El mito extraterrestre y los supuestos “contactos”
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Si bien la hipótesis de que existe vida inteligente fuera de nuestro planeta es algo que no podemos descartar, lo cierto es que hasta el día de hoy no hay ninguna evidencia científica sobre ello.
Aunque existen muchos documentales pseudocientíficos y una vasta literatura sobre supuestos contactos, lo cierto es que no hay nada demostrado. Sin embargo no son pocos los que creen con profunda certeza que hemos sido visitados por seres de otros mundos. La construcción del mito extraterrestre tiene su historia y ha generado una gran cantidad de películas, novelas y hasta sectas religiosas que dicen tener contacto con seres de otras galaxias.
El investigador uruguayo, que desde hace años vive en Estados Unidos, Milton W. Horcade, ha publicado hace ya diez años la obra más completa sobre el tema: “OVNIs: la agenda secreta”. A setenta años del comienzo de la manía con los Ovnis, Hourcade que comenzó creyendo que encontraría evidencias, con sumo rigor y un trabajo de varias décadas, hace un detallado relevamiento de toda la evidencia existente hasta hoy sobre el fenómeno “OVNI”, que entiende más apropiado llamar “Fenómenos Aéreos No-Identificados (FAN)”.
Desmantela con su rigurosa investigación las incontables versiones sobre supuestos contactos. Su estudio deja sin argumentos a los fanáticos de las teorías conspirativas, a los líderes de sectas contactistas y a los charlatanes que dicen ver extraterrestres y tener encuentros con ellos cada año.
No es la finalidad de este artículo profundizar en aspectos científicos que no son de nuestra competencia, pero sí dar cuenta de un mito cultural que ha alimentado teorías conspirativas y numerosas doctrinas de movimientos religiosos y sectas.
Los comienzos y el auge de las “sectas contactistas”
Desde que se dice haber visto el primer OVNI en 1947, se multiplicaron los estudiosos del fenómeno, usualmente llamados ufólogos (UFO: sigla en inglés de OVNI). Muchos eran ingenuos con poco sentido crítico, pero también hubo serios estudiosos con rigurosidad científica. Aunque todos en general daban por hecho que los “objetos voladores no identificados” eran naves tripuladas por seres de otros planetas con una tecnología superior a la nuestra, con el tiempo las serias investigaciones descartaron que se tratara de extraterrestres.
Mientras que por una parte los “ufólogos” obtenían cada vez más dudas sobre lo que veían en el cielo, descubriendo que en la mayoría de los casos eran fenómenos naturales atmosféricos o prototipos de aviones con una tecnología superior; por otra parte una gran industria cultural se desarrollaba en torno al tema extraterrestres: libros, películas, conferencias, turismo, cursos, documentales, revistas, etc.
Surgieron también gurúes espirituales que mezclaban su doctrina religiosa con el mito extraterrestre, sintiéndose profetas que advertían sobre el problema ecológico y comenzaban a rendirle culto a seres de otros mundos.
Los movimientos de corte sectario como la “Misión Rama” de Sixto Paz Wells, o el Lineamiento Universal Superior (LUS) de la brasileña Valentina de Andrade, el supuesto “transmutado” Trigueriño y sus discípulos, los Raelianos de Von Däniken, el “estigmatizado” Giorgio Bongiovanni, o las obras de J.J. Benítez, han sido figuras conocidas que hacen una verdadera mezcla de elementos religiosos, pseudocientíficos y esotéricos, reinventando el mito extraterrestre en versiones que van incorporando elementos gnósticos, cristianos y espiritistas.
La fuerza del mito
Que existieran fenómenos inusuales en el cielo, sin que en su momento se los pudiera explicar, no significó que fueran naves extraterrestres. Sabemos que es bastante común que las personas “vean” fenómenos extraños que no pueden explicar y lo interpreten a su antojo, especialmente cuando se ha fomentado un mito cultural como la visita de seres de otras galaxias.
Entre científicos que investigan fenómenos extraños en el cielo, es bastante común que se descarten los fraudes y con el tiempo se encuentre una explicación científica, como han sido casos de globos-sonda, turbulencias atmosféricas, ilusiones ópticas, aviones que no captaban los radares, magnetismo terrestre, etc.
Pero por más que los científicos expliquen hasta el cansancio de que no se trata de extraterrestres, la opinología sigue a los charlatanes. Por más que los arqueólogos expliquen sin dificultades las imágenes de las llamadas “pistas de aterrizaje” de Nazca en Perú y otras por el estilo, muchos seguirán viendo “evidencia” de presencia extraterrestre donde no la hay.
En el siglo XIX cuando muchos pioneros de la aeronáutica hicieron sus experimentos, fueron muchos los que afirmaron ser visitados por seres de otros mundos. Ya a comienzos del siglo XX proliferaban diversos relatos de ciencia ficción sobre “platos voladores”. En ese clima cultural y previo a la segunda guerra mundial, podemos imaginar las razones de lo que sucedió en 1938 cuando Orson Welles transmitió a través de la Radio su versión de la guerra de los mundos y la opinión pública creyó que realmente estaba sucediendo.
Muchas doctrinas difundidas en novelas y en círculos espiritistas de mediados del siglo XX serían más adelante elementos centrales de la doctrina de los Raelianos y de otros movimientos contactistas (La Atlántida, las civilizaciones subterráneas, las naves con tecnología superior, hasta “dioses” del espacio, entre otras cosas).
Con tanta difusión cultural del tema, las personas comenzaron a “ver” en el cielo lo que les habían enseñado a creer. Las personas que sinceramente viven fenómenos difíciles de explicar, recurren sin quererlo a la explicación que les parece más lógica: se trataría de extraterrestres. Y así, cada nuevo testimonio refuerza el mito.
Algunos antropológos sostienen que estos “encuentros cercanos” se parecen a cuentos folklóricos de apariciones de fantasmas. Así como hace siglos se atribuía a los caballos que se “empacaban”, la acción de un espíritu o de una bruja; en el presente si los motores de un auto se apagan, podría deberse a una presencia alienígena.
La versión mitológica de seres superiores, que como salvadores vienen al planeta a rescatarnos de nosotros mismos, con una tecnología superior y con un cuidado de la naturaleza que nos daría envidia, no es algo que venga de otra Galaxia, sino un invento nuestro.
Una proyección de nuestros deseos y de nuestros miedos que encontró en la ciencia ficción un relato creíble y una hipótesis que llega a unificar pseudociencia, pensamiento mágico y religión en una ensalada poco seria, pero con muchos adeptos. De hecho, a medida que avanzan las ciencias, se van agregando nuevas tecnologías al mito extraterrestre, algunas incluso adelantadas por la ciencia ficción.
Lo más grave a nivel educativo es la presencia de estos temas en documentales pretendidamente científicos, donde refuerzan el mito con supuestos testigos e investigadores presentados como verdaderos expertos en la materia.
La verdad es que no hay por ahora evidencia seria de contactos con extraterrestres, tan solo testimonios confusos y fraudes de charlatanería. Si realmente vinieran a visitarnos, y de verdad tuvieran interés en comunicarse con nosotros, lo hubieran hecho de modo evidente y no a través de alucinaciones.
Bibliografía.
Capanna, P. (1993). Contactos extraterrestres. Buenos Aires: Editorial Claretiana.
Hourcade, M. (2007). OVNIs la agenda secreta. Montevideo: Cruz del Sur.