A medida que nos adentramos en el siglo XXI se retrasa cada vez más la maternidad.
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Hoy se observa que en los países desarrollados la mujer tiene el primer hijo hacia los 30 años, mientras que en España e Italia, por ejemplo, supera ya los 32 años. En el año 2000 estaba a 24 años. ¿Por qué ocurre esto? O mejor dicho, ¿por qué en lo que va de siglo la edad de la mujer al tener un primer hijo se ha retrasado de los 24 a los 30 años?
El tema ha sido objeto de estudios sociológicos y demográficos en casi todo el mundo, pero sobre todo la cuestión alarma a Europa, América y Japón, debido a que la población no tiene recambio generacional por los escasos nacimientos. Si el primer hijo se tiene a los 30 años, ¿cuándo se tiene el segundo? Y ¿hay un tercer hijo? ¿Qué ha cambiado en el mundo en este siglo?
En una lectura de las diversas encuestas de instituciones mundiales (ONU, UNICEF, UE, OCDE, encuestas privadas como el IESE, encuestas nacionales, etc.) encontramos un denominador común: la causa del retraso de la maternidad está en el trabajo de la mujer.
Si la mujer quiere tener un hijo queda “penalizada” de alguna manera en la empresa donde trabaja: “a los jefes no les gusta que tengas bajas maternales. No te lo prohíben explícitamente, pero te relegan a trabajos de menor responsabilidad y más rutinarios”, dicen las mujeres en las encuestas. “Y eso, en el menor de los casos, pues te pueden echar del trabajo buscando una u otra excusa”.
Entonces, ¿cuál es la solución? Según Nuria Chinchilla, catedrática de Conciliación Familia-Trabajo del IESE (Instituto de Estudios Superiores de Empresa), se trata de tener una mayor flexibilidad en las empresas para que la mujer pueda compatibilizar trabajo y maternidad.
“Si bien en numerosas empresas existen “políticas de conciliación” entre trabajo y familia, en realidad acceder a estas políticas “no está bien visto” por los jefes, y utilizar medidas de conciliación, en sus empresas puede tener consecuencias negativas para su carrera profesional”. O sea que son “políticas de conciliación” más de cara a la galería que a beneficiar a los trabajadores, asegura.
Esta flexibilidad se puede conseguir con mejores horarios de trabajo, guarderías infantiles, horarios escolares adecuados, adelantar el “prime time” en la televisión, los largos desplazamientos que deben realizar los trabajadores y trabajadoras para acudir al trabajo... Los desplazamientos gastan un tiempo que no pueden dedicarlo a la familia.
Por otro lado, dicen las encuestas que las políticas sociales de los gobiernos miran muy poco la conciliación entre trabajo y familia. Los gobiernos deberían regular horarios comerciales adecuados, contratos a tiempo parcial, horarios en las televisiones públicas, el teletrabajo, el precio y la dimensión de las viviendas, la pareja dice que “no está preparada” para tener hijos, etc.
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La mujer, por lo tanto, se siente “discriminada”, porque ella, y solo ella, debe renunciar a una mejor carrera profesional, porque a los hombres les cuesta mucho más sacrificar su carrera profesional y no se sienten atraídos por tener más hijos. En cambio, la mitad de las mujeres asegura que “hubieran tenido más hijos si hubieran tenido más apoyos del gobierno o de las empresas”.
Pero no todas las causas de retrasar la maternidad están en el trabajo. En realidad, se trata de una escala de valores en la vida de las mujeres y de las parejas en la que la maternidad no ocupa el primer lugar de las preferencias para las mujeres en edad fértil (de 15 a 45 años). Las prioridades son:
1.-Posicionarse profesionalmente y tener un empleo estable.
2.- Tener un piso, un coche y tal vez alguna que otra comodidad.
3.- Encontrar un compañero que se compenetre contigo y mantener una relación lo más estable posible para…
4.- Tener un hijo.
La valoración de la maternidad ocupa un cuarto lugar en las prioridades de la mujer, y espera en el “último momento” para tener un hijo. El marido o pareja dice a veces que “no estgá preparado” para los hijos. Los hijos ocupan mucho tiempo y la mujer debe privarse de muchas cosas para educar mejor a los hijos.
Los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) coinciden en atribuir la postergación de la maternidad para edades más avanzadas al costo de oportunidad que implican los hijos para el desarrollo de la carrera profesional.
Efectivamente, tener una familia cuesta tiempo, reduce comodidades…
Pero la familia es el lugar social donde las personas desarrollan mejor su personalidad, donde derrochan amor y donde las personas aprenden la lengua, la identidad, la religión… en una palabra, donde una persona hallará la felicidad si la busca. ¿Entonces? ¿Vale la pena desechar kilos, toneladas, de felicidad y de amor para mejorar nuestra comodidad?
Ciertamente el sistema socio-económico en el que vivimos no ayuda a las personas a construir una familia. Lo dice el papa Francisco en la encíclica “Laudato Sí” y en su documento “La alegría del amor”. Es una reflexión que debe hacer toda una sociedad, porque la familia no puede estar al servicio del sistema, sino que este debe estar al servicio de la familia… Y no lo está.