El doctor Bertrand Cauchoix, asesor médico de la Fundación Raoul Follereau, trabaja a diaro tratando a leprosos, sobre todo en Madagascar.
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“La OMS se acuerda una vez al año de que existe la lepra, con motivo del Día Mundial contra la Lepra”, lamenta con ironía Bertrand Cauchoix, especialista en enfermedades tropicales. Este año se conmemora el domingo 28 de enero y no cuenten con que el doctor Cauchoix vaya a ceder el micrófono que le ofrecen en esta ocasión. Cauchoix denuncia en Aleteia una enfermedad que ha salido de los radares y cuyo tratamiento disfruta de inversiones muy modestas en comparación con otras epidemias.
Aleteia: La lepra ha retrocedido considerablemente desde finales del siglo XX, ¿por qué afirma usted que la lucha no ha terminado?
Dr. Bertrand Cauchoix: ¡Porque todos los días combato contra esta lepra que se cree desaparecida! Catorce países en el mundo siguen estando afectados, en particular India, Indonesia, Brasil y Madagascar, donde trabajo actualmente. En nuestros días, en el mundo se detectan 200.000 casos nuevos cada año. En Madagascar, estamos lejos de tener los medios para cubrir todas las zonas. Hay entre 1.800 y 2.000 casos cada año, pero encontraríamos más si pudiéramos buscar mejor. Y nos evitaríamos el horror de las mutilaciones. Los agricultores pobres no se dirigen a la clínica cuando aparecen los primeros síntomas. Al principio, solamente sienten una pérdida del tacto y para acudir al médico esperan demasiado, cuando su caso degenera en miembros atrofiados. En el 25 por ciento de los casos, incluso después de ser tratados, sigue habiendo amputaciones de por vida.
¿Quiere decir que continúa extendiéndose, que no está erradicada?
Se han extrapolado los notables resultados que obtuvieron los médicos contra la lepra a finales de la década de 1990. En esa época podía creerse que la enfermedad desaparecía rápidamente, pero de hecho se estancó en varios países, sobre todo por falta de medios. Puedo garantizarle que sigue activa y contagiosa, ¡nosotros no tratamos solamente a ancianos que habrían sido contaminados en una época lejana! Entre nuestros pacientes, hay niños de 7 años y eso significa que la enfermedad continúa estando activa. Está claro que no pueden haberse contagiado de lepra en el siglo XX…
¿Qué hace falta para erradicar esta enfermedad?
Medios y, en especial, medios humanos. Necesitamos equipos médicos, equipados con vehículos, que peinen todo el país. Lo más terrible de esta cuestión es que existe tratamiento. El medicamento es incluso gratuito, ya que el grupo farmacéutico Novartis suministra tratamiento con la colaboración de la OMS. Aun así, es necesario asegurar que los pacientes sean diagnosticados y que las pastillas se tomen correctamente.
A pesar de este apoyo, usted considera que la lepra sigue siendo una enfermedad mal tratada y mal diagnosticada. ¿Por qué no existe una mejor atención?
Antes de dedicarme a la lepra, en África traté otras enfermedades como la tuberculosis, el paludismo y el sida. Puedo constatar que los medios empleados son incomparables. Hay que decir que cuando uno llega con presupuestos tan grandes como los utilizados para luchar contra la malaria o el sida, los ministerios de Sanidad de los países afectados escuchan bien. Mucho mejor, en cualquier caso, que cuando llegas con presupuestos como los disponibles para combatir la lepra. También creo que, desgraciadamente, la lepra no interesa en absoluto a los occidentales. Hay casos de tuberculosis e incluso de malaria en Europa, sobre todo debido a viajes de expatriados, por no mencionar el sida… Pero no hay lepra, así que es mucho más difícil transmitir la realidad de esta terrible enfermedad.
Los días 26, 27 y 28 de enero, miles de voluntarios de la asociación Raoul Follereau pedirán la generosidad de los franceses de todo el país. El domingo 28 de enero, de 15h a 18h, la fundación Raoul Follereau abrirá sus puertas en el número 31 de la calle Dantzig, París, 75015. Parada de metro Convention (línea 12). Entrada gratuita, con inscripción (aquí).
Entrevista realizada por Sylvain Dorient.