidad porque se relaciona con Cristo.
Las frutas rojas del acebo eran consideradas representación de la sangre de Cristo y las hojas espinosas simbolizaban la corona de espinas. Según cuenta una leyenda, “las hojas de palma de las multitudes en Jerusalén se convirtieron en ramas de brotes de acebo cuando el ‘Hosanna’ dedicado a Cristo cambió a ‘¡Crucificadlo!’”.
En diferentes partes de Europa, sobre todo en el sur – en los países de tradición católica -, el acebo es conocido como “Espina de Cristo” debido a este simbolismo.
La fruta del acebo también madura en invierno como el muérdago, así que la planta, aunque conectada simbólicamente con la Pasión de Cristo, se asoció con la Navidad.
Durante esta temporada navideña, es un magnífico recordatorio de que, aunque Cristo vino al mundo como un niño, vino para salvarnos de nuestros pecados y, al final, hacer de sí mismo el sacrificio perfecto.