Cuando les llega el momento a nuestros hijos de elegir su futuro profesional, nosotros, como padres, estamos implicados necesariamente, más de cerca o más de lejos. Sin embargo, a veces sus decisiones no coinciden con nuestras esperanzas. ¿Cómo podemos conseguir aceptar sus elecciones y apoyarles en ese camino que no habríamos seguido nosotros?
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“¿Qué quieres ser de mayor?”. Aunque la pregunta se refiera al futuro de un niño, hay elecciones que hay que tomar en el presente.
Es el dilema más frecuente de los jóvenes, a quienes se les pide con demasiada premura decidir, si no una profesión, al menos una dirección profesional. Para los padres que ayudan, acompañan y apoyan a sus hijos, es un momento estresante, especialmente si no están completamente de acuerdo con las opciones del niño.
El papel de los padres es dar tanto raíces como alas a sus hijos, por lo que es importante seguir siendo un apoyo a pesar de los miedos y la incomprensión generados por la elección de según qué profesiones. Aquí disponéis de tres puntos clave para ayudaros diferenciar entre nuestras expectativas y sus decisiones y, luego, aceptarlas.
Analizar las expectativas y los temores respectivos
¡Cada uno tiene sus propias prioridades! Para empezar, haced una lista de vuestras expectativas y preguntad a vuestro hijo o hija cuáles son las suyas.
Quizás vosotros esperáis algo concreto de su orientación profesional o de su trabajo que no necesariamente corresponde a lo que es importante para él o ella.
Preguntaos también: ¿el proyecto de mi hijo es realmente suyo? ¿O lo hace para hacerme sentir orgulloso o para complacer a alguien? Es esencial que el objetivo principal de vuestro hijo sea satisfacerse a sí mismo.
Otro punto esencial es identificar vuestros propios miedos y diferenciarlos de los suyos. Explicádselo, hablad de ello, quizás comprendáis que vuestro hijo no teme las mismas cosas que vosotros. Hablad sobre sus sentimientos.
No dejéis que vuestros temores pesen sobre él: quizás vuestro hijo o hija tenga éxito donde vosotros fracasasteis o viceversa. Tratad de identificar claramente con qué profesión o campo tenéis algún problema y por qué. Entendiendo el temor, podemos reducirlo un poco porque logramos relativizarlo.
Escuchar a los hijos y confiar en ellos
¿Qué le gusta, qué le motiva?
Se suele decir que el libro de los gustos está en blanco. Esto también se aplica a la orientación profesional de vuestro hijo. Escuchándolo, viéndolo crecer, probablemente os hayáis dado cuenta de que ha desarrollado afinidades con personas, intereses en diferentes actividades, gustos por tal o cual estilo de música, de arte o de disciplina… y que vosotros no siempre habéis entendido o siquiera aprobado. Sin embargo, aquello que le gusta y que le motiva define quién es. Y ya que está decidiendo quién quiere ser, mejor utilizar sus preferencias para encontrar un trabajo o un camino que le aporte satisfacción.
¿Cuáles son sus competencias?
En la misma línea, sed realistas en relación a sus competencias. El padre quizás nunca fue capaz de escribir una frase en un idioma extranjero, pero quizás vuestro hijo o hija sobresale en este campo. La madre es una oradora excelente, pero quizás a vuestro hijo le tiemblan las piernas si tiene que hablar delante de cinco personas. Necesitáis reconocer qué se le da bien a vuestro hijo y qué no se le da tan bien.
En cuanto a vosotros, no busquéis en él lo que os agrada a vosotros o aquello en que sois parecidos, sino sus competencias objetivas. A menudo, las actividades extraescolares ayudan a definir las habilidades a las que pueden sacar más partido: carisma, espíritu de equipo, creatividad, agilidad, capacidad de concentrarse en un tema durante mucho tiempo, buena mano con las plantas…
Estad atentos a lo que vuestro hijo sabe hacer porque, además, os tranquilizará en el momento de su elección: “Es verdad que, después de todo, es un excelente bailarín…”.
Informaos para saber más y comprender
Por último, no dudéis en investigar también por vuestra cuenta. Tal vez teméis una determinada elección precisamente a causa de vuestra ignorancia sobre ese ámbito.
Demasiadas veces, los prejuicios y estereotipos nos confinan a meras opiniones. Quizás penséis que tal trabajo no es muy gratificante; pues id a conocer a personas que lo ejerzan, preguntad en vuestro círculo de conocidos para aprender más. Si vuestra concepción persiste, por lo menos tendréis argumentos, porque sigue siendo legítimo no adherirse a la elección del niño. Sin embargo, también podría sorprenderos la evolución de la profesión que habíais subestimado…
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