Ayudará a rescatar a niños de la esclavitud
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El día 16 brillarán las estrellas en el Vaticano pero no hablamos ni de la del árbol de Navidad de la plaza de San Pedro o ni de las del firmamento que cruzan el cielo de Roma.
El Concierto de Navidad del Vaticano congregará en el Aula Pablo VI a personalidades del mundo del espectáculo en una cita a beneficio de dos proyectos. Uno de ellos es la Fundación Pontificia Scholas Ocurrentes que destinará parte de los beneficios a combatir el cyberbullismo.
El otro proyecto es de la Fundación Don Bosco en el Mundo que ayuda a niños explotados en las minas de República Democrática del Congo. Se espera rescatar a unos 400 niños y jóvenes de la esclavitud de las minas de coltán para proporcionarles una educación y una vida acorde con sus edades.
Encabeza la platea de artistas la solista escocesa Annie Lennox quien en los años 80 formara junto a David A. Stewart uno de los dúos más famosos, Eurythmics. ¿Quién no conoce el famoso “Sweet dreams are made of this” versionado hasta la saciedad?
Lennox pertenece a la exclusiva lista de las 100 mejores solistas de todos los tiempos habiendo vendido nada más y nada menos que 80 millones de álbumes. Su destreza vocal se puede apreciar tanto en los temas del dúo tales como There Must Be An Angel (Playing With My Heart), o en los suyos como solista con ejemplos como el archiconocido “Why” o “No more I love you’s”.
Annie Lennox cuenta con 8 premios BRIT Awards, siendo la artista femenina de la Historia que más ha ganado; 4 Ivor Novello Awards; 3 MTV Awards; 4 Grammys; un Globo de Oro y un Óscar.
A los reconocimientos musicales se unen otros civiles por su lucha continua contra la marginación de mujeres y niñas en el mundo y contra el hambre en África. Está especialmente involucrada en la lucha contra el SIDA y por ello ejerce como embajadora de buena voluntad de UNAIDS, Oxfam, Amnistía International y la Cruz Roja Británica. Además tiene su propia fundación filantrópica.
Pese a sus estratosféricos números y su fama planetaria, Lennox es una de las superestrellas con los pies más en la tierra. De origen humilde, tuvo que esforzarse mucho para continuar sus estudios luchando por obtener becas al mismo tiempo que trabajaba para costearse sus estudios de música puesto que en esa época sus padres fallecieron de cáncer.
En 1988 perdió a su primer hijo, Daniel, que nació muerto. “Tuvo un grandísimo impacto en mí. Me di cuenta en ese momento de que la condición humana es inmensamente frágil e inmensamente fuerte a la vez”. Era el momento álgido de su carrera y fue entonces cuando decidió dar un giro copernicano y dedicarse al activismo social con la misma intensidad que a la música.
Se considera agnóstica pero tiene, por ejemplo, un disco de villancicos “A Christmas Cornucopia” publicado en 2010. Su intención con este trabajo era “dar resonancia a los mensajes esenciales que hay tras esas canciones, como el sentido de humanidad y su destino, la relación entre un madre y su hijo, el milagro de la Creación…”. Confesó que este trabajo fue también una forma de regresar a sus raíces, a su infancia, puesto que su talento musical lo desarrolló en el coro parroquial.
Quizá este elemento unido a su profunda pasión por ayudar al continente africano, -está casada además con un prestigioso ginecólogo sudafricano-, hayan contribuido a su decisión de cantar en el Vaticano.