¿Atajará el problema de fondo?
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Europa envejece y la soledad va camino de convertirse en la principal ‘enfermedad’ de Occidente. En un continente sin hijos, con menos familias y más desestructuradas este fenómeno irá creciendo alimentado por un individualismo que se está convirtiendo en dominante.
Ante unos efectos que pueden ser devastadores para los países más envejecidos ya los hay que están empezando a tomar decisiones de primer nivel ante lo que es un problema de salud pública. Así ha sido como la semana pasada la primera ministra británica, Theresa May, anunciaba la creación de un Ministerio de Soledad, que contará con un secretario de Estado en el gabinete (equivalente a un ministro en España).
La “triste realidad” de la vida moderna
“Para demasiadas personas la soledad es la triste realidad de la vida moderna”, aseguró la líder conservadora británica.
Las estadísticas que citó son verdaderamente preocupantes. Según dijo May, en Reino Unido hay más de nueve millones de personas que siempre o con mucha frecuencia se sienten solas. Pero además, dijo que alrededor de 200.000 personas mayores confesaron no haber tenido una conversación con un amigo o un pariente en más de un año.
Otra de estas estadísticas asegura que más de uno de cada diez británicos están solos pero nunca lo admitirán. En Europa, según una encuesta de la Comisión del pasado junio, el 6% de la población no tiene a nadie a quien pedir ayuda si lo necesitan.
Una plaga que afecta a los ancianos pero no sólo a ellos
Pero no afecta únicamente a la gente mayor. Varios estudios realizados en los últimos meses dejan cifras alarmantes en edades más tempranas. Preocupa también a las autoridades que cada vez más personas entre los 18 y 24 años dicen sentirse solos en su día a día
Theresa May ha tomado esta decisión gracias al trabajo de la comisión parlamentaria que impulsó la diputada laborista Jo Cox, asesinada en junio 2016. Esta política llevaba tiempo haciendo campaña para que se tomaran cartas en el problema de la soledad desde un punto de vista político y gracias a su empeño verá la luz esta secretaría de Estado, que será asumida por Tracey Crouch, que actualmente es ya ministra de Deporte y Sociedad Civil.
¿Una política de parches o se irá a la cuestión de fondo?
El Gobierno quiere impulsar medidas para paliar esta ‘epidemia’ pero ni hay nada concreto ni se alude a la raíz del problema con el que evitar que siga creciendo más y más. Se quiere “impulsar la acción sobre la soledad en todas los ámbitos del gobierno, crear una estrategia intergubernamental para desarrollar estrategias para combatirla”. Para la directora de enfermería del Servicio de Salud británico, Jane Cummings, se debe partir de “actos simples de compañía”.
Pero esto es sólo un parche y no una solución al problema, que es mucho más profundo.
Vivek Murthy, vicealmirante del Cuerpo de Comisionados del Servicio de Salud Pública de Estados Unidos, escribía recientemente en Business Review, , que “durante mis años cuidando pacientes, la patología más común que vi no fue la enfermedad cardíaca o la diabetes, fue la soledad”.
Qué causa esta ‘epidemia’
Precisamente, Michael Cook, editor de Mercatornet, importante web de análisis social y familiar, afirma que sólo podrá funcionar la creación de esta figura gubernamental y sus políticas si conocen “qué causa la llamada epidemia de soledad”.
“La evidencia está ahí, cada vez más personas viven solas; las tasas de suicidio parecen estar aumentando; las redes sociales permiten a las personas vivir vidas de aislamiento hiperconectado”, cuenta.
Desde el gobierno dan distintas explicaciones a las causas de esta soledad pero en ningún caso se habla de la causa principal: “el declive de las familias cercanas, amantes y comprometidas”. Reconocerlo implicaría fortalecer el papel de la familia cuando todas las políticas lo que hacen es fomentar su destrucción.
Es vital fortalecer las familias
Cook recuerda que “en lo que respecta a las relaciones humanas, los dos cambios sociales más grandes del último medio siglo han sido el aumento de las tasas de divorcio y la disminución de las tasas de matrimonio. Las familias se han hecho más pequeñas y fragmentado en grupos aislados”. “No es de extrañar –concluye- que el aislamiento social y la soledad estén aumentando”.
Por todo ello, considera que “es imposible imaginar una estrategia de gobierno para combatir las patologías sociales asociadas con la soledad sin un plan paralelo para fortalecer la familia”.
Y aunque aclara que “hay familias disfuncionales y no todos, sin una familia cercana, están solos, una política gubernamental que busca resolver el enigma de la soledad sin fortalecer los lazos de la familia nuclear está condenada al fracaso”.