Un 13 de enero de hace 50 años Johnny Cash grabó en la prisión californiana de Folsom el disco que le cambió la vida: “At Folsom prision”.
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A finales de los 60, la carrera de “the man in black”, -el hombre de negro, llamado así porque siempre iba vestido de oscuro-, languidecía. Los abusos con las anfetaminas y el alcohol de aquellos años, que le “ayudaban” a soportar sus interminables giras, habían hecho mella en Cash, que era ignorado por casi todas las emisoras de country de Estados Unidos.
Fue entonces cuando puso en marcha una idea que llevaba años rondado en su cabeza: grabar un disco en directo en una cárcel. Desde que servía en el ejército de los Estados Unidos, el cantante se sentía interpelado por la situación de los presos. En 1955 escribió “Folsom prision blues”, una canción sobre la vida carcelaria que encontró una enorme acogida en las penitenciarias de todo el país y que le hizo ganar uno de los cuatro Grammys que recibiría a lo largo de su carrera. Habrían sido los propios presos quienes escribieron a Cash para pedirle una actuación en el penal de Folsom. Dos años después el cantante actuó, pero no en esa cárcel sino en la de Huntsville. Impactado con la experiencia, Cash siempre mantuvo la idea de cantar para reclusos. Sin embargo, aquellos años a la deriva entre las pastillas y la bebida le alejaron mucho de sus propósitos.
Tiempo después, volvió a surgir la posibilidad de actuar en Folsom, donde el pastor de la Iglesia a la que asistía Cash con su esposa, June Carter, también ofrecía consuelo espiritual a los internos.
Gracias a la ayuda del reverendo Floyd Gressett Cash no solo grabó su mejor disco, sino que sacó a flote su carrera y su propia vida. En “At Folsom prision” encontró su redención. Así lo explica su hija Rosanne quien asegura que, precisamente en las tinieblas de la cárcel su padre “vio la luz”. En una entrevista inédita, la hija de Cash cuenta que, a partir de Folsom, el cantante fue capaz de transformar toda su rebeldía anterior en arte, sin hacer daño a nadie y, lo que es más importante, sin hacerse daño a sí mismo. Desde entonces Cash se convirtió en un incansable defensor de los derechos de los reclusos. Además de extender sus conciertos en más centros penitenciarios del país, luchó por una reforma en la política penitenciaria de Estados Unidos. En 1972 se presentó ante el senado para solicitar, entre otras cosas, la no encarcelación de menores y una rehabilitación efectiva de los internos. Cash no consiguió lo que pedía pero si contribuyó a crear conciencia sobre las duras condiciones de los reclusos.
La revista Rolling Stone sitúa a “At Folsom prision” en el puesto número 88 de entre los 500 mejores discos de todos los tiempos. Pero en sus más de 50 años de carrera, “el rey del country” grabó innumerables álbumes, algunos en sellos pequeños, como su colección de música Gospel. Otros acompañado por la Carter Family, -el grupo de la familia de su esposa-, y también acompañado por la propia June Carter, la mujer con la que compartió 35 años de vida y que le acercó más al cristianismo.
Las letras de Cash siempre fueron intensas y profundas, inspiradas, en muchos casos en la Biblia. Al final de su carrera, especialmente, se volvió más introspectivo, con textos sobre la pena, la culpa y la redención. Una de los temas más conocidos de esta última etapa, y que le valió sus últimos reconocimientos, es la que se considera su canción-testamento, “Hurt”, que, en realidad, es una versión de la escrita por el compositor Trent Reznor pero que, en el caso de La de Cash, supera a la versión original. Por cierto que el videoclip de “Hurt” fue multipremiado y se considera uno de los mejores de la Historia.
Johnny Cash murió en 2003, apenas cuatro meses después que su esposa, June Carter, la que fue su inspiración y su salvavidas. El cantante ha vendido más de 90 millones de discos y sigue siendo una referencia para músicos de todo tipo de géneros.